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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa sostiene a Ucrania

La emisión de eurobonos para asegurar la defensa de Kiev frente a la agresión rusa no puede ocultar las grietas abiertas en la Unión

La Unión Europea ha dado un paso clave para ayudar a Ucrania en su combate contra la agresión rusa al decidir la emisión de bonos por valor de 90.000 millones de euros. Tomada en la madrugada del viernes durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno más determinante de los últimos tiempos, se trata de una medida con un doble significado. En lo inmediato, supone una vía de soporte vital para Kiev, que en tres meses iba a entrar en bancarrota y, como consecuencia, a hacer imposible su defensa. Con una perspectiva más de fondo, abre paso de nuevo a la emisión de deuda conjunta de la Unión, los llamados eurobonos, a los que se recurrió por primera vez para la recuperación de la pandemia de covid. Contra las inveteradas reticencias de Alemania, los partidarios de profundizar en la integración europea siempre los han defendido como un instrumento para impulsar el proyecto común.

Tras una maratoniana sesión de 16 horas celebrada en Bruselas, los líderes de los Estados miembros anunciaron ayer el acuerdo para pedir en los mercados de capitales un préstamo garantizado con el margen presupuestario de la UE. Una solución rápida que da oxígeno para los próximos dos años al Ejecutivo de Volodímir Zelenski, que a cambio no logra la victoria que buscaba: que fuera el dinero de los activos rusos congelados en la UE el empleado para pagar la defensa de su país.

El uso de los aproximadamente 210.000 millones de euros —mayoritariamente en títulos de deuda— a los que Moscú ha dejado de tener acceso desde que se pusieron en marcha las sanciones económicas de la UE hubiera supuesto un duro golpe económico para Rusia y una humillación política para Vladímir Putin, que ayer celebró como una victoria el hecho de que no se hubiera optado por esta vía. A cegarla contribuyó la resistencia de los gobiernos ultras de Bélgica, Italia y Hungría. Este último, como los de la República Checa y Eslovaquia —cuya orientación filorrusa es algo más que un elemento de distorsión en un continente amenazado por Putin—, ni siquiera participará en la operación de los eurobonos para sostener a Kiev. Es decir, no pagarán su parte de la factura común.

No obstante, el debate abierto en el seno de la Unión en torno a la legalidad de utilizar los activos rusos es legítimo y, lejos de ser una señal de debilidad, representa la prueba de que el respeto a la seguridad jurídica y a los principios del Derecho internacional rigen la actuación de las democracias europeas incluso en circunstancias excepcionales.

La aprobación de la ayuda a Ucrania echando mano de un mecanismo hasta ahora extraordinario sirve además para mandar un mensaje al otro lado del Atlántico en un momento en el que Donald Trump redobla sus mensajes de desprecio hacia todo lo que representa Europa. Por un lado, subraya el compromiso europeo de sostener al país agredido, aunque en sea en solitario. Por otro, demuestra que, lejos ser un conglomerado burocrático inoperante, como pretende hacer ver el mandatario estadounidense, la Unión dispone de recursos para hacer frente a situaciones extremas.

Cualquier medida que evite la caída de Ucrania debe ser bienvenida, pero no conviene engañarse respecto a las grietas que el frente ultra —trumpista y putinista— abre en el seno de los Veintisiete. Tampoco respecto a la insuficiencia de esos 90.000 millones para, más allá de atender las urgencias defensivas de Kiev, frenar la agresión rusa y forzar a Putin a negociar una paz justa y duradera.

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