Ir al contenido
_
_
_
_

Jesús Cintora, presentador de ‘Malas lenguas’: “Hay gente en los medios que se esmera más en la conspiración que en la investigación”

El programa de La 2 registra sus mejores datos desde su estreno y logra los más elevados de la cadena en esa franja en décadas, pero también genera críticas en torno a sus contenidos

El periodista y presentador Jesús Cintora, en el plató de 'Malas Lenguas', situado en la sede de  RTVE en Prado del Rey, Madrid.
Héctor Llanos Martínez

La historia se repite para Jesús Cintora (Ágreda, Soria, 48 años). Tal y como ocurrió con Las cosas claras en La 1, el periodista está al frente de un programa de actualidad en una cadena pública al que cada vez se suman más espectadores y que, al mismo tiempo, suscita cierta incomodidad y polémica a su alrededor, con el Consejo de Informativos de RTVE teniéndolo en su punto de mira. Se trata de Malas lenguas, formato de La 2 creado por El Terrat y La Osa Producciones y producido por Big Bang Media que desmonta bulos y combina sus contenidos de actualidad con toques de humor.

Este miércoles, el espacio marcó máximo histórico en La 2, con un 6% de cuota de pantalla. Es casi el doble de la media mensual del canal. La segunda cadena pública no lograba esas cifras en esa franja (de 19.00 a 21.00) desde hacía décadas, según los datos recogidos por Kantar Media. Su salto a La 1 del jueves por el especial informativo dedicado a la dimisión de Santos Cerdán llegó a un 10,2%. Se ha convertido en el claro candidato a ocupar las tardes de la primera cadena de RTVE, aunque Cintora asegura no anhelar un cambio a la cadena principal. El periodista ve esos resultados como algo relativo. “Me han quitado de otros programas aun teniendo mucha audiencia”, recuerda desde la redacción de su nuevo programa, situada en las instalaciones de la pública en Prado del Rey.

Pregunta. ¿Es un escéptico en cuanto a las audiencias?

Respuesta. Para mí, la televisión ideal sería sin audiencias. Viviríamos más felices. Entiendo que es una referencia obvia. Pero creo que cada ves más relativa por el hecho de que mucha gente consume información a través de otros lugares, como los teléfonos móviles. Por eso, desde el principio en Malas lenguas quisimos estar también presentes en redes sociales. Hoy en día cada vez se llega a la gente desde espacios más reducidos. Y hay que intentar ocupar el mayor número de espacios posibles.

P. Pero, entre los algoritmos y la IA de Google, cada vez es más difícil que un medio tradicional llegue a esos usuarios.

R. Estás entrando en un terreno que me parece oportuno para hablar de un asunto delicado: el de los filtros (o los agentes) que determinan qué llega y qué no llega a los ciudadanos. Por eso es importante la labor de un medio público.

El periodista y presentador Jesús Cintora, que lidera el programa 'Malas lenguas', en el plató de RTVE Prado del Rey de Madrid.

P. Su programa va en buena parte de desmontar bulos.

R. Hay bastante interés por confundir al personal. Sigue habiendo, incluso en este país, gentes que están en la comunicación desde un punto de vista corrupto, que consideran que la comunicación es lo que a ellos les interesa. Hay una industria claramente de la de la confusión, del bulo. Y mucha gente que está en la comunicación haciendo negocio con la conspiranoia; que se esmera más en la conspiración que en la investigación porque es lo que vende.

Hay una industria claramente de la de la confusión, del bulo

P. ¿Qué solución se le ocurre para este problema?

R. Contra la peste de los bulos, la educación y la cultura son fundamentales. La conspiranoia es a veces mucho más cómoda que esforzarse en leer para enterarse de lo que pasa.

P. “No seamos ingenuos. Hay programas, que pagamos todos, contra los bulos, y van con un bulo”, decía este domingo Iker Jiménez en Cuarto milenio, refiriéndose a la información sobre la falsa bomba lapa a Pedro Sánchez.

R. Pasopalabra. No estoy al tanto. No veo ese tipo de espacios.

P. ¿Se siente aludido con lo que dijo?

R. En eso no voy a entrar. Sigo esperando a que diga dónde están los cuerpos que había en [el aparcamiento de] Bonaire. Yo y mucha gente.

P. ¿Está de acuerdo en eso que dice Jiménez de que hay una guerra abierta entre periodistas?

R. No. Los periodistas y comunicadores somos meros intermediarios entre lo que ocurre y le llega a la ciudadanía. Informar puede llevar a todo el mundo, evidentemente, a equivocarse. Pero no es lo mismo cuando tú te equivocas en buena lid a cuando hay una pretensión nociva.

P. ¿Cuál es el objetivo de Malas lenguas?

R. En La 2 no tenemos pretensión de descubrir nada, ni de cambiar el mundo, ni de decirle a la gente lo que es la verdad de la vida. Estamos para contarle a la audiencia lo que pasa y para que eche unas risas. Nos atrevemos a contar aspectos que afectan a sectores del poder económico y político en los que a lo mejor otros no entran. No hacemos programas para decirles: “Esta es la luz, sigan por aquí el camino”. No somos mesías de nada. Simplemente, acompañamos con una enorme humildad.

P. ¿Así entiende el servicio público?

R. Mi madre, que es una fenómena, es casi como una codirectora más del programa. Está pegada al WhatsApp y me dice lo que le ha gustado y lo que no en el programa. Ella influyó mucho en mi vocación, porque tenía la radio puesta todo el día en casa. Y mi padre en el camión.

P. En el programa del miércoles, cuando hablaban del granizo que acababa de caer en varios puntos del país, usted recordaba una vez más al campo y a la España vaciada.

R. Me gusta decir que tengo dos carreras. Una es la del periodismo y la otra es la del camión. Pasé buena parte de mi vida en el camión con mi padre, desde niño hasta que me fui a la Universidad. Eso de madrugar de adolescente a las cuatro de la mañana para cargar camiones en verano o cargar en la obra con mi abuelo sacos de cemento de 50 kilos...

P. Pero fue un maestro de escuela quien le cambió la vida.

R. Imagínate en un pueblo de 3.000 habitantes dar con un maestro de escuela que amaba el periodismo. Yo quería ser periodista, pero por mucho que yo quisiera me tocaba trabajar en el campo. Él me marcó mucho. Nos puso a hacer un periódico en el cole que se llamaba Octavo al día, que es en el curso en el que estábamos. Él mandaba artículos míos al diario de Soria, siendo un niño de EGB. Y hacíamos un programa en clase con el que me tocó intervenir en Radio Nacional de España. Es una pena, pero nunca he podido encontrar esa grabación.

P. ¿Cómo se llama ese profesor?

R. Se llama José Vilda. Ahora tiene demencia [Toma una larga pausa para reprimir las lágrimas]. Me dio clase de Lengua, nos hacía recitar Machado, tan ligado a Soria. Nos puso a leer El Quijote en versión infantil. Yo soy un chaval de una familia donde prácticamente no se leía, solo se trabajaba un montón.

P. ¿De quién más ha aprendido?

R. Cuando llegué a estudiar la carrera coincidí con gente como David Beriain, que ya no está con nosotros. Como sabes, lo mataron y me tocó contarlo en directo. Luego pedí prácticas y acabé trabajando muy jovencito en La Ser. En esa época conocí a Iñaki Gabilondo y a Silvia Intxaurrondo.

P. Hace unos días, el agitador ultra Bertrand Ndongo atacó en redes a Intxaurrondo diciendo que pasaba mucho tiempo de rodillas.

R. Ladran, luego cabalgamos. Les define muy bien lo de ladrar. Todos estamos sujetos a las críticas, pero otra cosa es el insulto. Ahora existe ese goteo de la difamación continua, día a día, que te intenta destruir o desprestigiarte llenando la red de bulos. A veces, detrás de eso hay intereses de competidores, hay intereses de competidores, hay intereses de competidores.

No somos tan malos como algunos dicen, pero tampoco queremos que nos corten la lengua, que es lo que algunos quisieran"

P. Ha repetido tres veces que hay intereses de competidores, pero el propio Consejo de Informativos de Televisión Española ha anunciado una investigación en torno a Mañaneros 360 y Malas lenguas tras recibir quejas internas que les acusan de no ser imparciales. ¿Cómo se lo toma?

R. Mira, hoy he llegado a las 9.30 de la mañana, tenemos un programa a las siete de la tarde. Somos un equipo que está centrado en trabajar y en sacar esto adelante y en hacerlo mejor para la radiotelevisión pública. Y creo que lo estamos consiguiendo. La gente nos está viendo e intentamos hacer una labor con todo el respeto del mundo a quien nos paga, que es la ciudadanía. Estamos intentando hacer un servicio público. El programa se llama Malas lenguas. Y no, no somos tan malos como algunos dicen, pero tampoco queremos que nos corten la lengua, que es lo que algunos quisieran.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_