El CEO de Ribera sobre los hospitales de Quirón en Madrid: “No están quebrados porque tienen a la Fundación Jiménez Díaz”
El grupo cuenta con tres centros en Madrid con el mismo sistema de Torrejón, pero uno con un modelo distinto: “La rentabilidad de la Jiménez Díaz es tan alta que compensa cualquier desequilibrio”
Durante la reunión que tuvo el pasado 25 de septiembre Pablo Gallart, consejero delegado de Ribera, con una veintena de mandos de la empresa y del Hospital de Torrejón para trasladarles la orden de recortes en el centro, apuntó al gran grupo que hace negocio con la sanidad pública en la Comunidad de Madrid: Quironsalud.
Antes de explicarles a sus subordinados las instrucciones de aumentar las listas de espera y buscar procesos rentables para aumentar el EBITDA, tal y como adelantó EL PAÍS, Gallart hace una extensa justificación de la mala situación económica del Hospital de Torrejón, que según dice, nunca dará beneficios.
En el turno de intervenciones, una de las presentes pregunta:
―¿Y dices que hay más concesiones aparte de Torrejón también con contratos capitativos [con un canon fijo anual por atender a su población] en Madrid?
―Sí, hay tres más, lo que pasa es que ellos no están quebrados porque tienen a la Fundación Jiménez Díaz que, de alguna forma, bueno, les permite optimizar, compartir recursos y, en fin, la rentabilidad de la Jiménez Díaz es tan alta que compensa cualquier desequilibrio.
―¿[...] por qué tenemos nosotros ese problema y otros no?
―Lo tienen también, pero no se les evidencia porque tienen mucha palanca en la Fundación Jiménez Díaz. Entonces eso les permite, pues bueno desde compartir profesionales, mover los resultados de un sitio a otro, optimizar, comprar juntos, hay una serie de palancas que no tenemos nosotros en Madrid, esa es la verdad.
Se refiere Gallart al ecosistema que Quirón tiene en la Comunidad. Cuenta con tres hospitales públicos medianos gestionados con el mismo sistema de Torrejón (Rey Juan Carlos, en Móstoles; Infanta Elena, en Valdemoro y General de Villalba, en Collado Villalba). En este modelo, la Administración paga un canon fijo por atender a una población (cápita), y suma o resta el saldo que resulte de las entradas y salidas de pacientes de otras áreas (no cápita).
Pero el gran hospital de Quirónsalud es la Fundación Jiménez Díaz, uno de los hospitales de mayor tamaño en la región, cuyo modelo es distinto: cobra por la actividad asistencial y no pierde dinero por las salidas de pacientes del área de referencia. Y es vista, como dice Gallart, como el gran negocio del grupo en Madrid. Quirón, que ha declinado hacer declaraciones, generó solo con ese hospital un derecho a cobro de 891 millones de euros de dinero público en 2024, según datos oficiales de enero de este año sobre la liquidación del presupuesto. Los otros tres hospitales de Quirón en la red pública facturan muy por debajo: 352 millones el de Móstoles; 169 millones en Valdemoro y 167 millones en Collado Villalba.
La Fundación, apodada La Concha porque antiguamente se la conocía como la Clínica de la Concepción, fue inaugurada por el médico Carlos Jiménez Díaz en 1955. Desde el principio esta clínica privada en el oeste de la capital estuvo vinculada al sistema público por medio de conciertos para que prestase asistencia sanitaria a los pacientes de la zona. Pronto se convirtió en uno de los buques insignias de la sanidad española por la visión innovadora de su fundador, pero a principios de siglo entró en suspensión de pagos al no poder responder a una deuda de 120 millones de euros. Entonces se produjeron dos acontecimientos que cambiaron la suerte del hospital: el rescate en 2002 con dinero de un fondo internacional en una operación liderada por Víctor Madera, que se convertiría más tarde en presidente de Quirón. Y el primer concierto singular en 2003 con la Comunidad de Madrid, poco después de que la Administración central traspasara la competencia de sanidad. En 2011, ese convenio fue renovado por 30 años.
El concierto singular asigna al centro hospitalario un ámbito poblacional para el que actúa, a todos los efectos, como hospital de referencia. En concreto, ahora asiste a una población de más de 461.000 habitantes de los distritos Centro, Arganzuela, Moncloa y parte de Fuencarral. Además, se contempla el pago extra por toda actividad de pacientes de otras zonas. El régimen económico del concierto se fundamenta en el abono de la actividad efectivamente realizada, conforme a unas tarifas que se revisan cada año, por lo que aquellos pacientes de su ámbito que no son atendidos en dicho centro no son objeto de control, al no realizarse sobre los mismos ni auditoria ni liquidación.
La red de hospitales de Quirónsalud dentro de la pública ha sido vista durante mucho tiempo como una ventaja frente al caso de Ribera Salud porque la primera empresa podía enviar los casos complejos de los hospitales medianos a la Fundación Jiménez Díaz, mientras que la segunda debe enviarlos a otros sitios, pagando por ellos.
Fuentes de Comisiones Obreras informan de que el tráfico es de doble vía: por un lado se traslada a los pacientes de los hospitales medianos a la Fundación, para pruebas y cirugías, pero también viajan los médicos y enfermeras de la Fundación a esos otros centros.
La Asociación Madrileña de Enfermería (AME) ha denunciado que estos traslados suponen un derroche en gasto de ambulancias que debe abonar el Servicio Madrileño de Salud. “Desde Villalba el hospital grande más cercano es el Puerta de Hierro de Majadahonda (a 18 kilómetros), pero Quirón los deriva a la Fundación (a 39 kilómetros)”, dice el presidente de AME, Víctor Jiménez. “El colmo fue en 2016 cuando hubo que cerrar al tráfico la Plaza de Cristo Rey, junto a la Fundación, porque aterrizó un paciente de Villalba en helicóptero, a pesar de que podían haberlo llevado al Puerta de Hierro, donde sí hay helipuerto”.
En estos casos los tres hospitales concesionados de Quirónsalud no son penalizados al perder un paciente de su cápita, añade el profesor emérito de la Escuela Nacional de Sanidad y exdiputado socialista en la Asamblea de Madrid, José Manuel Freire. “No hay facturación intercentros (Sermas-concesionados) porque no se envían pacientes a ningún hospital gestionado por el Sermas. Por tanto, es una solución conveniente para las cuentas de Quirónsalud”.
Tarifas
Otro aspecto diferencial son las tarifas que rigen para la Fundación. En 2018, la Cámara de Cuentas madrileña pidió rebajar esos precios por su elevado coste porque algunos tratamientos eran hasta seis veces superiores a los hospitales de gestión pública. El análisis de costes que hizo ese órgano autonómico de control financiero aparecía en un anteproyecto de informe sobre el gasto entre 2011-15 que fue filtrado en 2018, pero desapareció en el informe definitivo.
Al cobrar por actividad, a la Fundación también le interesa la captación de pacientes externos. Es el número uno en el ranking de hospitales madrileños en esta rúbrica. Los últimos datos disponibles, de 2023, indican que recibió 84.082 pacientes. Sus cifras son inalcanzables para los 24 hospitales 100% públicos. La suma de los pacientes externos de todos estos se queda muy corta: 23.045. La inmensa mayoría son hospitales cuyos pacientes huyen a la Fundación y los otros cuatro hospitales concesionados. La clave es la falta de incentivo para retenerlos. Muchos de estos hospitales cierran sus consultas y quirófanos por las tardes, pero los otros, que facturan por cada nuevo ingreso, trabajan a todo gas, incluso con citas de madrugada.
En el recuerdo de muchos en el sector sanitario madrileño están las palabras que pronunció su consejero delegado, Stephan Sturm, en 2016, después de comprar Quirónsalud. En una reunión con analistas bursátiles, recalcó algo de su nueva adquisición que le pareció notable por contraste con el negocio del grupo en Alemania, según unas actas a las que ha tenido acceso EL PAÍS: “Probablemente les sorprenda, pero los ingresos del lado público son más rentables que los del lado privado”.
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