¿Y si ‘La familia de la tele’ era un caballo de Troya?
Si muchos de los que repudiaban a los herederos de ‘Sálvame’ hubiesen sabido que les iba a sustituir Jesús Cintora, habríamos tenido ‘chumineros’ hasta la jubilación de Lydia Lozano


Una amiga experta en mitología griega que sé que leerá esto me afeará que use al caballo de Troya con ligereza. El ardid de los aqueos no se ajusta exactamente a mi planteamiento, pero lo necesito porque era la clase de teatrillo que montaban en Sálvame cuando eran divertidos. Puedo imaginar a los Kikos con túnica y a Chelo tumbada en la panza de un caballo de corchopán. Así era el programa antes de volverse bronco y repetitivo. Un camarote de los Marx lisérgico en el que podía pasar cualquier cosa, pero en TVE no puede pasar cualquier cosa. Y si a esa gente desmedida le coartas la improvisación, se acaba el embrujo. El programa, que antes parecía una madrugada etílica, ahora era tan aburrido como un tardeo, esa moda que disfraza de diversión lo que solo significa que eres demasiado viejo para afrontar una resaca.
Creer que los herederos de Sálvame iban a romper los audímetros exigía ignorar que tras su cancelación en Telecinco no había solo una cuestión de línea editorial, sino audiencias que se desangraban.
El patinazo ha sido de órdago, o no. Y a partir de ahora lean esto con voz de Gloria Serra. ¿Y si ese era el plan? La familia de la tele fue un regalo para los que necesitan poco para vituperar a TVE por falta de imparcialidad. Hubo quienes vieron en él una herramienta del sanchismo; hasta llegó al Congreso. Las críticas eran feroces y TVE se vio obligado a cancelarlo. Y nada más lógico que buscar la solución en casa. El caballo de Troya se hizo añicos y de su interior emergió el siempre sonriente Jesús Cintora, escondido hasta entonces en la franja más recóndita de La 2. Puedo imaginar el estruendo que habría provocado anunciar desde el principio que Malas lenguas, azote del bulo y la conspiranoia, ocuparía una franja tan golosa, pero de golpe parecía algo tan sensato que hiperventilar resultaría sospechoso. ¿Otra vez pollo en el Congreso? —Aunque ahora mismo el pollo sea el menú principal del Congreso—. ¿Otra vez acusar a un programa de ser una herramienta del sanchismo? Y, peor, las audiencias han mejorado. Cómo quejarse ahora.
Si muchos de los que repudiaban a los herederos de Sálvame hubiesen sabido que les iba a sustituir Cintora, habríamos tenido chumineros hasta la jubilación de Lydia Lozano, estoy segura.
¿Casualidad o un movimiento maestro digno de unas mentes preclaras? Tiendo a pensar que lo primero, pero a veces es tentador abrazar la conspiranoia, aunque me lo afee Jesús Cintora.
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