Trump despide al mensajero
El cese de la jefa de estadísticas de empleo por publicar unos datos decepcionantes abre un agujero de credibilidad en la información oficial de EE UU


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el pasado viernes el despido fulminante de la responsable de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), Erika McEntarfer, después de que el organismo revisara a la baja las cifras de empleo de los últimos meses, donde se recogía un acusado descenso en el número de contrataciones. Los datos no gustaron a la Casa Blanca y Trump acusó a la economista de manipular las estadísticas por razones políticas, como siempre sin aportar ninguna prueba al respecto.
Disparar al mensajero e ignorar las malas noticias siempre da mal resultado. Si la credibilidad de Estados Unidos ya estaba en entredicho por la forma errática en que la Administración trumpista ha manejado la política arancelaria y por la amenaza permanente del presidente de desbancar a Jerome Powell al frente de la Reserva Federal, el despido de McEntarfer pone en cuestión a partir de ahora las estadísticas de la primera economía mundial, un elemento clave de su funcionamiento y para la toma de decisiones informadas por parte de los agentes económicos en todo el mundo. El anuncio lanza además un mensaje perverso hacia los funcionarios federales: se arriesgan a ser despedidos si la información que publican no es del agrado del presidente. Quien sustituya a McEntarfer al frente de la BLS ya vendrá acompañado de una sombra de sospecha sobre su independencia.
Lo cierto es que la revisión de las cifras de empleo es algo habitual en la economía estadounidense y ha sucedido tanto con administraciones republicanas como demócratas. De hecho, la propia McEntarfer denunció hace ya un año la falta de trabajadores en la agencia para depurar con mayor exactitud los datos de empleo y evitar las continuas revisiones. La economista fue propuesta para el cargo por el expresidente Joe Biden y su nombramiento fue respaldado en el Senado por 86 votos —incluidos el del actual vicepresidente, J. D. Vance, y del hoy secretario de Estado, Marco Rubio— frente a ocho en contra. Además, como miembro de la Oficina del Censo, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera, McEntarfer formó parte de un grupo de trabajo creado por Ivanka Trump en la Casa Blanca durante el primer mandato de su padre para mejorar la formación de los empleados.
Los datos publicados por la BLS revelan, por otro lado, que la salud de la economía estadounidense no es tan fuerte como presume Trump y que la creación de empleo se desacelera a gran velocidad. La Casa Blanca rechaza los datos simplemente porque hacen quedar mal a Trump. Sin embargo, esta tendencia va a favor de su idea de que hay que bajar los tipos de interés. Minar la confianza en las estadísticas oficiales y amedrentar a los funcionarios que las elaboran es abrir un boquete en la credibilidad de las instituciones que el propio Trump gobierna.
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