El 99% de las personas que sufre un accidente cardiovascular tiene uno de estos cuatro factores previos
Un estudio ratifica el papel determinante del tabaquismo, el colesterol, la hipertensión y la diabetes, factores de riesgo clásicos, frente a la lotería genética


Los accidentes cardiovasculares no llegan por sorpresa. Más del 99% de las personas que sufrieron un ataque cardíaco, un derrame cerebral o una insuficiencia cardíaca ya tenían al menos un factor de riesgo por encima del nivel óptimo de antemano. Es el llamativo titular de un estudio a gran escala dirigido por Northwestern Medicine y la Universidad de Yonsei en Corea del Sur. Los factores son de sobra conocidos: presión arterial alta, colesterol, glucosa y tabaquismo. Son los baremos para considerarlos de riesgo los que son novedosas.
El estudio analizó los registros de salud durante más de una década de más de nueve millones de adultos en Corea del Sur y casi 7.000 personas en Estados Unidos. Refuta la noción de que estos eventos a menudo afectan a las personas sin señales de advertencia con porcentajes aplastantes. Casi el 100% las tenía, y en el 93 % de los casos presentaban dos o más. “Es lo que pretendíamos demostrar”, explica en un intercambio de mensajes Philip Greenland, profesor de cardiología en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern y autor principal del estudio.
Estudios recientes sitúan en torno al 75% los pacientes que han sufrido un evento cardiovascular que tenían algún factor de riesgo previo. Es un porcentaje alto, pero deja un nada desdeñable 25% de los casos sin una explicación clara. El equipo de Greenland cree que esto es porque solo se buscaban los factores de riesgo que tuvieran un diagnóstico clínico. “La idea de nuestro estudio fue utilizar el nivel no óptimo como el mejor indicador de cierto nivel de riesgo aumentado, en lugar del nivel al que se suelen recetar los medicamentos”, explica.
Así, dentro de ese 99% están los fumadores, pero también los exfumadores. Los diabéticos, los prediabéticos y aquellos con un nivel de azúcar en sangre superior a 100. Quienes tienen el colesterol clínicamente alto (más de 240), simplemente alto (más de 200) o aquellos que lo tienen bajo por estar tratados. Y quienes tienen una presión arterial igual o superior a 120/80 (se suele considerar clínicamente alta 140/90) o en tratamiento. “Las investigaciones recientes estaban pasando por alto estas exposiciones”, explica el cardiólogo. Y esto hacía que no tuviéramos una fotografía fidedigna de lo que podía estar pasando.
“Su conclusión es devastadora, pero es que sus criterios son muy muy estrictos”, explica en conversación telefónica Jaume Marrugat, epidemiólogo del Hospital del Mar. Marrugat cree que el estudio está bien hecho, que tiene una base de datos amplios, pero que esta exigencia en los baremos puede ser excesiva, dando un resultado demasiado redondo. “Me gustaría saber qué porcentaje de la población que no sufrió un accidente cardiovascular está por encima de los niveles óptimos”, reflexiona. El estudio no lo dice. Pero por poner un ejemplo, más de la mitad de los españoles tienen niveles de colesterol por encima de los 200, un porcentaje que subiría aún más si contamos a quienes tratan esta condición. Además, en la base de datos estadounidense, las personas tenían una edad comprendida entre los 45 y los 84 años. No hay datos concretos para esa franja de edad, pero se sabe que el colesterol aumenta con la edad.
Puede que esta exigencia haga los datos más llamativos, pero la idea subyacente no es menos válida. Para demostrarlo, en un momento posterior del estudio, los investigadores solo tuvieron en cuenta los pacientes con niveles clínicamente elevados. Y el patrón se mantuvo. Al menos el 90 % de los pacientes aún presentaba al menos un factor de riesgo importante antes de su primer evento cardiovascular.
“Este estudio aporta una evidencia contundente que refuerza el paradigma actual de la prevención”, señala Alfonso Valle, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital de Denia (Alicante) y cardiólogo clínico. Valle destaca que “cuestiona la excesiva atención reciente a los llamados SMuRF-less [pacientes infartados sin factores de riesgo tradicionales] y muestra que, pese al interés por los factores de riesgo emergentes como inflamación y genética, el grueso del riesgo cardiovascular sigue residiendo en los factores clásicos”. Estos datos tienen una aplicación clínica evidente, explica el cardiólogo. “La prevención y el abordaje sistemático de hipertensión, dislipemia, diabetes y tabaquismo continúan siendo la base fundamental para reducir la carga cardiovascular poblacional”.
Marrugat se muestra de acuerdo con esta idea, y recuerda que en España, la tasa de este tipo de incidentes se ha rebajado ligeramente en los últimos 30 años. “Esto es atribuible a la batalla que libran nuestros colegas en Atención Primaria. La Atención Primaria es la encargada de la prevención, de actuar antes de que haya una enfermedad”. Por eso, más allá de las reflexiones puntuales sobre los baremos de medición. Marrugat valora positivamente el estudio, porque señala en la dirección correcta.
Más allá de los números, la evidencia científica va en este mismo sentido. Un reciente análisis publicado en la revista New England of Journal Medicine señalaba que el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular a lo largo de la vida fue del 24 % entre las mujeres y del 38 % entre los hombres con los cinco factores de riesgo clásicos (los anteriormente mencionados más la obesidad). La ausencia de estos cinco factores a los 50 años se asoció con una esperanza de vida superior en más de una década. En este caso, para estas personas, puede que los números sí que sean importantes.
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