Santo Taco, la nueva taquería que triunfa en Nueva York
El proyecto más reciente del mexicano Santiago Pérez conquista Manhattan con autenticidad, arraigo y una propuesta gastronómica que rinde homenaje a sus raíces


Un pequeño local en el corazón de Manhattan se ha convertido en una sensación viral en cuestión de semanas. Se llama Santo Taco, y su propuesta es tan sencilla como poderosa: cinco tacos bien hechos, con ingredientes cuidadosamente seleccionados y una historia profundamente arraigada en la tradición mexicana. Desde su apertura en mayo, ya ha sido visitado por celebridades como Post Malone y aclamados chefs, y en redes sociales abundan los videos que celebran su autenticidad y sabor.
Pero más allá del furor mediático, Santo Taco es una apuesta personal y cultural del empresario Santiago Pérez, un mexicano que ha dejado una marca profunda en la escena gastronómica de Nueva York. Nacido y criado en Ciudad de México, Pérez llegó a la Gran Manzana en 2010 para trabajar en banca de inversión. Sin embargo, su verdadera vocación lo llevó a otro rumbo: el de la hospitalidad. En 2012, con apenas 26 años, convenció al chef Enrique Olvera de abrir un restaurante en Manhattan. Dos años después, su primer apuesta, Cosme, revolucionaba el panorama culinario con su reinterpretación moderna de la cocina mexicana.
@nycbutglutenfree This new taco spot is going viral for being the best tacos in NYC & they’re 100% gluten freeeee🎊 Santo Taco comes from Cosme’s Santiago Perez and is serving just 5 tacos out of the former La Esquina SoHo upstairs!! #glutenfreenyc #tacos
♬ original sound - nycbutglutenfree
Tras más de una década como socio fundador de Casamata Group, liderando proyectos en Estados Unidos y el extranjero como Cosme y ATLA, Pérez decidió emprender su propio camino. “Siempre he querido ser un embajador de la cultura y la cocina mexicana”, explica en entrevista con EL PAÍS. “Después de tantos años, sentí que era el momento de contar mi historia desde otro lugar, uno más personal, pero igual de comprometido con la calidad”.
Santo Taco nació de esa búsqueda. En un espacio emblemático —la antigua ubicación de La Esquina, un clásico neoyorquino—, Pérez montó su primera taquería como proyecto en solitario. “Es una forma de unir las dos ciudades que me definen: Ciudad de México y Nueva York”, dice. El menú es breve, apenas cinco tacos, pero cada uno atentamente elaborado. “La simplicidad es clave. Nos enfocamos en el sabor, en el origen de los ingredientes, en respetar la tradición sin caer en clichés”.
Desde el primer día, la comunidad neoyorquina lo ha abrazado como propio. Y no es casualidad. La comunidad latina en Nueva York —y en todo Estados Unidos— está cada vez más presente y orgullosa de su herencia, especialmente en la gastronomía. En un momento en que los tacos han conquistado el mainstream, Santo Taco ofrece algo más que comida: ofrece narrativa, identidad y pertenencia.
La apertura de este local llega además en un momento simbólicamente potente para la cocina mexicana: la Guía Michelin ha otorgado la semana pasada más estrellas a restaurantes en México, reconociendo formalmente lo que millones ya sabían: que la cocina mexicana no solo es patrimonio, sino también innovación, técnica, historia y corazón. Mientras decenas de chefs en Ciudad de México celebran sus estrellas, Pérez apuesta por volver al origen y llevar el taco, con toda su dignidad, al epicentro de Manhattan.
“Hay una conversación constante sobre lo que significa ser latino en Estados Unidos, y la cocina es parte fundamental de esa conversación”, asegura. “El mundo del taco está evolucionando muy rápido, y queremos ser parte de esa evolución desde un lugar auténtico”.
Con filas que se forman a diario, Santo Taco no solo es una nueva parada obligada para los foodies, sino un recordatorio del poder de la cultura latina cuando se cuenta con orgullo, sabor y visión. Mientras la alta cocina mexicana sube a los podios internacionales, este pequeño local en Nueva York recuerda a los miles de latinos que se encuentran en la “jungla de concreto” que el alma del taco sigue estando en la calle, en la memoria y en las manos de quienes lo hacen con respeto.
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