Un cuarto propio (y con amigas) para la tercera edad
Un colectivo fundado y compuesto por mujeres de más de sesenta años en Uruguay reivindica la idea de planificar una vida después de los 60 acompañadas y rodeadas de personas afines, en este caso compañeras feministas

Esta es la versión web de Americanas, la newsletter de EL PAÍS América en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Si quiere suscribirse, puede hacerlo en este enlace.
El envejecimiento y la tasa de recambio poblacional que viene siendo un tema de preocupación para muchos países en Europa, ahora también lo es en Latinoamérica, sobre todo cuando algunos estudios de los últimos años señalan que la región está envejeciendo más rápidamente de lo que se esperaba. En este contexto, adquieren dimensión y trascendencia proyectos como el de la ONG uruguaya Mujeres con Historias, que pone sobre la mesa esta cuestión en paralelo con otros temas como la crisis habitacional en las ciudades, la soledad en la vejez. Pero también ilumina con la posibilidad de vivir vejeces más activas y sociales, y con soluciones para los cuidados y hasta la participación en la vida ciudadana o la militancia feminista.
El colectivo fundado y compuesto por mujeres de más de sesenta años reivindica la idea de planificar una vida después de los 60 acompañadas y rodeadas de personas afines, en este caso compañeras feministas. Un proyecto piloto que se inscribe en el extenso movimiento de viviendas colaborativas, una tradición uruguaya, y que cuenta con el aval de la Intendencia de Montevideo, que ya les ha cedido un terreno y una pequeña casita en comodato en la parte vieja de la ciudad, sobre la hoy popular y remodelada calle Reconquista. Aunque cabe aclarar que no hay reglamentación ni normativa que ampare este tipo de iniciativas ni que contemple a la gente de mayor edad. Las demás organizaciones que integran la coordinación de viviendas colaborativas que se ha armado orgánicamente hasta ahora, a diferencia de Mujeres con Historias, toman la forma de cooperativas de consumo y tienen una ley que las resguarda.
Si bien la casita cedida por ahora no es suficiente para alojar a las veintisiete mujeres que formarán parte del programa, con apoyo del Fondo Mujeres del Sur se ha remodelado y hoy funciona como sede, a la espera del concurso para anteproyectos arquitectónicos que piensan lanzar en breve y del cual saldría el plan para la construcción de la casa final. “Como todo lo que nosotras planteamos, es un poco complicado enmarcar estas cosas dentro de la normativa arquitectónica. Pero bueno, estas ideas innovadoras tienen complicaciones, justamente porque se salen del sistema, pero esa la manera de cambiar el sistema”, comenta con picardía la docente jubilada Clara Piriz, presidenta del colectivo.

Ese mismo empuje permitió poner en agenda pública un tópico del que poco se habla, pero que tiene profunda relación con la agenda feminista actual respecto a la economía de los cuidados por ejemplo: el de pensar cómo se envejece en un país que tiene 16% de la población mayor de 65 años y que, como muchos otros, avizora un envejecimiento importante para los próximos años. “Hay que pensar cómo vive la gente mayor y cómo se garantizan o se facilitan los cuidados necesarios, independientemente de la clase social, porque cuidados precisamos todos y la vulnerabilidad económica no es la única variable”, sigue Piriz. La presidenta del colectivo hace un caso de la importancia de pensar la tercera edad de forma menos estigmatizada o como una carga y más como fenómeno sostenido social y comunitariamente. Aunque para algunos pueda parecer una utopía, viendo, por ejemplo, lo que ha pasado con los jubilados en países como Argentina, esta iniciativa permite vislumbrar futuros alternativos con los que ilusionarnos de este lado del mundo.
El colectivo plantea una solución para aquellos que eligen vivir juntos con amigos/as y propone resolver los cuidados en comunidad, entendiendo la amistad -ese lazo a veces olvidado- como piedra angular para la construcción de una tercera edad diferente, y que, además, haga sentido desde un punto de vista económico. Sus promotores alegan que implicaría un ahorro para el Estado en cuidados y en salud.
A medida que envejecemos, la estructura del gasto personal cambia totalmente, ya sea por lo que se invierte en remedios, en médicos o en cuidados. Por tanto, vivir más, resulta más costoso. Es por eso que, desde el colectivo, explican que lo que puede parecer una jubilación “mediana” hoy día es insuficiente incluso para gente que ya tiene vivienda. Si a eso le sumamos el crecimiento de los hogares unipersonales en todo el mundo (alrededor del 30% en Uruguay, según el informe de género y generaciones de Naciones Unidas), y que la mayoría los habitan mujeres solas, hay otras complejidades en juego.
Por otra parte, la colectiva pertenece a una red de fincas recuperadas de la Intendencia de Montevideo que está haciendo expropiación de viviendas deterioradas, que deben impuestos y que están vacías, para ponerlas en uso. Una iniciativa que parece sintonizar con la crisis habitacional que también se vive en la región, con alquileres imposibles que le complican la independencia y la vida no solo a las personas más jóvenes, sino también a las mayores.
Por eso, más allá de lamentarse sobre la tasa de natalidad que desciende o la disolución de la familia tradicional, habría que pensar en los cambios estructurales en las ciudades y de políticas que se necesitan para que una mujer pueda considerar tener hijos si lo desea. Y no olvidarse de la tercera edad.
Nuestras recomendadas de la semana:

Javier López Zavala, declarado culpable del feminicidio de Cecilia Monzón

La indignación por los feminicidios en Brasil se abre espacio en el debate público y sale a las calles

Egipto intensifica las detenciones de ‘influencers’ considerados indecentes
Corinne Low, economista: “Me preocupa más la brecha de felicidad femenina que la brecha salarial de género”

El proyecto audiovisual que retrata la cocina de las abuelas argentinas
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información
Archivado En
Últimas noticias
La gran mentira de la Constituyente
El temporal amaina tras provocar rescates y desalojos en Valencia y Andalucía
Menos absentismo y más éxito académico: los resultados del programa educativo que eliminó Rajoy y rescató el Gobierno
Sánchez pide a sus ministros medidas sociales para 2026 que no tengan que pasar por el Congreso
Lo más visto
- Europa entra en estado de alerta ante la embestida estratégica de Trump
- ¿Qué pasa si uno solo de los ganadores del Gordo de Villamanín decide denunciar?
- Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
- La larga sombra del hijo único: China paga con una crisis demográfica su mayor experimento social
- El giro del PP con Vox: de prometer no gobernar con la extrema derecha a normalizarlo tras el resultado en Extremadura






























































