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La reinvención de la sangría y el tinto de verano: nuevas fórmulas para el sabor estival

Se impone jugar con las bebidas y levantarlas con burbujas, frutas o hierbas

Sangrías y tintos de verano buscan innovar.
Abraham Rivera

En el siglo XVII, los marineros británicos que cruzaban el Atlántico maceraban vino de Oporto y Madeira con frutas, azúcar y especias: lo llamaron sangaree y les evitaba beber agua insalubre. Con los siglos aquel líquido de color rojizo evolucionó fonéticamente hasta nuestra actual sangría.

Estos días podemos encontrar un fuerte interés por revitalizar y volver a traer al presente este tipo de fórmulas, que le pierden el miedo al vino, consiguen refrescarlo y, finalmente, hacerlo más accesible. En el madrileño restaurante Terracotta Libé Unique Cocktails firma seis sangarees de autor: de la Cítrica & Floral —con flor de saúco y pomelo— a una versión sin alcohol con tepache de piña. Tragos ligeros, aromáticos y pensados para cualquier hora.

Con licor de flor de sauco, zumo fresco de pomelo y limón, aguamiel de azahar y espumoso de plátano con fruta de la pasión, una de las Sangaree´s de Terracotta (Velázquez, 80, Madrid).

La lógica de “vino + añadido” también late en Fuensaldaña. Allí, Juan Príncipe —Premio Juli Soler y cuarta generación de la bodega César Príncipe— observa a los señores mayores del bar rebajar el clarete con Casera. Su proyecto con la bartender Esther Merino busca trabajar con “gaseosas de terroir” y sodas infusionadas con hierbas locales que dialogan con claretes frescos. Una revisión del siempre funcional tinto de verano.

En la costa vasca, Judit Ayago se encarga de dar vinos con historia e identidad a la vez que saca decenas de kalimotxos en el Masta de Zarautz: “Aquí el kalimotxo es como una religión. Usamos vino cosechero del año, afrutado y sin demasiado músculo. Al final, lo que busca la gente es frescura”. Y Raimondo Palomba, bar-manager de muchos de los hoteles Lopesan, en Gran Canaria, reivindica la sangría. En ella combina tinto joven riojano con vermut rojo, brandi y naranjas de su finca de Veneguera; la versión espumosa lleva cava Raventós y arándanos. Bebidas con distintos acentos y una misma idea: quitar solemnidad, sumar sabor y beber el vino como pide el verano.

Mezclas desenfadadas

La coctelería Angelita, en la calle de la Reina de Madrid (arriba), elabora una sangría casera y cuenta con diferentes combinaciones con vino, como su cóctel Frambuesa y lavanda.

La coctelería Angelita, de Madrid.

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Sobre la firma

Abraham Rivera
Escribe desde 2015 para EL PAÍS sobre gastronomía, buen beber, música y cultura. Antes ha sido comisario de diversos festivales, entre ellos Electrónica en Abril para La Casa Encendida, y ha colaborado con Museo Reina Sofía, CA2M y Matadero. También ha presentado el programa Retromanía, en Radio 3, durante una década.
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