El fenómeno del verano: vestirnos con la mantelería de nuestras abuelas
Delicadas labores de hilo y técnicas ancestrales como nuestros bordados de Lagartera se funden ahora con patrones contemporáneos en colecciones de moda


Moda y diseño de interiores siempre han mantenido una relación a corta distancia. El origen del cannage, el patrón más famoso de la maison Dior, es una prueba de ello. Esa rejilla de mimbre tan característica de las sillas de estilo Napoleón III, que ocuparon los invitados de la firma francesa en sus primeros desfiles, saltó a la colección de alta costura en 1951 prodigándole en décadas posteriores por todo tipo de accesorios, incluso, sobre el frasco de un perfume.
La técnica Toile de Jouy asociada a tapicerías y cerámicas nobles que tanto veneraba Christian Dior, también invadió su caja de costura, mientras la trama Barocco que Versace dibujó en negro y amarillo, el estampado más imitado de toda su carrera lanzado por primera vez en el desfile otoño/invierno de 1991-92, es ahora también el tejido icónico de su línea de textiles para el hogar.

Desde que la pandemia nos obligara a mirar con detenimiento nuestro entorno más inmediato, el espacio doméstico ha servido de fuente inagotable de inspiración para la industria de la moda. El foco puesto en las delicadas mantelerías que formaban parte del ajuar de nuestras abuelas lo desencadenó la diseñadora francesa Marine Serre con su propuesta para el verano de 2022.

Ávida en crear tendencias a partir de anécdotas estéticas –su logo de la media luna es ya un estampado definitorio de la generación posmilenial–, en esta colección recurrió a telas asociadas a la ropa de mesa y tareas de limpieza, como el encaje de torchón, rayas marineras o nuestras labores de lagartera, que transmitieron una sensación de auténtico arraigo en el hogar.

Una familiaridad cotidiana que se traslada ahora a la maleta de verano hacia dos vertientes. La primera nos lleva a las colecciones de upcycling de firmas como Cavia o la española Andión (que estrena colaboración con Sézane), ambas pioneras en reciclar tejidos sacados del baúl de nuestras abuelas en delicadas piezas de ropa como vestidos, blusas o faldas.
La segunda implica un cambio más drástico de guion que lidera la diseñadora sueca Ellen Hodakova, ganadora del último premio LVMH y maestra en transformar objetos cotidianos como trapos de cocina, cubiertos o restos de neumáticos en prendas de vanguardia.

El sutil entramado de las labores de hilo que comprende la cruzada boho chic de Chloé, los motivos florales arraigados en una comida de domingo que Giambattista Valli transforma en brocados o la versión más desenfadada de una merienda floral en los vestidos de Miu Miu, son otras muestras de cómo el acto de sentarse a la mesa inunda la temporada hasta el infinito.
Vestido Celia, de Sea NY

Kitchen towel top, de Ellen Hodakova

Short Matilio, de Sézane x Andión

Falda Rosario, de Hoss Intropia

Vestido Flower, de Bode

Top Meadow, de The Reformation

Pantalón Ascension, de Zimmermann

Vestido Fleur, de Horror Vacui

Culottes, de By Anthropologie

Top con bordados y encaje, de Parfois

Vestido Emma, de Maksu

Camisa oversize, de Bimba Y Lola

Pantalón, de Sfera

Bandeau, de Next

Minivestido, de Maje

Falda Alex, de Antik Batik

Pantalón y top, de La Veste

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