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Las canciones de hoy son más simples, negativas y estresantes que hace 50 años

Un estudio ha comparado más de 20.000 éxitos estadounidenses para llegar a esta conclusión. Pero hay datos para el optimismo

Musica

La música ya no es lo que era. En el último medio siglo las canciones se han vuelto más simples, más negativas y estresantes. No es el veredicto de un crítico musical, ni el lamento de pureta melómano. Es la conclusión de un análisis que ha usado la inteligencia artificial para bucear en los textos y melodías de más de 20.000 canciones en busca de patrones y que publica este jueves la revista Scientific Reports. Los autores, liderados por el psicólogo Mauricio Martins, de la Universidad de Viena, sugieren que sus hallazgos reflejan las complejas formas en que las personas usan la música para gestionar el estrés.

El estudio analizó las letras de las 100 canciones más populares en Estados Unidos cada semana entre 1973 y 2023, según la lista Billboard Hot 100. Los autores descubrieron que las letras de los 20.186 temas analizados mostraban una tendencia temporal evidente, con el tiempo se iban simplificando más, aumentaba su tono pesimista y contenían más palabras relacionadas con el estrés. Esta tendencia ha coincidido con el aumento de las tasas de depresión y ansiedad, señalan los expertos, concluyendo que los éxitos musicales glosan los miedos y preocupaciones de su época.

El hallazgo más sorprendente aparece al hacer zoom en los periodos de crisis. Tanto tras los atentados del 11S como al inicio de la pandemia de COVID-19, los investigadores observaron una atenuación —y no un refuerzo— de estas tendencias. En lugar de buscar música que reflejara el clima emocional negativo del momento, el público aupó al éxito canciones menos estresantes y más positivas. Los autores interpretan esto como un posible mecanismo colectivo de regulación emocional. “Es evidente que en épocas de crisis el escapismo está presente en la música”, concede Julio Arce, profesor de Musicología de la Universidad Complutense de Madrid. “En la España devastada de los años cuarenta, por ejemplo, en plena posguerra y autarquía, triunfó Mi vaca lechera o la música desenfadada del swing”.

El estudio se basa en una ingente cantidad de canciones, pero hay que señalar que todas pertenecen al mainstream estadounidense, incluso se llegó a excluir del estudio las canciones no cantadas en inglés, para facilitar el análisis de los mensajes. No se puede concluir que la música sea ahora más simple o más triste. Pero sí que lo es el canon, los temas que definen una época y un lugar, pues a pesar del dominio musical estadounidense, encontraríamos muchas diferencias entre la lista Billboard y la de Los 40.

La música refleja las ansiedades, miedos o sentimientos de quien la compone, pero cuando alcanza una gran popularidad es porque conecta de alguna forma con el sentir general (y por los mecanismos de marketing y publicidad y atención). Por eso, aunque este estudio es limitado y no representa la enorme variedad musical actual, refleja los temas que preocupan o que conectan de alguna forma con el público. “El resultado central del estudio es consistente”, señala María García Rodríguez, investigadora en Música y Artes de la Universidad Internacional de La Rioja en declaraciones al portal científico SMC. “La música no solo refleja el clima emocional de una época, sino que actúa como un barómetro y amortiguador del malestar colectivo”.

Arce apunta también a otra idea, y es que el arte no se puede interpretar de una forma literal y despersonalizada, y que siempre hay un componente interpretativo en la forma en la que se percibe una canción. “Recuerda el caso de Coque Malla y la canción No puedo vivir sin ti, utilizada por Vox cuando el propio Malla la hizo como homenaje a dos amigos homosexuales, o la famosa canción de Camilo Sesto Vivir así es morir de amor, un tema de desamor que es celebrado como festivo por la comunidad gay”, señala. “Los significados de las canciones no tienen por qué ser literales. Cada vez más la música se analiza de una manera cuantitativa y se olvidan del componente cultural, social e individual”, explica.

Las nuevas herramientas de inteligencia artificial posibilitan analizar las canciones de una forma y en una cantidad nunca vista antes, lo que permite investigar si los fenómenos sociales se reflejan en las letras. Anteriores estudios habían apuntado a una disminución en las menciones de amor y un aumento del lenguaje sexual. Además, un estudio encontró un aumento de la ira y el egocentrismo, con mayor presencia de palabras como “me”, “yo” o “mío”. Por último, varios estudios coinciden con el actual en la idea de que está disminuyendo la complejidad léxica y estructural de las letras. Una mayor repetición de estructuras. Los motivos, según un análisis publicado en Nature, podrían deberse a la forma en la que escuchamos música.

Cada vez ponemos más la música de fondo, sin prestarle demasiada atención. El hecho de que tengamos una biblioteca infinita en las manos hace que la escucha sea menos profunda, más secundaria. Escuchamos de fondo y tenemos el dedo siempre listo para pasar a la siguiente canción. Alrededor del 24% de los oyentes de Spotify se saltan canciones en los primeros cinco segundos, mientras que casi el 50% las salta antes de que las canciones terminen, según datos de la plataforma Echo Nest. Las discográficas lo saben, los cantantes lo saben, así que hacen las canciones más sencillas, más digeribles para que puedan apreciarse desde la primera escucha.

En medio de todas estas ideas tan monolíticas y deprimentes, el estudio detecta el principio de una tendencia contraintuitiva. La popularidad de las canciones con letras más complejas comenzó a aumentar a partir de 2016. Los autores teorizan con la coincidencia de este fenómeno con la primera presidencia de Trump, pero finalmente reconocen que se necesita más investigación para explicar este pequeño repunte. En cualquier caso, el cambio de tendencia coincide de forma poética con otro evento. En 2016, el Nobel de literatura se entregó a Bob Dylan, por “haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”. Era la primera vez que un músico ganaba este galardón.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar
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