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Muere el turista español que contrajo la rabia en Etiopía

El hombre, que permanecía ingresado en un hospital en la Comunidad Valenciana, no requirió asistencia médica tras ser mordido en el país por un perro en julio del año pasado

Virus de la rabia en un tejido.
Oriol Güell

El turista español de 44 años hospitalizado por rabia en la Comunidad Valenciana tras contraer la enfermedad durante un viaje a Etiopía ha fallecido este viernes, según han confirmado a EL PAÍS fuentes sanitarias. El paciente permanecía ingresado en la UCI en estado crítico tras empezar a desarrollar los síntomas de la enfermedad, momento a partir del cual esta es mortal prácticamente en el 100% de los casos, según toda la literatura científica y los expertos consultados.

El diagnóstico de la rabia no fue sencillo en los primeros momentos, explican estas fuentes. El hombre acudió varias veces al médico al empezar a desarrollar algunos síntomas, como fiebre, cambios en el estado de ánimo, náuseas... Pero no fue hasta que empezó a sufrir hidrofobia (intolerancia al agua) que se hizo evidente el origen del cuadro clínico que sufría.

“El paciente refirió entonces una mordedura de perro en la pierna derecha durante un viaje a Etiopía en julio de 2024. Tras limpiarse la zona afectada, tuvo buena evolución, por lo que no consideró conveniente la consulta con los servicios sanitarios al regresar del viaje”, siguen las mismas fuentes.

Aunque lo más común es desarrollar la enfermedad unas tres semanas después de contraer el virus, el periodo de incubación de la rabia puede ser mucho más largo, de varios meses e incluso un año. La explicación es que cuando el virus entra en el organismo, empieza a infectar las células del sistema nervioso hasta llegar al cerebro, donde se multiplica y los síntomas empiezan a manifestarse. Este proceso puede ser durar más o menos por varios factores, entre ellos el lugar de la mordedura.

A pesar de tener muy mal pronóstico tras el inicio de los síntomas, la rabia es prevenible si la persona afectada inicia el tratamiento postexposición al sufrir las mordeduras de animales como perros, gatos y murciélagos sospechosos de ser portadores del virus. Este consiste en una dosis de inmunoglobulina antirrábica y cuatro dosis de la vacuna. La inmunoglobulina da una protección inmediata, mientras que la vacuna ayuda al sistema inmunitario a combatir el virus. Con la acción conjunta, es posible detener el avance de la infección antes de que llegue al cerebro.

La Comunidad Valenciana notificó el caso sospechoso al Ministerio de Sanidad el 26 de mayo y el Centro Nacional de Microbiología confirmó el diagnóstico el día 30. La pareja del fallecido, que es el único contacto de riesgo en España y se encuentra bien, ha recibido ahora la vacuna antirrábica y la dosis de inmunoglobulina.

Según la literatura científica, solo han logrado superar la rabia una vez iniciados los síntomas un pequeño número de personas —entre siete y una quincena, según las fuentes— con el llamado “protocolo de Milwaukee”, que prevé la inducción del coma y la administración de medicamentos antivirales. El caso más conocido es el de Jeanna Giese, una adolescente estadounidense que sobrevivió en 2004 sin haber recibido la vacuna antirrábica. Este protocolo, sin embargo, fracasa en la gran mayoría de pacientes.

La última muerte por rabia ocurrida en España fue en 2019 en Bizkaia. En ese caso se trató de un hombre de origen marroquí que había sido mordido por un gato durante un viaje a su país, donde esta enfermedad es endémica. Anteriormente, en 2014, una mujer también de origen marroquí murió en Madrid tras haber contraído igualmente la enfermedad en su país.

La rabia causa unas 60.000 muertes al año en el mundo, casi todas en países en desarrollo. El último brote autóctono en España se produjo en Málaga en 1975 y causó la muerte de dos personas. España peninsular y las islas tienen el estatus de “libre de rabia” de la Organización Mundial de Sanidad Animal desde 1978.

Desde entonces, además de los dos pacientes fallecidos tras contraer el virus en Marruecos, las únicas detecciones del patógeno han sido en perros callejeros en Melilla que cruzan la frontera con ese país. Dos personas tuvieron que recibir el tratamiento antirrábico tras ser mordidas en Huelva y Valladolid por sendos murciélagos que los análisis posteriores confirmaron que también eran portadores del virus.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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