Una nueva arquitectura institucional para el Sistema Nacional de Salud (SNS)
La cronicidad, la escasez de profesionales, la desigualdad territorial, la fragmentación organizativa hacen preciso repensar el sistema sanitario

En un momento en el que el Estado del Bienestar se enfrenta a desafíos estructurales históricos, el Sistema Nacional de Salud (SNS) sigue siendo uno de los pilares fundamentales y mejor valorados por la ciudadanía. Sin embargo, los reconocimientos no bastan para sostener una estructura que, aunque resistente, muestra claros signos de fatiga. El envejecimiento poblacional, la cronicidad, la escasez de profesionales, la desigualdad territorial, la fragmentación organizativa o la lenta adopción de tecnologías digitales y terapias innovadoras hacen preciso repensar la arquitectura institucional del SNS para preservar su legitimidad y capacidad transformadora.
Frente a este escenario, una iniciativa audaz, quizás disruptiva: la creación de una Corporación Pública de Servicios Sanitarios. Una entidad pública de nueva generación que ofrezca servicios estratégicos compartidos y de cooperación entre las comunidades autónomas para reforzar la cohesión, la equidad y la capacidad transformadora del SNS. No se trata de recentralizar competencias, sino de construir una gobernanza cooperativa y profesional, ágil y con la potencia suficiente para dar respuesta a los retos sistémicos desde la inteligencia institucional. Una nueva identidad global.
Esta propuesta se inspira en principios de subsidiariedad, federalismo cooperativo y aprendizaje institucional compartido. La literatura internacional reciente, como los trabajos publicados en The Lancet, señalan que los sistemas de salud resilientes requieren estructuras transversales capaces de coordinar, integrar y acelerar procesos de cambio sin recurrir a jerarquías centralistas que algunos promueven.
Colaborar sin invadir
La Corporación tendría naturaleza de entidad pública institucional de carácter estatal, con personalidad jurídica propia, autonomía funcional y adhesión voluntaria por parte de las comunidades. Estaría funcionalmente adscrita al Ministerio de Sanidad, pero gobernada de forma plural y técnica por las autonomías adheridas. Su Consejo Rector incluiría a esas comunidades, al municipalismo, profesionales sanitarios, pacientes y expertos independientes. La dirección ejecutiva sería elegida por concurso público y evaluada por resultados, no por afinidades políticas.
El modelo de salud en España descentralizado por diseño y por convicción, gestionado por un modelo de Corporación que no vendría a sustituir a los servicios de salud autonómicos, sino a complementarlos con una gobernanza cooperativa que añadiría nuevas capacidades estratégicas, con servicios comunes de alto valor añadido, como logística y compra centralizada, evaluación de tecnologías sanitarias, incorporando innovación, políticas de recursos humanos y formación, salud digital o apoyo a la planificación y salud pública.
Una entidad pública institucional independiente, de adscripción voluntaria y base legislativa sólida. Cada comunidad autónoma decidiría si se incorpora y en qué áreas desea colaborar para añadir valor. Así, se respetaría el principio de subsidiariedad y se reforzaría el modelo autonómico con herramientas que lo hagan más sostenible, más equitativo y más preparado para los retos del futuro. El modelo de financiación de la Corporación combinaría fondos estatales finalistas, aportaciones de las comunidades para el cumplimiento de sus funciones y el acceso a programas europeos.
Su misión: prestar servicios comunes, impulsar la transformación digital y organizativa del SNS y convertirse en un referente técnico y estratégico en ámbitos clave para el futuro de la sanidad. Proporcionaría una clara vocación de innovación organizativa, impulso de la I+D+I y de transferencia tecnológica para contribuir a la economía del conocimiento y a la soberanía tecnológica que promueve Europa.
El propósito último sería dotar al SNS de una nueva institucionalidad que permita compartir inteligencia, generar economías de escala y facilitar transformaciones que cada comunidad autónoma, por sí sola, difícilmente podría afrontar. Se fortalecería la soberanía técnica y la capacidad colectiva para responder a retos complejos como el déficit estructural de profesionales, la digitalización o la transición epidemiológica.
¿Por qué ahora?
Porque los desafíos cada vez más complejos, los márgenes de maniobra más estrechos y las necesidades más acuciantes. La transición demográfica, la digitalización, la incorporación de nuevas tecnologías, requieren soluciones coordinadas. Ninguna comunidad autónoma puede afrontarlos sola con eficacia. Y el Estado, sin mecanismos cooperativos que se hayan mostrado eficaces, tampoco puede acompañarlas como debiera.
Este modelo, lejos de imponer uniformidad, aspira a sumar capacidades, compartir inteligencia y generar economías de escala, respetando siempre la diversidad y la autonomía territorial. Se inspira en experiencias internacionales de cooperación sanitaria entre niveles de gobierno y se alinea con el horizonte europeo de soberanía tecnológica y evaluación basada en datos.
Riesgos reales, ventajas mayores
Como toda propuesta transformadora, esta idea deberá gestionar resistencias legítimas: temores a la recentralización, dudas sobre su utilidad o reticencias profesionales. Por eso, su diseño se debe basar en una lógica de voluntariedad, no invasividad y orientación a resultados. La clave estará en su credibilidad técnica, su capacidad para aportar valor añadido y su legitimidad democrática.
Habrá quien tema una recentralización encubierta o quien vea una amenaza a la autonomía de gestión. Pero también es real el riesgo de mantener el statu quo y seguir improvisando reformas sin instrumentos eficaces. El verdadero desafío es diseñar una institución que no sea un nuevo ente burocrático, sino un motor de profesionalización, innovación y resultados medibles.
Si se construye con claridad jurídica, agilidad operativa y legitimidad compartida, la Corporación Pública de Servicios Sanitarios puede convertirse en una pieza clave para reforzar la resiliencia del SNS, evitando duplicidades, fortaleciendo capacidades técnicas y permitiendo una mejor interlocución con Europa y el resto del mundo.
Una oportunidad para el consenso
La sanidad es una política de Estado. La propuesta de una Corporación Pública no es de izquierda ni de derechas: es una herramienta moderna, cooperativa y realista para sostener lo que más valoramos como sociedad. No se trata de uniformizar, sino de cooperar con inteligencia y voluntad transformadora.
España necesita actualizar sus instituciones sanitarias. No para imponer uniformidad, sino para cooperar con inteligencia en un entorno de alta complejidad. La Corporación Pública de Servicios Sanitarios puede ser esa herramienta moderna, técnica y flexible que refuerce el SNS sin erosionar su pluralidad. Una arquitectura compartida para una sanidad pública más cohesionada, más equitativa y más preparada para el siglo XXI.
Quizá ha llegado el momento de imaginar una nueva institucionalidad sanitaria para una nueva etapa del SNS. Una que respete lo construido, pero que también se atreva a innovar en el terreno más difícil: el de las estructuras públicas para un nuevo tiempo donde se garantizan derechos.
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