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El lánguido paro nacional a favor de Petro: “Puede que la oposición esté imponiendo su narrativa, pero intentaremos desvirtuarla”

La concurrencia en el centro de Bogotá es mucho menor que la de movilizaciones anteriores. A diferencia de otras ocasiones, se complementa con bloqueos al transporte en la capital

Un hombre sostiene una bandera de Colombia y una pancarta a favor de la consulta popular, durante la concentración final de la marcha del paro nacional, en la Plaza de Bolívar, en Bogotá.Foto: Santiago Mesa | Vídeo: REUTERS
Lucas Reynoso

La movilización central del paro nacional a favor del Gobierno de Gustavo Petro y en contra del Congreso de Colombia, organizada este miércoles en el centro de Bogotá, ha sido una multitud repleta de huecos. A diferencia de las últimas manifestaciones en apoyo del mandatario, la concurrencia fue limitada y se pudo caminar con facilidad por la carrera Séptima y la Plaza de Bolívar. Para algunos participantes, esto era esperable: la idea nunca fue una marcha masiva, aseguran, sino actividades en varias partes de la ciudad y bloqueos en los ingresos. Otros, sin embargo, reconocen que esperaban más.

Los tiempos políticos han jugado en contra del paro nacional, convocado desde la semana pasada para este miércoles y el jueves. El Senado aprobó la noche del martes en penúltimo debate la reforma laboral que pide el Gobierno y debilitó los argumentos de que una consulta popular es indispensable para sacar adelante este proyecto. La versión que pasa a la plenaria, y que impulsó la senadora Angélica Lozano, incluye los puntos centrales que rechaza el uribismo, la oposición más radical: la ampliación de la jornada nocturna y un recargo del 100% por trabajar domingos y festivos.

Concentración de la marcha del paro nacional en la Plaza de Bolívar, este miércoles en Bogotá.

El problema, para quienes participaron en la marcha de este miércoles, es que esa versión es menos ambiciosa que lo que quiere lograr el presidente a través de la consulta popular. Fija el inicio de la jornada nocturna a las siete de la tarde, como aprobó la Cámara de Representantes hace meses, y no a las seis. Miles de estudiantes del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) seguirán con contratos de aprendices y no laborales, pese a que de todos modos sumarán nuevas prestaciones: pagos de seguridad social (salud y pensión) y una remuneración del 75% de un salario mínimo en la etapa lectiva y del 100% en la etapa práctica. Para Julia Edith Cabarcas, abogada y miembro de la Asociación de Mujeres Colombianas, es “un adefesio”: “Es una versión mutilada que quita lo esencial. Por eso necesitamos la consulta y que el pueblo se movilice”.

El desafío para el petrismo ahora está en convencer a la ciudadanía de que vale la pena apostar por la consulta popular, que requiere la participación de más de 13 millones de personas, y no quedarse con la reforma laboral del Congreso. Fabio Arias, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), reconoció al comienzo de la movilización que hay dificultades en este sentido. “Alguna gente pensará que con el avance de la reforma laboral ya se resuelve [la disputa]”, dijo en conversación con este periódico. “Puede que la oposición haya logrado imponer una narrativa mejor”, agregó para explicar la baja concurrencia. Asegura, sin embargo, que es posible revertir esta tendencia: “Nos encargaremos de desvirtuar [la narrativa de la oposición] para que la gente retome su actitud frente a la movilización”.

Algo similar señaló José Ignacio Pulido Julio, docente de primaria de Chía. Comentó que veía “algo de apatía” y que algunos de sus compañeros habían desistido de participar en esta ocasión. Enfatizó que hay que “hacer pedagogía” para que los trabajadores valoren la posibilidad de que “el pueblo decida directamente” y no el Congreso, al chal señala de obstaculizar las reformas del Gobierno. Se mantiene optimista de que sus compañeros volverán a sumarse a medida que se acerque una eventual consulta popular, que aún debe ser aprobada por el Senado: “Estamos seguros de que el voto en las urnas será positivo”.

Manifestantes bloquean la estación de Banderas de Transmilenio, en la mañana del miércoles.

Otros participantes hicieron un diagnóstico diferente sobre la baja concurrencia. Sergio Pérez, un comunicador social, dijo que no esperaba ver la Plaza de Bolívar repleta, como en otras ocasiones. “El paro implica varias actividades a lo largo de dos días, en diferentes lugares. Es muy diferente a una movilización que convoca a todos los sectores en un solo día”, apuntó, al tiempo que explicaba que los estudiantes del SENA, por ejemplo, se movilizaban en el norte de la ciudad.

La disputa con Angélica Lozano

Las diferencias entre la versión del proyecto de ley que ha impulsado Angélica Lozano y la que prefiere el Gobierno son pequeñas. El ministro del Interior, Armando Benedetti, incluso reconoció este miércoles en declaraciones a medios de comunicación que “se podría pensar en no hacer la consulta” si sale adelante la reforma laboral del Congreso. El problema, en todo caso, es que el proyecto puede hundirse. “Siempre nos ha ido mal con el Congreso (...) ahora viene la etapa más difícil, que es la plenaria”, justificó Benedetti. Los participantes de la marcha en Bogotá, por su parte, coincidieron en que no hay garantías de que el proyecto se convierta en ley. “Ya no hay tiempo para aprobarlo antes de que termine el periodo legislativo [el 20 de junio]”, aseguró Cabarcas, de la Asociación de Mujeres Colombianas.

De fondo, hay una disputa por quién se queda con el rédito político de sacar adelante las mejoras a los derechos laborales. Arias, el presidente de la CUT, cuestionó a Lozano por “peluquear la reforma”, pero también la señaló de querer apropiarse de un proyecto que presentó originalmente el Gobierno. “Ella no puede aparecer ahora como el adalid de la reforma laboral. No se lo vamos a dar”, subrayó. El arquitecto Francisco Niz, en tanto, agregó al finalizar la marcha en la Plaza de Bolívar: “El pueblo sabe que Angélica [Lozano] es oportunista, no es una salvadora como se vende”.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.
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