Ensayo de guerra civil
Trump quiere amedrentar a parte de la población y, al tiempo, calmar la ira de miles de ciudadanos que él mismo espolea


Donald Trump ha cumplido otra de sus promesas, en una demostración más del tiempo de transición que está liderando: de democracia a autocracia en Estados Unidos. La madrugada del martes, Chicago no olió a chamuscado napalm, pero sí se sintió el olor de las deportaciones de inmigrantes ilegales ejecutadas por fuerzas militarizadas que actúan al margen de las órdenes de alcaldes y del gobernador. Eran las cinco y media de la madrugada. En una ciudad del área metropolitana de la capital de Illinois, donde los vecinos de origen latino ya superan a los de cualquier otra comunidad desde hace algo más de una década, empezó a oírse el sonido de helicópteros como en la memorable película de Francis Ford Coppola. Volaban bajo; también sobrevolaban la zona drones. Algunos vecinos de esa típica avenida residencial sintieron pavor. Ese es el objetivo. Furgonetas con soldados pararon frente a la casa número 900 de Chippewa Drive. Lanzaron bombas de humo y colocaron explosivos en la puerta de entrada y la hicieron estallar. Aunque Joe Botello es un norteamericano nacido en Texas, y aunque repitió a la Guardia Nacional que encontrarían su documentación en la cartera, salió de su casa custodiado como un criminal peligroso. Algunas de las personas que dormían en su casa no se sabe dónde están. Un activista de la ciudad se acercó al escenario, los agentes lo encañonaron y amenazaron con arrestarlo.
Más que soluciones, Trump crea sensaciones. Su propósito es atemorizar a parte de la población y, al mismo tiempo, templar la ira de miles de ciudadanos que él incentiva y que valoran su desfachatez para hacer lo que pensaban que nadie se atrevería. Esa noche, había quienes grababan con el móvil, pero también cámaras de calidad para editar un vídeo oficial. Lo protagoniza la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos: Kristi Noem. No era Apocalypse Now, pero parecía una película de guerra con Smells Like Teen Spirit de banda sonora. Es una especie de videoclip promocional de las redadas contra los inmigrantes.
Arranca con imágenes nocturnas de los agentes del Servicio de Control de Inmigración preparados para entrar en acción. Kristi Noem los acompaña sentada en el asiento del copiloto de un coche oficial. Circulan por Chicago. En un segundo vemos un edificio en el que destacan unas letras: TRUMP, hotel propiedad de la compañía del presidente. En otras imágenes se ve a los agentes de pie en la parte trasera de una furgoneta. Se dirigen a la casa de Chippewa Drive, que vemos desde el aire en blanco y negro porque la filma una cámara de visión nocturna desde un dron. Luego, el montador cambia el plano y nos muestra la puerta de la casa donde vive Botello. Estalla. No son efectos especiales. Son reales. Noem está allí. Ve cómo agentes que parecen soldados combatiendo en el frente detienen a unos latinos pobres capturados como prisioneros enemigos. Misión cumplida. Un vídeo para viralizar y hacer más propaganda. Porque Kristi Noem quiere seguir movilizando a más patriotas para eliminar a pedófilos, pandilleros, asesinos, violadores y terroristas. Hay oferta para contratar a 18.000 nuevos agentes, según expone ella misma. No son malas condiciones para formar parte de esta fuerza en lucha contra el enemigo interior. Bonus de 50.000 dólares, posibilidad de condonar deudas de estudios universitarios y mejora de las prestaciones de jubilación. No es una mala opción enrolarse para combatir en esta guerra civil.
“Chicago es una gran ciudad”, dijo Trump en el Despacho Oval; “hemos de salvarla”. El viernes hubo protestas frente a un centro de internamiento del Servicio de Inmigración. Los agentes lanzaron gases lacrimógenos y bolas de pimienta contra los manifestantes.
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