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Amparo Ramada, presidenta de la peña Valencianista LGTIBQ+: “En este deporte hay mucha agresividad, es necesario que se vea un rayito de luz”

Se trata de una organización que busca la inclusión y la visibilidad de las personas del colectivo en el fútbol. Una forma de activismo que también está al servicio de la lucha contra la lgtbifobia, dentro y fuera del campo

Amparo Ramada, presidenta de la Peña Valencianista Lgtbi+.

Su madre es hincha del RCD Mallorca, su padre lo es del Valencia CF. Parecía inevitable que Amparo Ramada acabara aficionándose al fútbol, aunque en realidad siempre le han atraído los deportes. De niña aprendió a darle patadas al balón cada vez que uno se le ponía a tiro, pero también fue admiradora de Michael Jordan y de Rafa Nadal. Se decantó por el tenis. Hasta que cambió los entrenamientos por el conservatorio para aprender piano y oboe. Y desde hace años, su gran pasión es el Valencia CF. Actualmente, Amparo, 33 años, programadora y graduada en marketing digital, compagina su tiempo entre la búsqueda de empleo y la presidencia de la Peña Valencianista LGTBIQA+ VCF, una organización que busca la inclusión y la visibilidad de las personas del colectivo en el fútbol. Una forma de activismo que también está al servicio de la lucha contra la lgtbifobia, dentro y fuera del campo.

“La peña nació hace ocho años”, explica Amparo en el salón de su casa, situada en el barrio de Campanar, una de las antiguas zonas de huerta que acabo siendo absorbida por el núcleo metropolitano de Valencia. “Yo me enteré de su existencia por la prensa. En aquel momento, una iniciativa así me parecía algo para gente más mayor, pero me dije: “¿Una peña de aficionados que encima defiende los derechos mi colectivo? Esto debe ser chulísimo”.

Ocho años más tarde, y ya desde la experiencia acumulada como socia, animadora y activista, Amparo se reafirma en su opinión. La peña no solamente es algo chulo, también es una iniciativa imprescindible. Solo existen dos asociaciones de estas características en España, la del Real Betis Balompié y esta. Lo cual significa que, en un ambiente tan aquejado de machismo como el del fútbol (pudimos comprobarlo con el beso de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso en el Mundial de 2023 y todo lo que este hecho destapó), queda mucho trabajo por hacer, y no se trata precisamente de una tarea fácil. “Es que a veces en este deporte hay mucha agresividad –se queja la presidenta- y es necesario que cada tanto se vea un rayito de luz. Hay demasiados prejuicios y de muchos tipos, además. Me acuerdo que una vez se acercó una señora al puesto y me dijo: “Es que yo soy más de leer”. Perfecto, pero eso no tiene por qué ser un impedimento para que te guste el fútbol. Aunque lo más habitual es que digan de nosotras: “Uff, una peña de maricones””.

Cuando habla, Amparo derrocha energía y entusiasmo; también se expresa con mucha claridad. Dice entre risas que de pequeña se cayó en la marmita de Obélix y que la vergüenza se le quedó allí dentro para siempre. En la asociación siempre la animaban a que fuera ella quien cogiera el micrófono -”me dicen que tengo el don de la palabra”-, así que ella la tomó encantada. Antes de unirse a la Peña Valencianista LGTBIQA+ ya formaba parte de la peña de animadoras del Valencia CF Femenino. “Y antes de eso ya tocaba el bombo en la calle, porque a mí lo que me gusta es eso, el ambiente, compartir emociones. Así que me llevé el bombo a las gradas para animar y la locura fue creciendo. Hacía pancartas, canciones, camisetas, iba de viaje con los peñistas para apoyarlas en los partidos fuera de casa. Todo con tal de hacer ver que el fútbol femenino también importa”.

Su abuelo materno jugó al fútbol en los años treinta, cuando el terreno de los campos aún era de tierra. Y su abuela era modista y urdidora, un dato que Amparo, coleccionista del Vogue, asocia a su gusto por la moda. “Soy un bicho raro. La gente me dice, ¿cómo te puede gustar esto si te gusta esto otro? Y yo insisto una vez más en que una cosa no es incompatible con la otra. La moda es una manera de expresión, de decir quién eres. Refleja los cambios en la sociedad de la misma manera que lo hacen la música, la literatura o el arte. Ahí tenemos una tendencia como el upcycling, que reutiliza materiales ya usados para crear una moda más sostenible. O la estética del propio fútbol. Mira la camiseta del Valencia de este año, negra con el escudo y los logos en dorado. Eso también es moda”. De entre todas las prendas deportivas, sus favoritas son las zapatillas, y presume de que la gente de su entorno siempre cuenta con ella cuando toca ir de tiendas a comprar un par. “Las que más me gustan son las antiguas. Un año me regalaron por mi cumpleaños unas Nike Blazer Mid 77 porque desde pequeña estaba obcecada con tener unas. Desde entonces, las tengo metidas en una caja y me niego a ponérmelas para que no se estropeen”. Otra cosa que también le encanta son las marcas de ropa como Gambea, que diseñan prendas con motivos relativos al fútbol. “No llevas la camiseta de tu equipo, pero llevas una camiseta, o unos calcetines, que hablan de fútbol”.

El equipo femenino del Valencia has descendido esta temporada. Amparo asegura que, de haberse tratado de un equipo masculino, la noticia habría llegado a la gente. “Pero como es femenino –se lamenta-, es una noticia que pasa desapercibida. Da mucha tristeza”. Para contrarrestar esa falta de visibilidad, menciona algunos de los méritos del ala femenina del valencia CF, después de matizar que “ si no las apoyas a ellas, no apoyas al club”. “Poca gente sabe que una jugadora como Mari Paz Vilas está, en cuanto a número de goles marcados, a la altura de leyendas como Mario Kempes o de David Villa, dos grandes figuras del valencianismo y del fútbol español. Y esto es algo que se hace extensible al resto del fútbol femenino. En España solamente hay dos jugadores masculinos que hayan conseguido el Balón de Oro. Pero también hay dos mujeres, Alexia Putellas y Aitana Bonmatí que lo han conseguido dos veces cada una”. Cuando recuerda la cadena de acontecimientos que se desencadenaron cuando España ganó el Mundial Femenino de 2023 en Australia, hace gala de la ironía con la que a veces envuelve su discurso combativo. “De repente tenía ahí al señor diciendo que no, que no dimite, a su madre anunciando huelga de hambre... aquello parecía un capítulo de Paquita Salas. Pero el efecto real es que aquello fue una patada en los cojones al heteropatriarcado. La sociedad japonesa, que es aún más machista que la nuestra, tiene una de las mejores selecciones femeninas del mundo. Restarle méritos a un hecho tan importante como que la selección femenina ganara el mundial es lamentable”.

En Europa es habitual que los equipos de fútbol tengan sus peñas LGTBIQA+. Amparo cuenta admirada cuando estuvo en la tienda del Chelsea: “¡Tenía su zona LGTB! En Inglaterra incluso hay un día del orgullo solamente para las peñas en el que desfilan hasta las mascotas, cada peña con su bufanda y su bandera. También está la iniciativa de los rainbow laces [cordones arcoiris], promovida por la Premiere League como apoyo a las celebraciones del orgullo y a las personas del colectivo que están tanto en los equipos como en la afición o fuera de ellas. Y no olvidemos a los Arsenal Gay Goomers, que salen a la calle con la camiseta del club hecha con los colores de la bandera LGTBIQA+, las usan en su día a día dentro y fuera del estadio. Porque la calle es una pasarela sin fin, y si sales a pisarla con la ropa que te representa, te estás reivindicando. Eso aquí no lo hace nadie”. Y vuelve a lamentarse, ahora por lo lejos quedan ya los días en los que el Rayo Vallecano fue un estandarte del fútbol en femenino, comprometido con la idea de que este deporte es para todo tipo de gente. Esa sensibilidad se esfumó con el actual presidente. Parece ser que es lo habitual en este ámbito. Y cuando la lucha por la igualdad de género está ausente, también lo está la lucha por la defensa de los derechos del colectivo. El Valencia CF no es una excepción. Explica Amparo que la vinculación del Valencia con la peña que ella preside es la justa. Es cierto que desde hace años el club experimenta todo tipo de conflictos, empezando por la relación entre su propietario, el empresario singapurense Peter Lim, y una gran parte de la afición, que considera su gestión desastrosa. “Pero en estos temas no se mojan. Nos hacen un vídeo para el Orgullo, pero no cuentan con nosotras para otro tipo de cuestiones. Por ejemplo, impartir charlas en la academia de formación de jugadores donde se hable de la violencia contra los gais en los vestuarios, cuando se les llama maricones o se les acusa de ser poco hombres, que son insultos que se escuchan a menudo en el campo. Queremos fomentar la igualdad el respeto, y no uso la palabra tolerancia porque no quiero que se me tolere, quiero que se me respete”.

Amparo no deja de insistir a sus padres para que le regalen una máquina de coser. “La culpa es de Carmen Farala. Flipo con todo lo que es capaz de hacer con una de esas máquinas. Tendría que ser un referente de la costura queer. A las drags les encanta la moda. Es un mundo en el que hay muchos hombres gais, pero para mí, las más importantes son las drags. Vas a ver el espectáculo de una drag y te encuentras con que ha cogido una peluca horrenda y le ha dado un volumen increíble y la ha transformado en una obra de arte. Compran algo en un bazar chino y con eso crean algo que jamás te esperarías en la vida. Un pedazo de tela horrorosa les sirve para hacer un vestido a lo Versace, o un diseño con una cintura estrecha a lo Gaultier. Les encanta dar visibilidad al colectivo. Vienen de la disidencia, de los márgenes. Lo que hacen habla mucho de nosotras y siempre va a ser reivindicativo”.

La abuela modista se ha convertido en uno de los grandes nexos que Amparo comparte con su madre. Se sientan a ver juntas –y a comentar- programas como Drag Race, y  tampoco suelen perderse la gala del Met, las alfombras rojas de los Oscar y los Globos de Oro, los desfiles de Gucci y Dior. “A mí me da igual a quién le dan el premio, lo que quiero es ver la alfombra roja, rajar de las que llevan un atuendo que se salta la temática... Es como mi otra Eurocopa. De hecho, se dice que la gala del Met es como el Mundial para los hombres gais. Bueno, que me perdonen, pero también lo es para personas que no pertenecen al colectivo”. Si Amparo tuviera que pedir un deseo a un posible genio de la moda, sería este: “Que se haga ropa para todo tipo de cuerpos. Para personas gordas, para personas discapacitadas, que se olviden del pinkwashing y que se comprometan de verdad. Yo mido 1,58 y las perneras de los vaqueros me las tengo que acortar siempre porque me sobra tela. Cariño, es que yo no soy modelo. Para eso quiero la máquina de coser, para hacerme mi propia ropa”.

Antes de despedirse, Amparo recalca la diferencia que existe entre el fútbol masculino y el femenino cuando se trata de dar visibilidad a los jugadores y las jugadoras LGTB. “Ello no salen del armario, pero hay muchas jugadoras que sí lo hacen. Pero de eso tampoco se habla en las charlas formativas de las academias. La atención recae siempre en el hombre. Pero la grada femenina es más familiar, más respetuosa, está libre del tipo de violencia que se manifiesta en los partidos de las competiciones masculinas. Las chicas se hacen fotos con sus parejas en el campo, van con ellas por la calle, se hacen fotos y las suben a las redes. Y no pasa nada”. Amparo no renuncia a conseguir un mayor compromiso por parte del club al que apoya incondicionalmente. El día que el Valencia CF tenga camisetas con los colores arcoíris, ella será feliz. “Lo voy a intentar y no sólo con el club, porque espero que algún día la Federación de Fútbol Valenciana también haga al respecto”.

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