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donald trump
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Capítulo 11: Sembrar desconfianza para cosechar poder

Trump crea una narrativa de persecución, según la cual Estados Unidos debe ser salvado de la perdición y de la traición, y él y su movimiento son los únicos que pueden hacerlo

Antoni Gutiérrez-Rubí

“El sistema está amañado”. Esa es una de las frases que más repite Donald Trump desde que iniciara el meteórico ascenso de su carrera política en 2016. Con los años, su denuncia ha ido apuntando a actores específicos: el deep state (el Estado profundo), las élites liberales, los jueces, los periodistas, la “izquierda radical”… Crea una narrativa de persecución, según la cual Estados Unidos debe ser salvado de la perdición y de la traición, y él y su movimiento son los únicos que pueden hacerlo.

Esta estrategia comunicacional es fundamental para la legitimación de su liderazgo. Como escribía el sociólogo Robert Tucker en la década de los setenta, la construcción del “carisma situacional” depende de la posibilidad de ofrecer un medio de salvación ante un momento de profunda desgracia. Por eso, las críticas y señalamientos no se detienen, aunque buena parte de las instituciones ya estén bajo su control. Hay que seguir identificando enemigos y malas prácticas porque son los que confirman la necesidad de su liderazgo.

El presidente y su Administración se dedican entonces a sembrar desconfianza. Esto también les sirve para debilitar y señalar a enemigos políticos que les resultan incómodos para su consolidación en el poder y para despertar dudas sobre las noticias y datos que no les son favorables. Si todas las instituciones y sus líderes están cuestionados, si no existen la verdad ni los hechos, sino solo las versiones y opiniones, entonces cualquier denuncia en su contra queda debilitada.

La caída de la confianza en las instituciones es uno de los ingredientes asociados típicamente al deterioro de la democracia. Pero eso no parece ser problema para Trump, que más bien lo alimenta. Aunque el declive de credibilidad no empezó con él, sí se ha acelerado en los últimos años. Según un estudio de 2025 de Gallup, en promedio solo un 28% de los ciudadanos expresa confianza en nueve instituciones clave que van desde la presidencia hasta la Corte Suprema y los medios de comunicación. En 2022, el porcentaje cayó por primera vez por debajo del 30% y no ha vuelto a recuperar ese nivel.

A continuación, se repasan distintas acciones que ponen en marcha el presidente y su equipo para aumentar la desconfianza de los estadounidenses en las instituciones, en el sistema político y en la sociedad en general. También se destacan algunas de las consecuencias de esto.

Uso de deepfakes

Desde que volvió a la Casa Blanca, Trump ha publicado en su Instagram al menos 15 vídeos o imágenes hechas con inteligencia artificial en los que muestra versiones falsas de sí mismo o de otros personajes, incluyendo a rivales de una manera negativa. En Truth, también comparte continuamente piezas que le envían seguidores, como en la que se le ve pilotando un F-16 y bombardeando con excrementos las protestas bajo el lema No Kings del mes de octubre. No es solo un recurso para captar la atención en redes sociales, es también una forma de difuminar la frontera entre la verdad y la mentira. Casi nadie se cree el video que muestra a los líderes demócratas en el Senado y en el Congreso con un sombrero de mariachi mientras declaran que ya nadie apoya a su partido, pero la publicación sirve para alimentar y aumentar la duda sobre qué es real y qué no.

Ensalzar a grupos negacionistas

En septiembre, el presidente causó estupor entre la comunidad científica cuando alertó que las mujeres embarazadas no deberían tomar acetaminofén o paracetamol porque podría causar autismo a sus bebés. La Administración alienta con fuerza al movimiento MAHA (Make America Healthy Again), del secretario de Salud, Robert F. Kennedy. Con contenidos de redes y teorías de la conspiración, han fortalecido el sentimiento antivacunas y, en Estados como Florida, han conseguido que se elimine el mandato de suministrar algunas inyecciones. Con un ejército de influencers y en cuentas oficiales, dan consejos tan poco científicos como evitar tomar medicamentos o alimentos difíciles de pronunciar, alimentando la desconfianza en el sistema de salud.

Señalar a los expertos

Miles de funcionarios independientes que llevaban años trabajando para diversas instituciones federales han sido blanco del presidente, que pone en tela de juicio el trabajo que hacen o la información que recopilan, cuando no la considera del todo positiva. Diferentes áreas han estado en el ojo del huracán, desde la científica y la económica hasta los servicios de Inteligencia. Se ha tendido a repetir el mismo patrón: críticas públicas para presionar dimisiones o cambios de decisiones, despidos o incluso amenazas usando los registros hipotecarios para forzar salidas. El objetivo es que las instituciones se plieguen a él o que, al menos, su credibilidad quede seriamente comprometida.

La guerra de los datos

El shutdown del Gobierno federal de Estados Unidos cumple 40 días el 9 de noviembre. Es el más largo de la historia, y durante ese periodo se han dejado de recopilar datos de gran importancia, como la evolución del mercado laboral, infecciones por gripe o covid-19, importación y exportación de productos agroalimentarios e información imprescindible para calcular el tamaño de la economía y la inflación. Pero más allá de esta situación puntual, la Administración Trump viene tomando desde hace meses medidas que amenazan la recopilación de datos oficiales. Primero, cesó la publicación de información sobre programas de salud mental y protección de violencia, así como sobre la situación climática y ambiental. En agosto, dio un paso más al cuestionar directamente la información de la Oficina de Estadísticas Laborales. Tras despedir a su responsable, en una declaración a medios en el Despacho Oval, mostró varios gráficos en formato XL que supuestamente probaban que se estaban subestimando las cifras para perjudicarlo mientras que se habían inflado durante la presidencia de Joe Biden.

Reabrir historias del pasado

Una parte de la ciudadanía estadounidense es proclive a prestar atención a teorías de la conspiración, que apuntan al papel de las instituciones en sucesos históricos concretos, como los asesinatos de John F. Kennedy, de su hermano Robert Kennedy, o del líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. Trump ha reabierto discusiones históricas, desclasificando archivos secretos sobre estos casos y otros menos políticos, como la muerte de la piloto Amelia Earhart, que desapareció en 1937 intentando cruzar el Atlántico. De este último, todavía no se ha oficializado la publicación de los documentos. Con todo esto, Trump busca reforzar ante su base una imagen de transparencia frente a la supuesta opacidad de las instituciones tradicionales.

Alimentar la desconfianza y la polarización

Las consecuencias del discurso y de las acciones de Trump son ya visibles en los estudios de opinión. En lo que va de su segunda Presidencia, ha caído de manera importante la valoración ciudadana de instituciones independientes que normalmente estaban alejadas de la disputa política. Además, se ha profundizado el sesgo partidista por la colonización de algunas instancias del Estado para la obtención de fines políticos particulares o con alto nivel de rechazo, como ocurre con los cuerpos de seguridad y defensa.

Para profundizar sobre el tema

Libros:

Artículos:

Vídeos:

Estudios:

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