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La pobreza y la exclusión social golpean más a las mujeres: 6,6 millones siguen en riesgo

La brecha de género apenas se reduce pese a la recuperación económica. En la última década, los hombres han mejorado un 30% más que ellas

Los riesgos de pobreza o exclusión social siguen afectando más a las mujeres que a los hombres en España. Aunque el país atraviesa un periodo de recuperación económica, ellos salen ganando más rápido y la brecha de género se mantiene prácticamente intacta. Así lo muestran los datos del estudio Feminización de la Pobreza, presentado este viernes por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social (EAPN). Según sus estimaciones, en 2024 la tasa AROPE —que mide el riesgo de pobreza o exclusión social— alcanza el 26,8% entre las mujeres, lo que equivale a 6,6 millones de personas, frente al 24,8% entre los hombres (5,9 millones). Patricia Durán, representante de la Comisión Permanente de EAPN España, destaca que la recuperación económica “no llega igual para hombres y mujeres”. Ellas arrastran trayectorias marcadas por interrupciones laborales, la parcialidad y los cuidados no remunerados, “lo que las deja sistemáticamente en desventaja”, subraya.

Mirar el conjunto de los datos revela una tendencia de fondo. En la última década, tanto mujeres como hombres han reducido su tasa AROPE, pero la mejora masculina es claramente superior: ellos han avanzado un 30% más que ellas. La tasa femenina cayó 3,8 puntos entre 2014 y 2024 (del 30,6% al 26,8%), mientras que la masculina lo hizo en cinco puntos (del 29,8% al 24,8%). El resultado es una brecha que se mantiene estable salvo en los momentos en los que la situación de los hombres empeora —y no porque las mujeres mejoran. Eso significa que la brecha de género tampoco se reduce incluso en épocas de crecimiento, como sucedió entre 2015 y 2019, tras la Gran Recesión. Cuando hay recuperación, ellos vuelven a despegar antes.

Para Durán, la reducción de la tasa AROPE no puede interpretarse como un verdadero avance porque las condiciones estructurales que colocan a las mujeres en mayor riesgo permanecen intactas. Señala que la tasa femenina no es aún más alta gracias al sistema de protección social que sostiene a las personas mayores, pero advierte que este colchón no existe para las generaciones jóvenes. “Los riesgos de pobreza están creciendo entre las mujeres jóvenes”, explica, y subraya la necesidad de un sistema básico de protección para la infancia. Cita el ejemplo de Polonia, que implantó un mecanismo similar y logró reducir sus niveles de pobreza.

La especialista también recuerda que la vulnerabilidad es más profunda en los hogares encabezados por mujeres. Según el estudio, uno de cada dos hogares monomarentales está en riesgo de pobreza o exclusión social. La tendencia se replica entre las mujeres migrantes, que enfrentan este riesgo en un 55,5% de los casos.

El indicador AROPE combina cuatro dimensiones: pobreza relativa (hogares con ingresos por debajo del 60% de la mediana nacional), carencia material y social severa, baja intensidad laboral en el hogar y pobreza severa (ingresos inferiores al 40% de la mediana). Este índice se elabora a partir de los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del INE. Para su análisis específico de género, EAPN ha cruzado esta información con otras fuentes oficiales, como la Encuesta de Población Activa (EPA), la Encuesta de Estructura Salarial y las estadísticas de pensiones del INSS. En todos los componentes analizados, la situación de las mujeres es más desfavorable.

La tasa de pobreza

Si se mira solo la tasa de pobreza —hogares que ingresan menos del 60% de la mediana nacional—, la desigualdad también se mantiene. Entre 2008 y 2024, el número de mujeres pobres ha descendido, mientras que el de hombres pobres ha aumentado. Sin embargo, esto no significa que ellas estén mucho mejor: la brecha se reduce sobre todo porque el empobrecimiento masculino ha crecido. En conjunto, la tasa de pobreza femenina bajó 0,8 puntos en ese periodo (del 21,2% al 20,4%), mientras que la masculina subió medio punto (del 18,4% al 18,9%). Hoy, algo más de cinco millones de mujeres viven en situación de pobreza, frente a unos 4,5 millones de hombres. “Tras la recesión de 2008, la brecha se reduce no porque las mujeres mejoren, sino porque la pobreza masculina aumenta con más intensidad debido a las políticas de austeridad”, subraya el informe.

La desigualdad se hace más visible entre las personas mayores de 65 años: la tasa de pobreza entre las mujeres de este grupo alcanza el 18,9%, muy por encima del 14,4% de los hombres. Esta diferencia es el reflejo de carreras laborales marcadas por trabajos a tiempo parcial, interrupciones y años dedicados a cuidados no remunerados. En las pensiones contributivas, la brecha es la mayor de la serie histórica: los hombres reciben una media de 1.510 euros al mes y las mujeres, 1.026. Son 484 euros menos.

Mercado laboral desigual

El mercado laboral continúa siendo un motor central de estas desigualdades, especialmente por la alta presencia de jornadas parciales involuntarias que recaen sobre las mujeres. Según el informe, tres de cada cuatro personas con empleo a tiempo parcial son mujeres. Su tasa de parcialidad alcanza el 21,4%, frente al 6,8% de los hombres, una diferencia que, apunta el estudio, muestra cómo el reparto de tiempo disponible sigue profundamente marcado por el género.

La relación entre empleo parcial y cuidados se hace aún más evidente en los hogares con menores. Cuando hay niños o adolescentes, la parcialidad femenina aumenta hasta el 23,6%, mientras que en los hombres apenas llega al 5,9%. El documento señala que, para ellas, reducir la jornada suele estar vinculado a las responsabilidades familiares, mientras que, para ellos, suele ser una decisión vinculada a la formación o a procesos de cualificación. De hecho, la formación o estudio aparece con mayor frecuencia como motivo del empleo parcial en el 22,3% de los hombres, frente al 9,8% de las mujeres.

Estas brechas en participación y tiempo de trabajo se convierten después en desigualdad salarial. En 2023, los hombres ganaron un salario bruto medio mensual de 2.468 euros, y las mujeres, de 2.063. Una diferencia del 16,4%, equivalente a 405 euros al mes. Una distancia que refuerza la posición más vulnerable de las mujeres dentro del sistema económico.

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Sobre la firma

Carolina de Lima
Nacida en Maceió, en la costa nordeste de Brasil. Estudió Derecho en la Universidad Federal de Alagoas y se especializó en Relaciones Internacionales en la Universidad de Sussex gracias a una beca Chevening. Hoy escribe en Sociedad y cursa el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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