Bergoglio en la tele argentina: homenaje entre laxantes
En su país, para muchos, Francisco sigue siendo el bonaerense que predicó en las villas, al que homenajearon en el barrio de Flores tras su muerte, el hincha del equipo de San Lorenzo


Enciendo la televisión de la habitación de un hotel de la capital argentina. En un canal que desconozco hablan de Jorge Mario, de Bergoglio, porque para muchos sigue siendo el bonaerense que predicó en las villas, al que homenajearon en el barrio de Flores tras su muerte, el hincha del equipo de San Lorenzo. No es tanto el Papa de Roma, el enviado especial de San Pedro al Vaticano. Silvina Friera, periodista del diario Página 12, me ha contado que los seguidores del equipo papal, denominados cuervos, han decidido llevar al partido del sábado una camiseta especial dedicada a Francisco. Imagino que esa será una de las imágenes del fin de semana.
En otro canal hay un periodista apostado en la puerta del Oratorio San Antonio, donde nació el Club Atlético San Lorenzo de Almagro, donde minutos después comenzará una eucaristía. “Ya saben que el fútbol aquí es religión”, cuenta mientras el cámara señala a un grafitero que ha dibujado el rostro de Jorge Mario con notable resultado.
La CNN en español tiene todos los focos puestos en Roma, puro barroco y rito. “Acá le quiere todo el mundo”, cuenta una periodista argentina que es corresponsal en Italia y que está muy contenta porque ya ha visto un buen puñado de banderas albicelestes. El entrecomillado tiene su miga, porque acá, basta con poner la oreja de manera discreta, se nota el resquemor porque Jorge jamás volvió al país que le vio nacer desde que desembarcó en Italia.
En las tertulias de actualidad el salseo es notable y me resulta sorprendente la cantidad de anuncios de laxantes protagonizados por mujeres. Uno de ellos se llama Ciruelax y provoca mis carcajadas porque para este tipo de juegos de palabras siempre estoy disponible. Francisco está presente, pero mientras esperamos a que llegue el funeral del sábado en Roma y la misa en la catedral Metropolitana de Buenos Aires (y posterior procesión por la Plaza de Mayo), toca bifurcar el asunto. La efervescencia viene, cómo no, de don Javier Milei. El presidente argentino, que al parecer decidió una comitiva inicial formada por muy pocas personas, ha optado por llenar un avión con personas esenciales, mientras la única hermana viva del finado ha anunciado que no podrá acudir porque no tiene dinero para pagar el billete. Esto genera enorme decepción en algunos, que consideran que no solo es ella la que no puede faltar, sino que la comitiva debería estar formada también por los expresidentes del país.

Mientras, he escuchado a Milei llamar “liliputiense comunista” al gobernador bonaerense Axel Kicillof mientras está en plena gresca con Mauricio Macri, un señor de cuyo mandato no puedo hablar pero sí asegurar que gesticula mucho menos que el actual inquilino de la Casa Rosada. “Al rojo vivo: Milei lo cruzó a Macri”, titula uno de los canales. Milei es uno y trino. Aparece en los informativos, en las tertulias de actualidad y también bordea otros asuntos que ya sabía yo de su interés antes de aterrizar en este país.
Wanda Nara, mujer con tantas profesiones que solo se me ocurre decir de ella que es increíblemente famosa, ha publicado en un stories de Instagram un mensaje dirigido a Milei en el que le suplica que haga una ley para que dejen entrar a los perros en los supermercados. Algunos periodistas tiran de sarcasmo para pedirle a la buena señora que no moleste al presidente, que tiene muchas cosas que hacer por el país y este tipo de peticiones hay que realizarlas en otra ventanilla. Por el momento, el aludido no ha contestado. Quizá cuando vuelva de Roma.
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