¿Hasta cuándo permitiremos que el miedo y el prejuicio roben vidas y silencien amores?
Los lectores escriben sobre la homofobia, la precariedad juvenil y la superficialidad de las redes sociales

La carta Callar en silencio, de Antonio Jesús Rodríguez Franco, revela una realidad que, pese a los años, sigue siendo cruel. Su lectura me conmovió profundamente, evocando la historia de mi tío abuelo, a quien no conocí, pero cuya vida me llegó gracias a mis abuelos, quienes sí le aceptaron y amaron sin condiciones. En los años sesenta, bajo el franquismo y en una familia rural marcada por el conservadurismo, salió del armario. Un acto valiente en un entorno hostil: su homosexualidad fue vista como aberración, enfermedad y vergüenza familiar. Su madre le cerró la puerta, manteniendo un silencio que duró hasta su muerte. Ante ese rechazo, decidió huir, por supervivencia. Eligió la verdad frente al miedo y rompió el cerrojo que otros quisieron imponerle. Encontró dignidad, cariño y respeto, y amó hasta sus últimos días a su pareja. Falleció a los 45 años. Quiero pensar que murió sabiendo que su lucha valió la pena. Más de 50 años después, la sociedad ha avanzado, pero el miedo a salir del armario persiste y los portazos que él sufrió siguen golpeando a muchos.
Sergio de Fuente Garrido. Alcorcón (Madrid)
¿Y ahora qué?
Esa pregunta nos hacemos miles de jóvenes en España. Terminamos nuestros estudios universitarios, cursamos másteres, aprendemos idiomas, pero al llegar al mercado laboral, nos encontramos con una realidad desoladora: nadie nos quiere contratar. Se nos exige experiencia para trabajos mal pagados, cuando no directamente precarios. Nos ofrecen becas encadenadas y contratos temporales que no permiten planificar ni una vida digna ni un futuro independiente. Mientras, los sueldos apenas alcanzan para sobrevivir y el precio del alquiler sigue subiendo sin freno. Vivir con 1.000 euros al mes cuando el alquiler cuesta 900 se ha convertido en una situación común. Nos hablaron del mérito, del esfuerzo, del sacrificio. Lo pusimos todo. Pero el esfuerzo ya no basta. La frustración no es por falta de ganas ni de preparación, sino por un sistema que ha dejado de ofrecer oportunidades reales a una generación.
Enrique Manuel Espinosa González. Cartagena
Aquellos veranos sin redes
Cuando era pequeña, mi verano consistía en playa y nevera con táperes de tortilla de patatas y ensaladilla. No íbamos en barco, no conocimos mucho mundo, pero éramos felices. Leíamos y jugábamos, no existía Instagram, y mis padres no competían por subir una foto del mejor atardecer porque simplemente lo vivían y guardaban en su memoria. Las fotos eran limitadas, lo que el carrete de tu cámara desechable te permitiese. Ahora, compramos espacio de almacenamiento para poder acumular 3.000 fotos que no vas a recordar jamás, y si a tus 30 años no has conocido otro continente, es que no has vivido lo suficiente. Qué difícil sobrevivir a las redes sociales, al estímulo constante de comprar, viajar, presumir y vuelta a empezar. Quizás mis padres vivieron muchas carencias y también quizás no lo supieron, porque nadie se lo dijo. No tenían un espejo en el que comparar cada paso que daban o que no podían dar. Creo que ahí residía su felicidad.
María Arnau Oset. La Vall d’Uixó (Castellón)
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.