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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estereotipos contra los gitanos

La minoría étnica sigue sufriendo una vergonzante exclusión basada en prejuicios anacrónicos

La histórica persecución, exclusión y discriminación que ha padecido el pueblo gitano en España se ha basado en prejuicios y estereotipos anacrónicos. Lejos de la imagen que tiene de sí misma una sociedad moderna, esos estereotipos siguen lamentablemente muy arraigados. A ese desconocimiento de la realidad diaria de los gitanos le ha puesto cifras la Fundación Secretariado Gitano (FSG) en el primer estudio sobre la percepción social que los españoles tienen de sus compatriotas de dicha etnia. Por ejemplo, un 24,4% de los encuestados piensan que viven mayoritariamente en chabolas. La realidad es que solo lo hace un 2,17%. Un 70,7% cree que la mayoría de las familias gitanas cobra prestaciones sociales como el ingreso mínimo vital. Lo percibe el 20%. Tres de cada cuatro encuestados señalan que la mayoría de los gitanos trabajan en la venta ambulante, otro descarnado prejuicio. El 53% son asalariados.

Este 2025 se cumplen seis siglos del primer registro documental de la llegada de los gitanos a España. Pese a tan larga coexistencia y a sus aportaciones al legado común, pese a los innegables avances que se han registrado desde el retorno de la democracia, España sigue teniendo en la integración de este colectivo y su igualdad real con el resto de los ciudadanos una clara asignatura pendiente.

El antigitanismo atraviesa a toda una sociedad que además es consciente de la discriminación que sufre este grupo. Casi el 64% de los encuestados reconoce esa discriminación. Pero a la vez los romaníes son, con los musulmanes, el grupo de población que despierta menos simpatía en España. Sobre ese recelo se ha levantado un rechazo atávico que ha llevado a la exclusión severa a más de la mitad de los 1,3 millones de gitanos que viven en España, según estima el último informe FOESSA.

Esa ignorancia sigue dificultando el desarrollo de una sociedad inclusiva, como señalaba recientemente el Consejo de Europa. La integración educativa, económica y social es un instrumento irreemplazable para acabar con unos estigmas que siguen condenando al pueblo gitano a la marginalidad. El esfuerzo resulta particularmente urgente en materia escolar. Rebajar sustancialmente el abandono escolar temprano de los niños gitanos (casi un 63% deja sus estudios antes de terminar la ESO) debe ser el inicio para romper el círculo vicioso de exclusión, pobreza, desconfianza, y como resultado, más exclusión.

Aun sin una ley integral de reconocimiento, igualdad y promoción del pueblo gitano como la que la semana pasada volvió a reclamar la FSG, existen instrumentos para avanzar contra su persistente discriminación, pero precisan del compromiso de todos. El principio de ese camino de integración que España le debe al pueblo gitano es reconocer los prejuicios honestamente como sociedad y desarrollar la pedagogía para acabar con ellos.

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