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Donald Trump
Tribuna
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¿Por qué Trump apuntala a Milei mientras desatiende las necesidades de los estadounidenses?

El republicano desmantela los programas gubernamentales de los que dependen las familias trabajadoras en Estados Unidos. En el extranjero, apoya a un Gobierno alineado con su política

Presidents Donald Trump and Javier Milei during a meeting in Washington on October 14.

En enero, Donald Trump abrió su discurso inaugural comprometiéndose a “poner a Estados Unidos primero” y dar comienzo a una nueva era dorada para las familias estadounidenses. Diez meses después, los estadounidenses siguen esperando que llegue esa era dorada, mientras padecen las consecuencias de las políticas de su Gobierno, las cuales han empeorado de forma tangible sus condiciones de vida.

La política más emblemática de la Administración Trump impone los mayores recortes de la historia estadounidense al seguro público de salud para personas de bajos ingresos, Medicaid, amenazando así con dejar sin cobertura a 15 millones de personas y privar de ayuda alimentaria a niños, ancianos y personas con discapacidad. Su errática política comercial ha agravado la crisis del costo de vida, lo que equivale a un aumento promedio de 1.300 dólares en impuestos por hogar este año. Y a medida que el cierre del Gobierno —del que los republicanos son responsables— se prolonga, se interrumpen servicios públicos esenciales, cientos de miles de empleados federales quedan temporalmente sin salario y la Administración planea cortar los fondos para la ayuda alimentaria el primero de noviembre.

Ahora, con las operaciones gubernamentales paralizadas y los bolsillos estadounidenses resentidos, la Casa Blanca ha tomado la inusual decisión de avanzar con un rescate de 40.000 millones de dólares para Argentina. Tanto republicanos como demócratas se preguntan qué tiene de America First (Estados Unidos primero) enviar miles de millones de dólares al extranjero mientras los estadounidenses sufren en su propio país. La ironía es especialmente evidente para los agricultores estadounidenses, que han quedado excluidos del mercado chino de la soja debido a la guerra comercial de Trump, justo cuando Argentina se dispone a ocupar ese vacío. Mientras Washington apoya a Buenos Aires, las quiebras de pequeñas producciones agrícolas en Estados Unidos han alcanzado su nivel más alto en cinco años.

Durante una reunión en la Casa Blanca con el presidente argentino, Javier Milei, a inicios de octubre, Trump brindó el razonamiento detrás de esta medida. Cuando se le preguntó cómo beneficiaría el rescate financiero a Estados Unidos, afirmó: “Simplemente ayudando a que una gran filosofía se apodere de un gran país”. Incluso Trump sabe que este acuerdo no tiene nada que ver con ayudar a los estadounidenses y todo que ver con apuntalar a un aliado político.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha calificado a Argentina como un “aliado de importancia sistémica”, pero su verdadera relevancia para esta Administración es política, no económica.

El presidente Milei se ha mostrado como un gemelo ideológico de Donald Trump y Elon Musk, si bien fue el presidente argentino quien primero instauró su campaña de austeridad extrema. En la Conferencia de Acción Política Conservadora en Washington este pasado febrero, Milei le regaló a Musk una motosierra para simbolizar su agenda compartida enfocada en reducir el Estado a cualquier costo. Al igual que el Departamento de Eficiencia Gubernamental de Musk (DOGE, por sus siglas en inglés), el programa de Milei fue anunciado como una guerra contra el despilfarro. Sin embargo, en lo que en realidad se ha convertido es en una teatral ráfaga de recortes que ha vaciado los servicios públicos sin aportar soluciones completas a los profundos desafíos económicos de Argentina.

En los días previos a las elecciones legislativas del domingo, Trump dejó claro que vinculaba el destino de su propio movimiento político a la supervivencia de Milei en el poder, llegando incluso a advertir que Estados Unidos no “perdería el tiempo” si la coalición oficialista fracasaba. Con Milei ahora fortalecido tras los comicios, la Administración parece sentirse aún más envalentonada para profundizar su respaldo.

Las motivaciones detrás del rescate deberían alarmar a todos los contribuyentes. Utilizar fondos estadounidenses para influir en una elección extranjera es un uso flagrante indebido del dinero público. Es aún más preocupante dado que esta Administración ha impuesto profundos recortes a la asistencia exterior que sustenta programas que salvan vidas en países en dificultades. Antes de los recortes liderados por DOGE, el presupuesto global de USAID (la agencia pública de cooperación estadounidense) era de unos 35.000 millones de dólares, apenas un poco más de lo que ahora se está destinando únicamente a Argentina. Se estima que esos recortes ya han provocado cientos de miles de muertes prevenibles en todo el mundo.

La estructura del rescate financiero también levanta serias sospechas. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos está utilizando el Fondo de Estabilización Cambiaria para conceder una enorme línea de crédito sin ninguna condición ni supervisión inmediata por parte del Congreso de Estados Unidos. Una intervención de este tipo carece prácticamente de precedentes. Históricamente, el uso del Fondo de Estabilización Cambiaria —como ocurrió con México en 1995 y con las economías asiáticas en 1997— iba acompañado de condiciones de reembolso claras y requisitos de transparencia para proteger a los contribuyentes estadounidenses. La Administración Trump no ha revelado ninguna garantía de este tipo en este caso.

Esto es importante, ya que la capacidad de Argentina para devolver el préstamo es muy incierta. El Gobierno de Milei ha estado gastando miles de millones de sus reservas para sostener un tipo de cambio sobre-evaluado, lo que es una estrategia insostenible, por mucho que siga endeudándose con Estados Unidos o con instituciones multilaterales. El Departamento del Tesoro estadounidense le debe al público una explicación sobre qué salvaguardas o condiciones de reembolso existen para proteger a los contribuyentes estadounidenses de posibles pérdidas.

Por eso, la semana pasada, lideré a 35 de mis colegas en la redacción de una carta al secretario Bessent exigiendo transparencia sobre este acuerdo. Expusimos nuestra preocupación sobre la legalidad y las motivaciones políticas detrás del rescate y urgimos al Departamento del Tesoro a pausar cualquier desembolso hasta que el Congreso y el público tengan respuestas reales. Los estadounidenses merecen saber por qué el dinero de sus impuestos se usa para impulsar un Gobierno extranjero mientras ellos enfrentan dificultades en casa.

Hasta ahora, el Departamento del Tesoro ha proporcionado muy poca información. Respondiendo a una carta de la senadora Elizabeth Warren que tenía el objetivo de fiscalizar el rescate, el Secretario Bessent no ofreció detalles importantes y simplemente insistió en que los contribuyentes estarían protegidos. Fue una respuesta evasiva y, francamente, insultante frente a preguntas legítimas sobre un compromiso enorme de fondos públicos. Después de estas elecciones de medio término, Trump incluso sugirió la idea de enviar apoyo adicional a Argentina si fuera necesario.

Al mismo tiempo, Trump afirmó que Estados Unidos había “ganado mucho dinero” como resultado de la votación, un comentario que plantea interrogantes sobre quién se beneficia realmente. Los informes muestran que importantes firmas de inversión estadounidenses, como Fidelity, Pimco y Discovery Capital Management, podrían beneficiarse directamente de esta intervención debido a su exposición a los bonos argentinos. Eso solo refuerza la preocupación de que el rescate está sirviendo a los intereses de Wall Street y no al público estadounidense.

La promesa de Trump de poner a Estados Unidos primero se ha convertido en un eslogan vacío. En casa, está desmantelando los programas gubernamentales de los que dependen las familias trabajadoras. En el extranjero, está gastando dólares de los contribuyentes en un rescate que sirve a inversionistas adinerados y apuntala un Gobierno extranjero alineado con su política. Si esta es su idea de “América primero”, los estadounidenses merecen algo mucho mejor.

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