La mujer que acusa al campeón olímpico Gervasio Deferr de agresión sexual lamenta que la serie sobre su vida le muestre “como ejemplo de superación”
Tras la decisión de Atresmedia de emitir ‘El gran salto’, la exdeportista denuncia en una carta que la agredió siendo menor de edad. El abogado del deportista afirma: “Esos hechos nunca ocurrieron”

Hace un par de semanas L. escribió un comunicado al que EL PAÍS ha tenido acceso este martes. Se llama Carta abierta sobre la glorificación pública de un violador y maltratador, y lo escribió antes de la emisión de El gran salto, serie sobre el exgimnasta y triple medallista olímpico Gervasio Deferr, que se estrenó al aire el pasado 29 de junio en Atresplayer, la plataforma digital de Atresmedia. “Me veo obligada a romper nuevamente el silencio ante el estreno de una serie televisiva que lo presenta como un ejemplo de superación personal, a la vez que omite por completo los delitos de violación, y maltratos físicos y psicológicos que este ha cometido contra mi persona y otras mujeres, algunas de nosotras siendo menores de edad en aquel entonces”, escribe en el comunicado.
L. —una inicial para preservar su anonimato— es la mujer que, tras conocer que se había grabado ese proyecto, habló con Atresmedia y la productora Diagonal TV a través de un abogado para explicarles lo que asegura haber vivido con Deferr, “que supieran los hechos que había cometido”, que son los que expone en esa carta.
“Cuando supe que se estaba preparando el estreno de una serie sobre este personaje, y vi la visión distorsionada, decidí dar un paso adelante. A través de un abogado, contacté con los responsables de la producción. Mi intención era hacerles saber que el libro en el que se basa la serie está lleno de falsedades fácilmente demostrables, y que detrás de la figura que estaban ensalzando se escondía una verdad horrorosa y silenciada: se omitían violaciones y maltratos a menores cometidos por este individuo”, se lee en el comunicado.
En aquel momento, noviembre de 2024, las productoras cancelaron la promoción y el estreno sine die, según confirmó un portavoz de Atresmedia. Ocho meses después, a L., asegura, le está “costando dormir”, no ha visto la serie como tampoco leyó el libro autobiográfico que publicó en 2022 —El gran salto (Península), en el que se basa la producción audiovisual—, aunque sí está al tanto de fragmentos y asegura por teléfono que Deferr “ha mentido” en el libro ―en el cual está basada la obra audiovisual― en “muchas cosas”.
Sobre todo, “en que omite por completo los delitos que cometió”, explica L.: “Yo era menor, era una niña, y no pude hablar, solo pude sobrevivir. Hice lo que pude en ese momento. Que ahora él pueda escribir un libro, hacer una serie… ¿Que me calle otra vez? No quiero callarme más, ya me he callado suficiente. Ya ni siquiera es por mí, por mi yo de ahora, sino por esa niña, y por todas las demás, las de antes y las de ahora y las que vengan. Callarme no me parece ni justo ni responsable”.

EL PAÍS se ha puesto en contacto con Deferr, que ha preferido responder a través de su abogado, Alfredo Arrién Paredes, quien explica: “Esos hechos nunca ocurrieron, se le está descalificando a sabiendas de que jamás va a ser judicializado por esa acusación y de que no se va a poder demostrar ni la inocencia ni la culpabilidad. Simplemente, se está haciendo daño a su honor y a su figura pública, con ánimo espurio. Le hubiera encantado poder contrastar estos hechos en una sede judicial para demostrar su inocencia”. El letrado asegura que la paralización de la serie “ya tuvo consecuencias en la vida de Deferr, incluso en el número de socios de su gimnasio”.
Los hechos, según narró el abogado de L. en noviembre, ocurrieron durante la época en la que Deferr estuvo en el CAR, los centros de alto rendimiento en los que se preparan y se entrenan los deportistas de élite (en España hay dos: Sant Cugat, en Barcelona, y Madrid). Deferr entrenó allí de 1992 a 2011; según el abogado de la víctima ocurrió cuando el deportista era mayor de edad y la denunciante, menor.
En otoño de 2024, ya explicó que al haber prescrito los delitos no habían interpuesto denuncia. “Es exponerse para algo que acabaría archivado y sin castigo. Pero tenemos conocimiento de mínimo dos casos más”, aseguró el letrado en aquel momento.
“Lamentablemente”, escribe ella en el comunicado, ellas y las otras dos mujeres no cuentan “con una verdad jurídica”. “La ley vigente en el momento de los hechos —y que es la que se nos aplica— impide que podamos denunciar debido a la prescripción de los delitos. Si la legislación actual hubiese estado vigente entonces, aún tendríamos la posibilidad de presentar denuncias. Sin embargo, esta ley nos llega demasiado tarde, tanto a nosotras como a muchas otras víctimas de aquella época”, añade en la carta en referencia a la Ley de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, de 2021, y que amplió la prescripción de estos delitos.
Sobre una posible denuncia al libro (el tiempo judicial por una demanda por difamación contra este texto aún no ha prescrito), su abogado asegura que, por el momento, priorizan el anonimato.
Este martes, L. explica que, en junio, las empresas productoras se pusieron en contacto con su abogado para mantener una reunión: “Me contó que había sido una reunión muy tranquila, que habían preguntado cómo estábamos las víctimas [ella y las otras dos mujeres], que se preocupaban por nosotras y que se ponían a nuestra disposición su grupo si queríamos hablar y denunciar los hechos”. Ella sintió que las querían tratar “como a un producto más”.
A los pocos días volvieron a llamar para decirles que iban a emitir la serie: “Que querían decírnoslo ellos y que no nos enteráramos por otros medios. Yo no podía ni hablar, solo lloraba”.
La serie narra la vida del deportista desde sus inicios en 1986 hasta 2017, cuando decide ingresar en una clínica de desintoxicación. Deferr, que ganó tres medallas olímpicas (un oro en Sídney 2000, otro oro en Atenas 2004 y una plata en Pekín 2008), al retirarse se convirtió en entrenador y fundó un gimnasio en el barrio de La Mina de Barcelona, uno de los más humildes de la ciudad.
En las cartelas con las que arranca cada capítulo de la serie, Atresmedia y Diagonal TV describen todo el proceso ocurrido en otoño, aclarando que tomaron la decisión de parar el primer estreno “antes de que la presunta víctima revelara públicamente los hechos, respetando sus tiempos y su voluntad de permanecer en el anonimato”. Y al inicio del capítulo 3 se puede leer: “Atresmedia ha estado en todo momento a disposición de la presunta víctima y de su equipo legal para que pudieran denunciar en los medios del Grupo su versión de los hechos. Gervasio Deferr ha negado públicamente esta acusación y ha reiterado su inocencia. No existe ninguna resolución judicial al respecto de lo ocurrido. Los supuestos hechos no se denunciaron nunca ante la Justicia”.
El letrado de Deferr subraya que el gimnasta está buscando a estas mujeres para interponer una denuncia “por ataque al derecho al honor” y subraya: “Mi cliente niega cualquier acusación de violencia sexual, física y psicológica jamás hacia ninguna mujer menor o mayor de edad”.
“El miedo a no ser creída, a ser señalada. Sentí vergüenza”
L. recuerda que “todo este tiempo” ha pensado “que las personas pueden cambiar, se pueden arrepentir”. Y continúa: “No sabía si era justo, después de tanto tiempo, decir algo de alguien porque a lo mejor esa persona ya no es la misma, pero para eso hace falta una reparación, un reconocimiento del daño causado, algo que en este caso no existe, ni en el libro, ni en la serie, ni en ningún sitio”.
En el comunicado L. ahonda en sus razones: “Durante años guardé silencio por el miedo a no ser creída, a ser señalada, el temor a un agresor violento y agresivo. Sentí vergüenza, quise proteger a mis seres queridos del dolor, me invadió la culpa ante la idea de que mi testimonio pudiera llevar a la cárcel al que hasta entonces era a los ojos de todos un compañero y truncar su participación en unos Juegos Olímpicos. Me encontraba tan mal que apenas podía sostenerme a mí misma, y mucho menos enfrentar un proceso judicial que probablemente sería largo y doloroso. Más adelante, cuando empecé a sentirme mejor, temí romper la frágil paz que tanto me había costado alcanzar”.

También, escribe, la “paralizaba la enorme desigualdad entre el poder de un personaje público —que se siente con total impunidad— y la voz de una niña rota, asustada y silenciada”. En aquel momento, asegura que le “fallaron los adultos e instituciones que debían” protegerla. “Hoy, siendo una mujer adulta y responsable, tengo la fuerza y el deber de cuidar la bondad de esa niña que fui, y quizá también la de muchas otras que aún guardan silencio. Haré todo lo que esté en mi mano para protegerla, y para que no se cometa la injusticia de dar por válido un relato basado en un libro lleno de mentiras, manipulaciones y omisiones de delitos, escrito precisamente por el mismo abusador y maltratador”.
Se pregunta durante la conversación telefónica “cómo tantas personas pueden estar idolatrando a alguien de quien ya saben todo esto”, o si “sería diferente si hubiera nombres y apellidos y una cara”, o “si fueran las hermanas o las amigas o alguna mujer que conocieran todas estas personas”. En el comunicado ha escrito: “Creía —y aún creo— que, de haber conocido estos hechos, ninguno de ellos habría querido respaldar un contenido así, ni cargar con la enorme injusticia e irresponsabilidad social que conlleva”.
Al teléfono explica que “vivir tranquila” es lo único que quiere: “Me molesta usar mi tiempo en esto en vez de en las cosas, proyectos y personas que amo y me importan. Es agotador, y frustrante, e indignante, y decepcionante y muy triste”. No le gusta mucho la palabra víctima, y dice que si alguna vez ella la usa es en referencia a esa niña que fue ella, que fueron todas. Hoy, alega, son “mujeres adultas y resilientes y fuertes y responsables”.
El comunicado acaba así: “No busco venganza, sino memoria, verdad, integridad, empatía, respeto y responsabilidad. Exijo que no se glorifique a quien ha causado daños irreparables en vidas humanas. Reclamo que no se construyan relatos de redención sin antes escuchar a las víctimas. Y pido que no se silencien ni se omitan hechos de tal gravedad. […] Esta carta busca una justicia, aunque sea simbólica. Busca dar voz a nuestro silencio. Y reclama el derecho a decir: BASTA”.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.
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