Ir al contenido
_
_
_
_
columna
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Oliver Laxe y la ‘rave’ de Dios

El escalofrío que se siente al leer “Estados Unidos bombardea Irán” explica el nombre “guerra fría”

Anuncio antiguo de una casa resistente a ataques nucleares.
Raquel Peláez

Anoche cuando alguien me mandó un chiste que consistía en una foto de un conejito monísimo con un lazo de raso en una de sus orejas que decía “Busco personas con búnker para amistad sincera” me di cuenta de que tengo un miedo atroz, porque la broma no me hizo gracia. Es un principio de la comedia. Esta es tragedia más tiempo y aún no ha pasado el suficiente como para haber asimilado que el domingo, cuando el lado del mundo en el que vivo se despertó, Estados Unidos había inaugurado el verano bombardeando Irán. El escalofrío que se siente al leer ese titular explica por qué se llama “guerra fría” a esa forma cruel de pulsar los mayores temores de la humanidad. Miré de nuevo el lazo de raso del conejito y pensé en el níspero japonés que tengo bajo mi ventana: está lleno de unos frutos amarillos y aterciopelados que podría comer si los supermercados del barrio se quedasen vacíos. Tendría que pelearme con los vecinos, eso sí, y darle prioridad a los niños. Aunque si cae una bomba atómica los frutos de cualquier planta conectada a la tierra quedarían contaminados y no sería recomendable ingerirlos. Todo esto lo he aprendido porque lo he buscado con la misma herramienta que me dice que no está muy claro cuándo va a terminar la ola de calor y que, preguntada por la tercera guerra mundial, me explica: “Involucraría el uso de armas nucleares, lo cual provocaría el colapso de la civilización y posiblemente la extinción de la humanidad”. El aire está a una temperatura claustrofóbica. En la televisión un señor con gorra roja coquetea con el Apocalipsis y uno de traje gris guarrea con el gasto militar. Los dos presiden países cuyo devenir me afecta. En la radio, el director gallego Oliver Laxe da la enésima entrevista en la que dice las palabras “neurosis colectiva” para explicar por qué ha hecho una película en la que los protagonistas se marchan a ponerse hasta el culo de drogas en una rave para escapar del mundo. Ahora le entiendo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Raquel Peláez
Licenciada en Periodismo por la USC y Master en marketing por el London College of Communication, está especializada en consumo y cultura de masas. Subdirectora de S Moda, fue redactora jefa de la web de Vanity Fair. Comenzó en Diario de León y en La Voz de Galicia. Autora de 'Quiero y no puedo. Una historia de los pijos de España' (Blackie Books).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_