Chanclas de goma a 700 euros: cuando el lujo silencioso llega demasiado lejos
The Row, la marca de las hermanas Olsen, vende unas sandalias de goma a 780 euros. Muchas firmas de lujo presentan versiones de este básico

¿Es qué no hay nada que escape al lujo? La humilde chancla, la de la piscina y las duchas de gimnasio, es hoy un artículo premium, que se vende hasta por 50 veces más del importe acostumbrado. Las hay con logo de Loewe y de Christian Louboutin, pero han sido las hermanas Olsen las que han hecho estallar la polémica con su versión de las sandalias de goma a 780 euros.
Con su marca The Row, Mary-Kate y Ashley tienen un largo historial de vampirizar básicos. Empezaron su andadura en la moda con la simple camiseta blanca, y años más tarde se atrevieron con unas cangrejeras, las Mara, comercializadas por 990€. Pero su modelo Dune ha sido el que lo ha terminado causando verdadero estupor incluso entre profesionales de la industria, acostumbrados a dislates varios.
The New York Times llegó a organizar un debate entre varios periodistas de moda dedicado exclusivamente a estas chanclas. En él, Stella Bugbee, editora de la sección de estilo del diario, admite que “sintió repulsa” cuando vio su coste, añadiendo que estos zapatos le “perturban a un nivel profundo”. La veterana Bugbee además denuncia la molesta práctica entre las firmas de lujo de querer reinventar algo cuando ya existe una versión original que hace perfectamente su función a un precio razonable. “En mi opinión, comprar algo solo porque es caro a menudo indica que no tienes gusto o convicciones “, reflexiona en la conversación con sus compañeros de cabecera.
Hay una versión cara de cualquier cosa que nos imaginemos: desde los pijamas a los calcetines, pasando por los capazos de paja. Si existe, entonces es que tiene mercado para ello. Pero firmas de diseño como The Row han llevado demasiado lejos el concepto de lujo silencioso, comercializando piezas cuyo componente lujoso es tan, tan discreto que termina volviéndose invisible. Se ha llegado al punto en el que elevar productos de diario significa aportar poco más allá de una etiqueta. El mínimo esfuerzo para separarse del mercado de masas.
En este panorama resulta muy tentador retratar a las Olsen como las Marías Antonietas de nuestra época, millonarias que juegan a ser sencillas como la reina de Francia jugaba a ser pastora. Sin embargo, las hermanas no son las únicas en el sector que siguen esta práctica. Vimos algo similar con Saint Laurent, que puso a la venta camisetas de Nirvana. Demna Gvasalia lo hizo en Balenciaga con las Crocs o la bolsa de la compra, y también en Vetements con la ítica camiseta de DHL. Más allá del inevitable factor viral, esta dinámica ha sido espoleada por el miedo al riesgo creativo de los conglomerados de alta moda, y un algoritmo que premia lo familiar.
“Las Olsen se limitaron a recoger una tendencia que viene de largo”, opina la Ana Rojas, Visual Editor de la revista AD. “Yo misma me compré en Vestiaire Collective a principios de 2019 unas de cristales de Isabel Marant, que me he puesto para el trabajo y como invitada en bodas”. Para la estilista, el boom de las chanclas tiene que ver con una cierta evolución del concepto de normcore, un estilo que exalta lo normal, y se construye a través de la ropa más anodina. “Creo que el boom de estos zapatos se relaciona con el intento de ir cool con prendas que por historia no son cool”, apunta.
Tampoco es baladí ese acto de comprar cosas que nos recuerdan a las vacaciones, sobre todo en tiempos complicados. Ese chute de dopamina funciona durante todo el año, y actualmente se registran ventas constantes de productos tradicionales de la temporada primavera-verano durante los meses de invierno. Incluso es posible que su popularidad represente una sutil manera de mostrar una buena posición social. Lucir estos zapatos con pedicura impecable implica que no has pasado el día caminando por las aceras de la ciudad. Es definitivamente un calzado de taxi y suelo pulido. Aunque parezca lo contrario, el minimalismo también puede ser ostentoso.
Sea de la manera que sea, el calzado mínimo, y en concreto las sandalias de tiras planas, está en pleno auge. Según la cuenta de Instagram Style Analytics, dedicada a analizar datos de moda, las interacciones para estas sandalias en Pinterest han aumentado un 194% este año. De forma paralela los precios para las flip flops en color negro han subido en respuesta a esta tendencia, según la plataforma Edited. Este estilo de calzado ha calado entre las diferentes gamas de precios, y se ha convertido en un objeto de moda que se lleva más allá de la toalla.
Tory Burch, Ancient Greek o el australiano Christopher Esber, son algunas de las firmas que replican fielmente la típica sandalia de playa, pero hay otras casas que intentan dar una vuelta al diseño de siempre. Chloé propone unas con tira en el tobillo y un pequeño tacón en colores sorbete. Mango tiene unas populares versiones con efecto troquelado, Y para quien crea que no es necesario reinventar la rueda, Muji tiene unas chanclas a 12,95€ que ya han fichado las estilistas.
Entre toda la oferta, el punto culminante de la tendencia de la temporada se encarna en la colaboración de Gimaguas con Havaianas. Adornadas con llaves y tachuelas, y vistas en el Instagram de Kylie Jenner, son objetos de culto, y prácticamente imposibles de encontrar. “Me encantaría tener el modelo de las llaves, pero solo se distribuyeron entre celebrities”, confiesa Ana Rojas. Hay quien no se resigna a quedarse sin ellas, y se fabrica su propia versión casera. Más pintonas que las de The Row y sobre todo, mucho más económicas.
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