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Alerta en Andalucía por el virus del Nilo: la Junta y los expertos advierten de un alto riesgo de transmisión

Tras la muerte de 11 personas en 2024 y las intensas lluvias de esta primavera, se fumigará más territorio para matar a los mosquitos propagadores del patógeno

Virus del Nilo Andalucía
Javier Martín-Arroyo

El riesgo de transmisión del virus del Nilo en Andalucía, sobre todo en las comarcas del Bajo Guadalquivir (Sevilla) y la Janda (Cádiz), será alto este verano. Tras las 11 muertes registradas el año pasado por picaduras de mosquitos, las suaves temperaturas registradas este invierno y las intensas lluvias de la primavera han puesto una alfombra roja para que el número de mosquitos se multiplique y aumente el riesgo de transmisión a los humanos, según alertan los científicos expertos y la Junta (PP).

“Venimos de una circulación [del virus] muy alta en 2024 y ha llovido mucho esta primavera. Las condiciones son muy buenas para la proliferación de mosquitos, hay que estar muy atentos y vigilantes porque el riesgo es alto”, advierte Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), especializado en ecología de campo y dinámica de transmisión de enfermedades infecciosas a través de mosquitos.

El invierno en el Bajo Guadalquivir, donde se concentraron los dos brotes de 2020 y 2024 con 19 muertos, ha sido suave. Y esa falta de frío favorece la multiplicación de los mosquitos, así como las intensas precipitaciones, que generan más zonas con aguas estancadas donde se reproducen las larvas. Este invierno la temperatura media máxima en La Puebla del Río, epicentro de las infecciones a 15 kilómetros al suroeste de Sevilla, ha sido de 17,5 grados, más baja que los años anteriores con 19,2 grados en 2024 y 18,4 grados en 2023, pero por encima de la media de los últimos 23 años. Sin embargo, el principal factor que puede impulsar la reproducción del insecto es que desde octubre ha llovido 554 litros por metro cuadrado, cuando se recogieron 449 litros en 2024 y 184 en 2023 en los mismos meses, según datos de su estación meteorológica.

Es una incógnita saber si la oleada de casos de enfermos, sobre todo personas mayores, se repetirá este verano. De momento, parece claro que las condiciones son favorables para que los mosquitos se reproduzcan a gran velocidad, y luego está por ver la eficacia de las fumigaciones masivas de las administraciones y la precaución de los vecinos para evitar las picaduras con repelentes y mangas largas en pleno verano. Las dos comarcas de especial seguimiento del virus son el Valle del Guadalquivir, con medio millón de habitantes repartidos en 15 municipios, y la Janda, con 90.000 vecinos al suroeste de la provincia de Cádiz. Ambas suman el 7% de la población andaluza.

El pánico cundió el pasado agosto tras las dos primeras muertes y una manifestación exigió tratamientos larvicidas para matar los gusanos de los mosquitos y su superpoblación. “Me mudé de Coria del Río a Mairena del Aljarafe porque le cogí miedo al virus tras los casos de niños pequeños”, explica David Artiaga. La última oleada de casos provocó 10 muertos en Sevilla y uno en Extremadura.

Proceso de identificación de mosquitos y flebotomos, en la Estación Biológica de Doñana, en Sevilla.

El verano pasado las administraciones reaccionaron tarde después del segundo brote tras el de 2020 y las fumigaciones llegaron cuando la población adulta de mosquitos ya estaba disparada, según criticaron los expertos. Ahora parece que las disputas entre la Junta (PP) y la Diputación de Sevilla (PSOE) se han aparcado y esta última ha invertido seis millones de euros en un contrato para 2025 y 2026 que fumigará las zonas periurbanas de estos municipios en peligro de infecciones, con avionetas y equipos de técnicos a pie de calle.

“Nos desplegamos como el Ejército, de manera secuencial: ahora tenemos dos equipos, en seis días pasaremos a cuatro y en junio serán 12 equipos con biólogos, veterinarios, farmacéuticos e informáticos”, avanza José Antonio Hidalgo, director general del área supramunicipal de la Diputación sevillana, que empezó a fumigar hace un mes. Este verano los vecinos contarán con una aplicación informática que detallará la expansión estimada de los mosquitos en cada municipio y los consejos médicos para evitar la transmisión.

Tras la sequía de años anteriores, en 2024 los arroceros cultivaron 27.000 hectáreas, algunas de ellas cercanas a las poblaciones ribereñas del Guadalquivir, lo que multiplicó el riesgo. Este año, con el mes de marzo más lluvioso de la historia en la provincia sevillana, los arroceros tienen previsto inundar todas sus parcelas, 36.500 hectáreas, según fuentes del sector, por lo que los mosquitos tendrán más superficie de agua estancada para sus larvas.

En paralelo a los científicos, la Junta andaluza también alerta a la población de que se aproxima “un incremento importante” de los mosquitos, según avanzó el director general de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica, Manuel Fernández. Ante el aumento del riesgo de transmisión del patógeno, el Gobierno andaluz ha actualizado su plan de acción al adelantar la vigilancia entomológica a mayo ―un mes antes que en 2024―, informa Eva Saiz. Este sistema de control está basado en el trampeo de mosquitos y búsqueda del virus, mediante PCR. La Junta ha extendido el período de control y el número de trampas ―de 27 se pasa a 120―, además de la extensión del territorio, que incluye las ocho provincias andaluzas.

En Huelva, a diferencia de Sevilla, hace años que un equipo de 60 personas se dedica todo el año a vigilar y controlar las poblaciones de mosquitos de manera preventiva en superficies como las marismas. “Es una labor titánica, identificamos las zonas de cría en ámbitos rurales, silvestres o urbanos con tratamientos para larvas y adultos en el alcantarillado, fuentes, garajes inundados, depuradoras o solares abandonados”, explica Francisco Cáceres, biólogo y jefe del servicio de control de plagas de la Diputación onubense.

Manifestación de la Plataforma ciudadana de Lucha contra el virus del Nilo, el pasado verano.

Mientras, el Ayuntamiento de Sevilla (PP) ha invertido este año 105.000 euros para vigilar y detallar las poblaciones de mosquitos en su término municipal, y en paralelo efectuar tratamientos el próximo mes. “Llegamos a tiempo porque los trabajadores municipales están tratando las aguas estancadas. Hasta hace pocas semanas no hemos recibido instrucciones sobre diagnóstico y vigilancia del mosquito del virus por parte de la Junta”, alega un portavoz municipal. El patógeno viaja gracias a las aves migratorias y la picadura del mosquito lo traslada de la sangre de las aves a los humanos. Por eso las poblaciones más expuestas son las de localidades cercanas a humedales o arrozales.

El principal factor ambiental para que los mosquitos se expandan son los inviernos cálidos con temperaturas suaves, según demuestran Figuerola y otros investigadores de la Estación Biológica de Doñana en un reciente artículo científico en la revista One Health. “Por primera vez tenemos una visión global de la distribución de mosquitos en Europa y esto nos permite focalizar la vigilancia del virus. Los inviernos más atemperados y suaves hacen más probable la presencia de esas especies de mosquitos y la circulación del virus”, precisa Figuerola, que lleva 22 años estudiando estos insectos.

El problema derivado de este estudio científico es la evidencia de que el virus del Nilo irá a más en Europa, ya que el cambio climático provoca que los inviernos sean cada vez menos fríos en países como España, Italia, Grecia o Rumanía. Por tanto, los millones de mosquitos que pueden transmitir el virus crecerán con los años. Transmitido por el mosquito del género Culex, común en nuestro medio, carece de vacuna o tratamiento. El patógeno provoca un 0,1% de muertes entre los infectados, un 1% de inflamación en las meninges y el cerebro [meningoencefalitis], un 20% de fiebre controlable y un 80% de casos asintomáticos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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