Hollman Morris contra Hollman Morris
Si el Hollman de antaño no hubiese sido engullido por la vanidad del poder, hace mucho habría hecho un Contravía a sus noticieros


Los medios públicos son un termómetro de la calidad de la democracia de un Estado. Si hablamos de países como Alemania, Reino Unido o Francia, la radio y televisión públicas no son solo estandartes de calidad audiovisual, creatividad y talento, sino que sus contenidos no son una letanía de loas al Gobierno de turno. Ocurre todo lo contrario: en los espacios informativos diarios, pasando por los largos reportajes, las investigaciones y denuncias, la realidad de su país se presenta a través de un prisma que permite ver los diferentes matices de la sociedad y las opiniones políticas divergentes. No son canales de propaganda. Cuando hay que presentar información negativa sobre el Gobierno lo hacen. Cuando la oposición es la protagonista en la escena política, también lo es en estas cadenas. Cuando el país enfrenta alguna dificultad de aquellas que dividen a la sociedad, pues la labor no es la de uniformizar, sino la de visibilizar todas las facetas del asunto. Esos medios públicos no tratan a sus audiencias como borregos que deben seguir la voz de un único pastor representada por la BBC, France Televisions y Radio France, o la ZDF y la ARD alemanas. El respeto a la audiencia parte del reconocimiento de esta en su diversidad y de la forma en que las mismas se ven representadas en los contenidos.
Hago esta introducción porque en el caso de las agresiones a los periodistas de RTVC que se han vivido en los últimos días, no solo se ha de condenar a los ciudadanos que atacaron a los comunicadores que simplemente estaban realizando su trabajo, algo que es realmente inaceptable, sino que es hora de que en RTVC hagan una reflexión que vaya más allá del eslogan que repiten como un mantra: “La Señal de la Paz y de la Gente”.
Repito: son inaceptables las agresiones a los periodistas. Sean estos de RTVC, de RCN, de Caracol o del medio que sea. La labor de los periodistas es necesaria dentro de un escenario democrático, así al presidente no le guste que revelen verdades incómodas de su Gobierno o así a los empresarios no les parezca justo que expongan sus trapitos al sol cuando les corresponde. Quien agrede a un periodista es un salvaje que agrede a la sociedad entera, pues considera que hay un punto de vista que no debe existir. Quien ataca a un periodista es un asesino de la democracia.
Dicho esto, señalo que RTVC debería iniciar un proceso de revisión de la labor que está realizando porque, así como el ciudadano que agrede a un periodista es un asesino de la democracia, los medios públicos que son incapaces de presentar el crisol de opiniones que conforman un país y que se quedan solo con noticias y reportajes que le hacen bien al Gobierno, mientras menosprecian o atacan a las voces disidentes, son per se un instrumento dictatorial. No hay excusa para esto. No pueden decir que es que los medios públicos están para darle voz a aquellos que no existen en los grandes medios, eso es un sofisma. Los medios públicos están para darle voz a los que no figuran, pero también a los que figuran. Los medios públicos deben ser la más fiel representación de un país en cuanto a sus dilemas sociales y sus retos a futuro. Lamento decir que RTVC no lo está haciendo y sencillamente funge como instrumento de vulgar e indecorosa propaganda del Gobierno Petro.
Hollman Morris, gerente de RTVC y otrora admirado periodista, se convirtió en todo lo que criticaba. Si el Hollman de antaño no hubiese sido engullido por la vanidad del poder, hace mucho habría hecho un Contravía a sus noticieros para condenar que al Gobierno cada noche le dan 20 minutos de alabanzas y aplausos, mientras que a la oposición o voces divergentes solo 2 minutos.
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