El sapo concho, el peluche puertorriqueño de Bad Bunny que conquista internet
Esta figura coleccionable, inspirada en una especie boricua en peligro de extinción, se ha convertido en el nuevo accesorio de moda


El muñeco apareció primero en la cadera de Bad Bunny. Un peluche colgado del pantalón, como si nada. Pero no era cualquier accesorio: era un sapo, un sapo concho. Así se conoce popularmente al sapo endémico de Puerto Rico, un anfibio que vive oculto y suele pasar la mayor parte del tiempo escondido y solo sale cuando llueve para reproducirse en alguna charca del bosque. Una especie en peligro de extinción.
En cuestión de horas, las redes hicieron lo suyo. El anfibio pasó de ser un detalle en el escenario a convertirse en la nueva obsesión de la moda digital. ¡Adiós Labubus. Hola, sapo concho!
Los Labubus son los últimos en una larga lista de personajes asiáticos coleccionables: los funkos pop, Hello Kitty, Sonny Angel y los ternurines. Todos convertidos en fenómenos globales. Todos han sido víctimas de la fugacidad. El contraste entre Labubus y el sapo concho es claro. Lo que empezó en 2015 como la creación del artista hongkonés Kasing Lung, un monstruo de dientes afilados y sonrisa inquietante es un fenómeno global que ha generado largas filas en las tiendas Pop Mart, precios inflados en las reventas, subastas, robos nocturnos y hasta advertencias de seguridad en Estados Unidos. La fiebre ha sido tan grande que las falsificaciones llegaron a convertirse en un riesgo de vida. Ese fue el terreno que hasta ahora han dominado los Labubus. Ese es el espacio que ahora disputa el anfibio de Benito Antonio Martínez Ocasio.
El sapo concho, en cambio, juega otras cartas. Cuesta 35 dólares y sigue la estrategia de las blindboxes (cajas ciegas, en español). Hay seis variaciones diferentes: un boxeador, un jugador de baloncesto, un beisbolista, un jíbaro (campesinos que habitan en las zonas rurales y montañosas de la isla), un músico, un futbolista o un cafetero.
@jennieleclue El sapo ConCho baloncelista 🥰 #badbunny #nomequieroirdeaqui #dtmf #sapoconcho #fyp
♬ TURiSTA - Bad Bunny
Y como pagar por una caja sorpresa cuyo contenido es un misterio se ha convertido en el pasatiempo favorito de miles de personas, la página oficial de mercancía de Bad Bunny lo advierte sin rodeos: “Disponible por tiempo limitado. Una vez agotado, se acabó”. Solo se permite comprar dos figuras por pedido y un pedido por cliente. También se pide paciencia porque hay que esperar entre ocho y diez semanas para recibirlo.
Ese mismo animal fue elegido por el cantante boricua como protagonista de su último disco, DeBÍ TiRAR MáS FOToS, lanzado en enero pasado. Pero el fenómeno va más allá de la mercadotecnia. Ahora también se ha convertido en un símbolo contra la gentrificación, la masificación turística, el desplazamiento forzado y el cambio climático que amenaza a la isla caribeña. Un acto político envuelto en merchandising.
El simpático anfibio ya tuvo su debut en No me quiero ir de aquí, la residencia en el Coliseo de Puerto Rico, en San Juan, donde en tres meses más de medio millón de fans acudieron a escuchar al artista latino más reproducido en Spotify durante 2024. Todos los conciertos, agotados. Con la llegada del sapo concho, la nueva fiebre de internet, el reinado del Labubu puede haber llegado a su fin.
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