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Columna
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‘Desperta Ferro’: los historiadores que enseñan dignidad a los españoles

Al contrario que muchos políticos, la editorial ha reconocido su error porque cree que el rigor es el único patrimonio intelectual y moral que nos sostiene

Sergio del Molino

Todo se puede contar como un chiste o como una tragedia. Incluso las historias mínimas que solo circulan porque divierten un rato o alimentan memes pueden decir cosas serias. Desperta Ferro es una revista y una editorial de historia dirigida a un público tan especializado que no podría enseñar nada, en principio, a quien no sea catedrático del ramo o no viva con pasión patológica las controversias sobre la forma del casco franconormando en la batalla de Hastings o no esté dispuesto a retirarle la amistad a quien cuestione el talento estratégico del Empecinado. Eruditos y marginales como son, acaban de dar a España una lección de ética que supera cualquier hallazgo historiográfico que hayan impreso o impriman en el futuro, que les deseo pródigo.

Dedicaron el último número de su revista Arqueología e historia a los vascones, pero la ilustradora de la portada les salió gamberra y boicoteó su trabajo, quién sabe por qué: escribió la palabra España en la mano de Irulegi y retrató a una pareja vascona como Dani Rovira y Clara Lago. Abochornados, los editores han retirado la tirada y han pedido disculpas, aunque no les sobran ni el dinero ni los lectores. Puede que la broma les haya dejado sin aguinaldo estas navidades, o tal vez salgan a menos habas a repartir, y ya las tenían muy contadas. Pero entre el prestigio, el rigor, el amor a la verdad histórica y sus cuentas corrientes, han escogido los tres primeros.

Quizá sea para algunos una reacción exagerada. Bastaban una explicación y un borbónico “lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a pasar”, y a preparar un número sobre la caza de elefantes en Botswana. Ese es el máximo ético que esperamos de un cargo público español. Pero los editores de Desperta Ferro solo se gobiernan a sí mismos y creen que la precisión es el único patrimonio intelectual y moral que nos sostiene. En una época de políticos tuiteros que usan la verdad como papel higiénico, esta actitud es rara y conmovedora.

Un solo gesto digno desnuda a la multitud que carraspea y se escaquea. La ministra de Igualdad con las pulseras, Juanma Moreno con las mamografías o el Gobierno con sus presupuestos sin presupuestar y el resto de líos pendientes convierten esta anécdota en el metro de platino de la decencia. Un grupo ignoto de estudiosos acaba de demostrar que es posible pedir perdón, asumir las consecuencias, pasar vergüenza y poner en peligro una empresa pequeña para estar a la altura del listón deontológico que ellos mismos se imponen. Solo por eso, Desperta Ferro merece la declaración de monumento nacional.

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
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