Los países del Sahel crean un banco de desarrollo propio para reducir su dependencia exterior
Con un capital inicial de unos 762 millones de euros, el proyecto avanza en la soberanía financiera de la región africana, pero enfrenta serias dudas en un contexto de inestabilidad política y alta inseguridad


Las juntas militares que gobiernan Malí, Níger y Burkina Faso, países que integran la Alianza de Estados del Sahel (AES), han iniciado el proceso para la creación de un banco regional de desarrollo. El objetivo es contar con una herramienta financiera propia que les permita poner en marcha proyectos de desarrollo, promover la integración regional y reducir su dependencia de organismos financieros internacionales y donantes extranjeros. Persisten aún muchas dudas sobre su estructura, financiación y capacidad operativa en un contexto de alta inseguridad, inestabilidad política, falta de democracia, baja fiscalidad y desconfianza exterior hacia estos tres países.
La iniciativa nace en un momento de recorte histórico de fondos de ayuda al desarrollo por parte de EE UU y de países europeos y en el que se suceden las declaraciones de políticos y expertos africanos sobre la necesidad de romper la mentalidad de dependencia poscolonial. El Sahel y sus nuevos líderes son, en cierto sentido, un campo de pruebas de este nuevo estado de ánimo africano.
El pistoletazo de salida del banco fue el pasado 23 de mayo. Ese día, los ministros de Economía de los tres países, reunidos en Bamako, anunciaron la creación del Banco Confederal para la Inversión y el Desarrollo (BCID) con un capital inicial de 500.000 millones de francos CFA (unos 762 millones de euros). Este verano, detallaron que el dinero procederá del 5% de los impuestos que cobran los estados, una cantidad enorme para tres de los países más pobres del mundo, pero relativamente pequeña para un banco que pretende financiar proyectos de gran envergadura y de dimensión regional y transfronteriza en áreas como la energía, las infraestructuras, el transporte o la agricultura.
“Es una dinámica colectiva para un futuro prometedor”, dijo Aboubacar Nacanabo, ministro de Economía burkinés, el día que anunciaron su creación. Soberanía económica es una de las expresiones más repetidas, un concepto muy importante para tres países que acaban de romper lazos con sus vecinos regionales. Fue a comienzos de 2025 cuando se oficializó la salida de Malí, Níger y Burkina Faso de la Comunidad Económica de Estado de África Occidental (Cedeao), rompiendo así un proyecto de integración regional que cumplía medio siglo de vida. Las juntas militares que gobiernan estos tres países, que fueron sancionadas por sus vecinos, consideran que la Cedeao es un organismo al servicio de intereses exteriores, en particular de Francia, la ex metrópoli, y que, por tanto, no está cumpliendo los objetivos que se marcó en su nacimiento.
En Bamako, los ministros de Economía y Finanzas demostraron su compromiso común de avanzar una nueva etapa en la dirección de la soberanía financiera de la AESMamane Sidi, ministro nigerino de Presupuestos
Sin embargo, este verano, en julio, los titulares de Economía de los tres países han hecho un llamamiento para acelerar el proceso de puesta en marcha del banco. Reunidos esta vez en Niamey, capital nigerina, reclamaron la liberación del capital necesario para la creación de este organismo en los plazos previstos. Este anuncio deja entrever los enormes desafíos que presenta el proceso, pero los tres ministros reafirmaron “su compromiso firme para adoptar todas las medidas necesarias para asegurar la correcta ejecución de esta iniciativa”, según el comunicado hecho público tras el encuentro.
La gran pregunta que se hacen los expertos es cuáles serán las vías de financiación del banco. Además del capital inicial, que representa un gran esfuerzo para estos tres países, el primer esbozo de este nuevo organismo plantea que recibirá un 0,5% de las tasas que se cobran a las importaciones de productos hacia el mercado de la AES, además de una cantidad aún por determinar de los ingresos del sector minero, una de las principales bazas económicas de los tres países. Otros bancos similares, como el Banco Africano de Desarrollo (BAD) o el Banco de Inversión y Desarrollo de la Cedeao (BIDC), con sede en Togo, cuentan con el apoyo de donantes externos, mecanismos de garantía y emisiones validadas por agencias de calificación. Aunque estas experiencias regionales no han sido siempre satisfactorias, la hostilidad internacional hacia la AES hace temer una escasa inserción en el sistema financiero internacional del nuevo BICD.
Una de las claves será su modelo de gestión. Si Malí, Níger y Burkina Faso logran crear un organismo con una gobernanza eficaz, rigurosa y transparente, podrían ser capaces de atraer a inversores privados. Si, por el contrario, queda en solo un gesto o en una estructura débil más orientada a hacer favores políticos, su fracaso está garantizado. Finalmente, las especulaciones sobre la posibilidad de crear una propia moneda para estos tres países no ha dado aún el salto a iniciativas concretas. Todos ellos siguen perteneciendo a la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (Uemoa) y continúan utilizando el franco CFA como moneda común, que comparten con Senegal, Costa de Marfil, Guinea-Bisáu, Togo y Benín.
Desde que Malí, Burkina Faso y Níger se convirtieron en dictaduras militares, han multiplicado los gestos de unidad interna y, al mismo tiempo, ruptura con Occidente y con sus vecinos regionales. La amenaza de una intervención militar promovida por la Cedeao contra Níger en el verano de 2023 fue el punto de inflexión de esta política: los líderes de Malí y Burkina Faso anunciaron su respaldo militar a Níger en el caso de que se produjera la entrada de tropas extranjeras en su suelo. De este acuerdo surgió la AES y, acto seguido, el anuncio de ruptura con la Cedeao que se prolongó durante un periodo de un año. Desde entonces, los tres países han creado un espacio común para la circulación de sus ciudadanos, han emitido pasaportes comunes y han mutualizado esfuerzos en la lucha contra el yihadismo, una amenaza compartida.
El nuevo BCID es un paso más en esta dirección. “En Bamako, los ministros de Economía y Finanzas demostraron su compromiso común de avanzar una nueva etapa en la dirección de la soberanía financiera de la AES”, dijo en rueda de prensa el ministro nigerino de Presupuestos, Mamane Sidi, quien añadió que “las bases jurídicas y estratégicas están sólidamente plantadas”. En junio pasado, altos cargos de los tres gobiernos y expertos en desarrollo se reunieron para comenzar a elaborar los textos fundacionales del BCID. A juicio de Ibrahim Salifou, experto nigerino en Relaciones Internacionales, “con nuestro propio banco no habrá más diktat. Nadie nos impondrá orientaciones o tasas de devolución a corto plazo. Con la BCEAO, el BAD o el FMI, seguimos con los ropajes del imperialismo. Nos chantajean”, aseguró a Sputnik Afrique.
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