Claves de un verano sin infestados por el Virus del Nilo en Andalucía: trampas, fumigación y control en invierno
La prevención ha evitado una propagación como la de 2024, que causó 11 muertes, pero los expertos piden cautela porque el riesgo dura hasta noviembre


Los vecinos del bajo Guadalquivir llevaban desde principios de junio conteniendo el aliento, poniendo a punto las mosquiteras y controlando que no se formaran charcos de agua en sus macetas. Ninguno quería estar expuesto a la picadura de un mosquito y al riesgo de poder contraer el virus del Nilo y acabar como alguno de los 10 vecinos que fallecieron por la infección de ese patógeno el año pasado, en el brote más letal de Andalucía. El invierno suave, la primavera lluviosa y que todas las hectáreas de arrozales se hubieran sembrado, el coctel perfecto para la proliferación de ese insecto, portador del virus, tampoco invitaban a los mejores presagios. Sin embargo, agosto está terminando y no se ha detectado, hasta el momento, ningún caso en humanos en esta comunidad ―y solo uno en caballos en la provincia de Almería―. La clave principal reside en la anticipación por parte de las administraciones, que han implementado medidas de control desde el invierno y se han coordinado en las tareas de detección y fumigación.
“Se han puesto en marcha medidas de control que en algunos municipios estuvieron vigentes todo el invierno y en otros empezaron en marzo, nada que ver con el año pasado cuando no se realizó ningún tratamiento hasta que ya hubo brotes en humanos. Este año las actividades de control se han anticipado a las de detección y eso le ha complicado mucho la vida a los mosquitos”, explica Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana-CSIC y uno de los mayores especialistas en transmisión de enfermedades infecciosas a través de mosquitos, quien también apunta a otro factor natural: “La circulación fue tan grande el año pasado, que estamos detectando una prevalencia de anticuerpos en las aves, que son reservorios para la transmisión del virus”.
La extensión del control al invierno es una de las principales novedades del programa anual de vigilancia sobre el virus del Nilo, que cada año elabora la Junta de Andalucía. “No podíamos esperar a la temporada caliente, es decir, después de primavera, para empezar a trabajar”, indica José Marchena, jefe de servicio de Salud Ambiental de la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica, quien destaca cómo otro de los hitos del plan que la vigilancia entomológica no solo se haya adelantado en el tiempo, sino que se haya extendido a todas las provincias andaluzas, lo que ha permitido detectar focos en municipios de Almería, muy alejados del bajo Guadalquivir, la zona donde se concentraron los dos brotes de 2020 y 2024.
El verano pasado fue el que más casos de contagios por virus del Nilo registró en España, 157 en total (118 se notificaron en Andalucía), de los que 11 fueron letales (10 fallecidos en Andalucía, todos en la provincia de Sevilla, y uno en Extremadura). En el primer gran brote, en 2020, se consignaron 77 casos en total y siete muertes en la región andaluza. Entre estos años solo hubo casos esporádicos.
En lo que va de 2025 en Andalucía no se ha dado ningún caso en humanos, aunque sí se ha detectado circulación en la provincia de Almería ―donde primero hubo constancia de presencia de mosquitos portadores el 21 de junio― y en las últimas semanas en algunos municipios de la provincia de Sevilla y en Jerez de la Frontera. Este mismo viernes la Junta informaba de capturas en La Puebla del Ríos (Sevilla), en Pulpí y Mojácar (Almería). Solo en Extremadura se han detectado este verano dos casos en humanos, uno clínico, que desarrolló síntomas, y otro asintomático.
“Todavía no tenemos suficiente conocimiento para saber por qué un año el virus puede tener mayor incidencia en el ser humano que otros, pero lo que sí es un hecho es que vamos a tener que convivir con el vector, porque ya es endémico y está aquí, por lo que habrá casos”, advierte Marchena que pide cautela porque “hasta finales de octubre y principios de noviembre seguimos dentro del ámbito de cómputo anual, donde podemos tener mayor probabilidad de que puedan aparecer casos”.
En los municipios del bajo Guadalquivir, como la Puebla del Río, uno de los epicentros de los dos brotes de virus del Nilo de la comunidad, el miedo de finales de primavera a volver a sufrir un brote como en 2024 ha dado lugar a una calma tensa. “Estamos sorprendidos de que no haya habido ningún caso, pero a la vez nos sentimos contentos, porque vemos que después de lo del año pasado, todas las administraciones han tomado conciencia, de que esto es un problema de salud pública, que nos afecta a todos, más allá de a quién le corresponden las competencias sobre lo que hay que hacer”, señala Juan José Sánchez Silva, portavoz de la Plataforma ciudadana Lucha contra el Virus del Nilo, que el verano pasado protagonizó movilizaciones en los municipios más afectados, demandando soluciones concretas y coordinación a la Junta, a la Diputación y a los municipios. “Al menos nuestras reclamaciones no han caído en saco roto”, añade.
Una coordinación que sí ha sido efectiva este año. En el caso de la provincia Sevilla, tras los enfrentamientos que protagonizaron Junta (PP) y Diputación (PSOE), esta entidad supramunicipal ha desplegado un plan de seis millones de euros para fumigar las zonas periurbanas a más de un kilómetro y medio de los municipios donde hay una mayor concentración de mosquitos y arrozales. “Debemos proteger a los 500.000 vecinos de la zona de la comarca de especial incidencia”, señala Gonzalo Domínguez, diputado de Servicios Públicos. Un ejemplo de esa coordinación se dio a principios de agosto, cuando se detectó el primer caso de un mosquito con virus del Nilo en este territorio, en una de las trampas de Castilblanco de los Arroyos. “La Junta nos dijo que había que reforzar la actuación, así que pedimos que nos autorizaran a fumigar las tablas de arroz y junto con la asociación de arroceros, que también se ofrecieron, fumigamos toda la extensión”, explica.
“Nosotros solos no podíamos asumir el control del virus, se lo veníamos diciendo a la Junta en los últimos años, que esto era un problema de salud pública que trascendía del ámbito municipal, y que no teníamos los recursos materiales ni humanos para fumigar”, recuerda Lola Prósper, la alcaldesa de La Puebla, sobre la reivindicación de los municipios del bajo Guadalquivir de los últimos años para implicar a todas las administraciones en la lucha contra el virus del Nilo, que llegó hasta los tribunales, donde la justicia dio la razón a la Junta en este caso, indicando que la competencia de los planes antiplaga era local. “El año pasado se actuó tarde, pero este año sí ha habido una buena prevención gracias al trabajo que se lleva haciendo todo el año, que era otra cosa que reclamábamos, que esto es un asunto que debe ocupar los 365 días”, abunda.
Refuerzo de la vigilancia en humanos
Marchena pone en valor esa coordinación, que este año se ha extendido a todas las Diputaciones de la comunidad, al haberse ampliado el número de trampas ―de 27 a 106― distribuidas en todas las provincias. Esa ampliación del control ha permitido detectar los casos en la provincia de Almería, en la parte opuesta al bajo Guadalquivir, que es la zona endémica del mosquito. Se trata, sin embargo, de una variante distinta de la que está circulando en la provincia de Sevilla, advierte Figuerola. “Es virus del Nilo también, pero es un linaje distinto, que viene de Europa y que el año pasado ya se detectó y que ha seguido circulando este año”, explica el investigador.
Las medidas implantadas este año no solo se centran en la prevención y control de las plagas, también ponen el foco en la información y divulgación a los ciudadanos. La Diputación de Sevilla ha puesto en marcha una aplicación para que los vecinos puedan conocer si hay mosquitos portadores circulando por su zona, los tratamientos que se están llevando a cabo y consejos médicos. Por otro lado, las farmacias andaluzas, en colaboración con la Consejería de Salud, también se han implicado asesorando a sus clientes sobre medidas de prevención y atendiendo a las consultas sobre posibles síntomas que les trasladaba.
La vigilancia en humanos también se ha reforzado por parte de la administración andaluza para poder detectar casos precoces y evitar que el virus pueda propagarse en personas de riesgo ―el patógeno provoca un 0,1% de muertes entre los infectados y el 80% de los casos son asintomáticos―. “Cualquier caso sospechoso se analiza”, precisa Marchena. Hasta la fecha, en Andalucía se han realizado 259 pruebas en pacientes que podían presentar síntomas y todas han resultado negativas. “Actualmente hay siete personas ingresadas con meningoencefalitis a las que también se le están haciendo estudios”, añade.
El año pasado por estas fechas Andalucía lamentaba la muerte de cinco personas por virus del Nilo. Este año, aún no se ha detectado ningún contagio. La prevención parece la clave, pero todos los expertos llaman a la prudencia y a seguir con la nueva estrategia. “No hay que relajarse, hay que aprender de cómo ha funcionado este año e ir adaptando las medidas, porque el virus va a seguir circulando y el año que viene puede hacerlo con más fuerza, en la medida en que los pájaros no tengan inmunidad”, advierte Figuerola.
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