“Es injusto. ¿Qué hago ahora con 53 años?”

María Marín aceptó con resignación —qué remedio— que después de 18 años ejerciendo ininterrumpidamente como profesora de educación infantil en colegios públicos de Madrid, el cambio de normativa se lo iba a poner muy difícil para seguir. La oposición que se celebró el año pasado iba a ser a todo o nada: solo los que la aprobaran iban a poder engrosar las listas de interinos en las que ella llevaba tanto tiempo. Pero, como hacían falta más interinos de los habían salido de allí, se abrió la mano, fue corriendo la lista y a la maestra Marín están a punto de llamarla. Pero el remate de esta historia es que, cuando lo hagan, ya le han dicho en recursos humanos de la Consejería de Educación, que no le harán el contrato y quedará fuera de la lista porque su título de Diplomada en Educación Primaria con el que llevaba 18 años trabajando ya no vale y tampoco el curso de adaptación que había hecho en la UNED cuando se lo requirieron en los años noventa, cuando se introdujeron especialidades nuevas que hasta entonces no se impartían en las escuelas de Magisterio.

"Es injusto y frustrante. ¿Qué hago ahora con 53? Es difícil", dice esta madre de una niña de 12 años; su marido trabaja en un comercio de serigrafía. Para volver a intentarlo en la próxima oposición, Marín tendría ahora que hacer un nuevo curso de adaptación al grado de Educación Infantil, de dos años en la pública o de uno, en la privada —en este caso, por supuesto, bastante más caro—. Hoy, aparte de apoyar la huelga, María y su colectivo, la Plataforma de Profesores y Maestros Interinos de Madrid, se han reunido con la Defensora del Pueblo para explicarle su situación. Les han dicho que intercederán.