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red de redes
Columna
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Entre la hartura y la locura

En las redes, los trastornos psicológicos son el nuevo horóscopo: todo el mundo tiene uno que le encaja

Un muñeco hiperrealista en silicona de un recién nacido.

En este domingo eterno que es el mes de agosto, entrar en Twitter (ahora X) conduce a la melancolía. Se alternan el terror de las imágenes de los incendios que solo piden un respetuoso silencio —todo el cariño a Nacho Carretero, a Lucía Méndez, y a tantos a quienes el fuego ha arrasado los paisajes de su infancia— con el cacareo del “y tú más” de los políticos; con una “doctora en Periodismo” que ejerce de acosadora; con el nuevo deporte de contacto que es el odio al veraneante madrileño, al que han devuelto al cliché ozoriano.

Y de repente, aparece un tuit de Fiorella Faltoyano y es como escuchar por primera vez Aquellas pequeñas cosas de Serrat, sentir que alguien pone las palabras ciertas a esa emoción que te agarrota el pecho, inhalar ese broncodilatador llamado poema: “Estoy tan hartaaaa, que no pensaba decirlo pero no puedo más”. Lo de Fiorella es verso libre y liberador, un portazo, un quitarse la mascarilla. A la mierda, que dijo otro poeta. Me voy a TikTok.

Dicen los que vienen mucho que esta red está infestada por la ultraderecha, ¡ni que fuera un parlamento occidental! Lo loco del algoritmo tiktokero es que, cuando no te conoce bien, actúa como ese novio nuevo que se entera de que te gustan Goya y Sabina y no se le ocurre otra que invitarte a los toros. Entré en un vídeo sobre un niño asiático graciosísimo y ya me conozco a todos los bebés del planeta. Al principio, niños haciendo monerías, bueno vale. Y anuncios de sillitas preciosas y carísimas, como para presumir en IG (por Instagram, no por Índice Glucémico). Pero el mundo es un pañuelo y la red china ha debido de enterarse de que hace mucho que llevo siempre un abanico, y ahora me bombardea con vídeos de bebés reborn, muñecos hiperrealistas de silicona, como Maddie, que “está esperando un papá o una mamá para que la adopte” (que la compre, vamos) según la tiktoker Susu’s Reborn, que lo mismo te fabrica una réplica escalofriantemente realista de un recién nacido que de un yorkshire. La “pequeñina” que fabrica Beatriz Serra se “hace pis si le das agua”. Son tan realistas estos recién nacidos que no se les sujeta el cuello. Y todos están en “busca de mamá”. Con esos vídeos debería flotar de ternura, pero a mí me sumergen hasta la angustia en Stephen King. Y pienso: “¿Será que soy una psicópata?”.

Pero no: me he diagnosticado en TikTok y tengo TDAH. Hay todo un género de vídeos sobre este asunto. En las redes, los trastornos psicológicos son el nuevo horóscopo: todo el mundo tiene uno que le encaja. No hay defectos, solo siglas. Y, ante la duda, todos tenemos ascendente TDAH. @Mireiaferrerbueno, con la autoridad que le da haber sido diagnosticada a los 37 años, habla de las “señales”: olvidar dónde has puesto las llaves, abrumarte con el papeleo burocrático, mover las piernas o juguetear con objetos... Ojito, “eres listo, pero demasiado vago”. Compro. Si vives en una montaña rusa emocional, cuidado, que también puedes ser PAS (persona altamente sensible, otra constelación tiktokera). A la coach @espaciotdah, que cuenta que hasta perdió el anillo de casada por culpa de lo suyo, la desafía su seguidora Laura Hernández: “¿Y si solo soy simplemente despistada?”. Uy...

Hay que tener mucha calle para zafarte del algoritmo y no acabar comprando un colgante de un pimiento de cristal de la suerte (las tiktokers dicen que funciona, a ver si el mío...). La ama de esto es la periodista Anna Bosch, miles de kilómetros de corresponsalía y una guerra en Chechenia. “Me comentan que si grabas un vídeo mientras te haces algún tratamiento o alguna rutina facial, este vídeo llega a más gente”, explica en un cuarto de baño mientras se desmaquilla con un disco de algodón, “porque el algoritmo con estas cosas de maquillarte o desmaquillarte, se excita”. “Da igual que hables de belleza o de política internacional”, añade. Y diagnostica: “Decididamente, nos estamos volviendo muy locos”.

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