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León XIV, sobre Trump: “No tengo planeado involucrarme en la política partidista”

El Papa se muestra muy cauto y descarta cambios de doctrina en su primera entrevista. “La enseñanza de la Iglesia continuará como está”, dice sobre el colectivo LGTBIQ+, y opina que “el abuso sexual no puede convertirse en el foco central de la Iglesia”

El papa León XIV celebra su audiencia general semanal en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, el miércoles.
Íñigo Domínguez

El papa León XIV desvela por primera vez en un libro su postura en algunos de los asuntos más controvertidos de la Iglesia y, como dejaba ya prever su actitud en los primeros cuatro meses de mandato, la línea es la prudencia y la continuidad de la línea de Francisco, pero sin hacer cambios en la doctrina. Robert Prevost habla de forma muy clara, evitando ambigüedades y subraya que su prioridad es aplacar las divisiones, tanto en la Iglesia como en el mundo.

El pontífice afirma, por ejemplo, que no habrá novedades en la postura de la Iglesia con la ordenación de mujeres, o hacia el colectivo LGTBI+. El ejemplo más claro, y que marca la mayor distancia con Francisco, es su actitud hacia Donald Trump, uno de los puntos que creaban mayores expectativas, siendo él estadounidense: “No tengo planeado involucrarme en la política partidista. La Iglesia no se trata de eso”. Y en otro pasaje, hablando de la polarización política, reitera: “No veo que mi papel principal sea el de tratar de ser el solucionador de los problemas del mundo”. En resumen, como se ha ido viendo, Prevost confirma que da un paso atrás en el papel combativo y de protagonismo, en primera línea, que caracterizó a su predecesor.

León XIV hace estas reflexiones en la primera entrevista larga que concede, a la periodista estadounidense Elise Ann Allen, incluida en el libro León XIV. Ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI, de 288 páginas, del que ya se han adelantado algunos extractos. Ha salido este jueves a la venta en Perú y la editorial Debate lo publicará en España el próximo 23 de octubre. Es una biografía del pontífice, con quien Allen hizo amistad en Perú a partir de 2018 durante sus investigaciones sobre los abusos en el grupo ultraconservador Sodalicio, luego disuelto por Francisco en 2025, un proceso en el que Prevost tuvo un papel importante. La entrevista ocupa las últimas 30 páginas del volumen.

Sobre cómo será su relación con la Casa Blanca, el Papa explica: “No me da miedo plantear temas que creo que son verdaderos temas del Evangelio”. No obstante, subraya que lo hará a través de los obispos de Estados Unidos, a quienes ve como interlocutores naturales de la Iglesia de cada país con sus gobiernos. “Sería imposible que el papa se involucrara en países de forma individual para decir ‘esto es lo que deberías estar haciendo, eso es lo que deberías estar pensando’”, apunta.

Pero en todo caso, el Papa tiende incluso su mano a Trump: “Si hubiera temas específicos en los que sí fuera posible comprometerme con él, no tendría ningún problema en hacerlo (…) para seguir planteando algunos de los temas, especialmente sobre cuestiones de dignidad humana, de promoción de la paz en el mundo, que a veces ha dejado claro que quiere hacer, en esos esfuerzos me gustaría apoyarlo”.

El papa León XIV dirige una vigilia de oración durante el Jubileo de la Consolación en la basílica de San Pedro, el lunes, en el Vaticano.

León XIV asegura que ya ha planteado al vicepresidente, J. D. Vance, en su visita a Roma, la cuestión de “la dignidad humana y lo importante que es para todas las personas, sin importar dónde nazcan, poder encontrar formas de respetar a los seres humanos”. “Evidentemente, hay algunas cosas que están ocurriendo en Estados Unidos que son motivo de preocupación”, señala el pontífice.

En cuanto a la situación en Gaza, el papa estadounidense-peruano, no se mueve de las últimas consideraciones de su antecesor sobre si la ofensiva israelí es o no un genocidio, aunque hay que tener en cuenta que la entrevista se realizó en verano: “La palabra genocidio se está usando cada vez más. Oficialmente, la Santa Sede no cree que podamos hacer ninguna declaración al respecto en este momento. Hay una definición muy técnica de lo que podría ser un genocidio, pero cada vez más personas están planteando la cuestión”. En cualquier caso, el Papa advierte: “Es tan horrible ver las imágenes en la televisión, ojalá algo cambiara esta situación. Ojalá no nos volvamos insensibles, porque no puedes soportar tanto dolor”.

Sobre el papel de las mujeres en la Iglesia, el pontífice dice sin rodeos que espera “seguir los pasos de Francisco, incluyendo la designación de mujeres en algunos roles de liderazgo”. Ahora bien, reconoce que la ordenación es “un tema polémico” y, por tanto, en su afán de no crear más tensiones, adelanta que se seguirá estudiando. Y concluye: “Creo que seguirá siendo un problema. Yo, por el momento, no tengo la intención de cambiar la enseñanza de la Iglesia sobre el tema”.

Lo mismo ocurre con otro tema muy debatido en la Iglesia, la postura de la Iglesia hacia el colectivo LGTBIQ+: “No tengo un plan en este momento”, contesta sin rodeos. Pero, de nuevo, opina que “cualquier tema relacionado con las cuestiones LGBTQ es altamente polarizador dentro de la Iglesia (…), estoy tratando de no seguir promoviendo la polarización en la Iglesia”.

Identidad sexual

Aun así, el Papa se extiende en algunas reflexiones sobre la cuestión: “Recuerdo algo que un cardenal de la parte oriental del mundo me dijo antes de ser papa, sobre que ‘el mundo occidental está obsesionado con la sexualidad’. Para algunas personas, la identidad de una persona implica solo la identidad sexual, y para muchas personas, en otras partes del mundo, ese no es un tema principal en términos de cómo debemos tratarnos unos a otros”. Pero en todo caso, especifica que sigue a Francisco, que dijo “muy claramente”: “Todos, todos, todos”. “Todos están invitados a entrar, pero no invito a una persona porque sea o no de una identidad específica. Invito a una persona porque es un hijo o una hija de Dios”, razona Prevost. “Todos son bienvenidos y vamos a conocernos y a respetarnos. La gente quiere que la doctrina de la Iglesia cambie, quiere que las actitudes cambien. Creo que tenemos que cambiar las actitudes, antes incluso de pensar en cambiar lo que la Iglesia dice sobre cualquier pregunta dada. Me parece muy improbable, ciertamente en un futuro cercano, que la doctrina de la Iglesia cambie en términos de lo que enseña sobre la sexualidad y el matrimonio”, dice zanjando la cuestión. En cambio, cree que la prioridad es apoyar la familia tradicional (“La familia es padre, madre e hijos”, precisa), como pilar de la sociedad.

Recuerda, en esta línea, que ya ha hablado de matrimonio, que es de un hombre y una mujer, “pero incluso al decir eso, entiendo que algunas personas se lo tomarán mal”. Explica que negar el matrimonio al colectivo LGTBIQ+ “no significa que esas personas sean malas”. “Entiendo que este es un tema muy polémico y que algunas personas harán exigencias para decir ‘queremos el reconocimiento del matrimonio gay’, por ejemplo, o ‘queremos el reconocimiento de las personas que son trans, para decir ‘esto es oficialmente reconocido y aprobado por la Iglesia’. Los individuos serán aceptados y recibidos. (…) La enseñanza de la Iglesia continuará como está, y eso es lo que tengo que decir al respecto por ahora”.

El Papa también opta por un repliegue en la lucha contra la pederastia del clero, algo que ya había comenzado a hacer Francisco. En síntesis, dice que ya su predecesor “reconoció la importancia del problema, pero, al mismo tiempo, que el tema del abuso sexual no puede convertirse en el foco central de la Iglesia”, argumenta. “No podemos hacer que toda la Iglesia se centre exclusivamente en este tema, porque esa no sería una respuesta auténtica a lo que el mundo necesita en términos de la misión de la Iglesia”.

Opina que hay todavía “algunos problemas graves, en cuanto a la protección de menores y cómo responder a la crisis”, pese a que han transcurrido 23 años desde el caso de la Iglesia de Boston que dio inicio al escándalo en todo el mundo. “Esto seguirá tomando tiempo, porque las víctimas deben ser tratadas con gran respeto y con la comprensión de que aquellos que han sufrido heridas muy profundas a causa de los abusos a veces llevan esas heridas durante toda su vida”. Cree que sería “ingenuo” pensar que basta con una compensación económica o despedir al sacerdote para que las “heridas simplemente fueran a desaparecer”.

Sin embargo, luego precisa que “uno de los factores que complican esto, y sobre el que la gente empieza a manifestarse cada vez más, tiene que ver con que los acusados también tienen derechos, y muchos de ellos creen que no se han respetado”. “Las estadísticas muestran que más del 90 % de las personas que se presentan y hacen acusaciones son víctimas auténticas. Dicen la verdad. No se lo están inventando. Pero también ha habido casos probados de algún tipo de falsa acusación. Sacerdotes cuyas vidas han sido destruidas por ello”, asegura. Por eso indica, hablando de la excesiva duración de los procesos canónicos, que “un sistema de justicia fiable que respete los derechos de todos lleva tiempo”. “El hecho de que la víctima se presente y haga una acusación y que la acusación sea presumiblemente precisa, no elimina la presunción de inocencia. Así que los sacerdotes también tienen que ser protegidos, o la persona acusada tiene que ser protegida, sus derechos tienen que ser respetados. Pero siquiera decir eso a veces es causa de un mayor dolor para las víctimas”, admite. “De modo que estamos en una especie de aprieto ahí”.

El Papa también reconoce que es frecuente no saber gestionar el trato con las víctimas: “La Iglesia no siempre ha encontrado la mejor manera de manejar, de procesar eso con ellas. Muchos de nosotros somos, quizá, todavía novatos aprendiendo cuál es la mejor manera de acompañar a estas personas en su dolor. Pienso que esa es una de las áreas en las que seguimos necesitando la ayuda de profesionales”.

Prevost también aborda una de las batallas internas azuzadas por el bando más conservador, la recuperación de la misa en latín, pero advierte que la cuestión se ha ido de las manos: “Sé que parte de ese problema, desafortunadamente, ha hecho —de nuevo, parte de un proceso de polarización— que algunos usen la liturgia como una excusa para promover otros temas. Se ha convertido en una herramienta política”. Opina que sobre este tema se puede hablar para llegar a un acuerdo razonable.

El Papa también avanza que en la reforma de la Curia que emprendió Francisco necesita retoques (“algunas de las decisiones que se tomaron que probablemente necesiten cierto ajuste”), y revela que las finanzas del Vaticnao no están tan mal como se cree, aunque “hay un fondo de pensiones que debe ser analizado”.

Otro tramo de la entrevista se dedica a la inteligencia artificial, que preocupa mucho al Papa: “Va a ser muy difícil descubrir la presencia de Dios en la IA. En las relaciones humanas, podemos hallar al menos signos de la presencia de Dios”. Por ejemplo, cita el respeto mutuo, la importancia de la familia y de los valores de la igualdad, y de vivir y trabajar juntos en paz. También le alarman las noticias falsas y confiesa no tener “mucha tolerancia” con quien habla de hechos alternativos: “No, los hechos son hechos”. Relata, como anécdota, que tras ser elegido alguien le preguntó si estaba bien, porque había sabido que se había caído por las escaleras: “No, no me caí, pero había un video en alguna parte donde habían creado a este papa artificial, a mí, cayendo por un tramo de unas escaleras”. “¿Por qué está toda esta gente consumiendo estas fake news? Algo está pasando ahí. La gente quiere creer en conspiraciones, la gente quiere buscar todas estas cosas falsas, y eso es muy destructivo”, comenta.

Por último, revela que alguien le pidió recientemente permiso para crear “una versión artificial de mí”, un sitio web donde se podían tener audiencias personales con el papa, que les daría respuestas a sus preguntas. “Yo dije: ‘No voy a autorizar eso’. Si hay alguien que no debería ser representado por un avatar, me parece, es el Papa”, concluye.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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