El carrerón de Koldo García
El exasesor de Ábalos comenzó con 20 años como vigilante de la construcción de un vertedero en Navarra


Los buenos escritores saben que una novela circular tiene mucho de artificioso, pero no es una mala ironía que Koldo García empezase trabajando en un vertedero. Ahora, la investigación sobre la trama de corrupción de la que forma parte esté esparciendo más y más mierda sobre el Gobierno de España y la dirección del PSOE. Tras su detención en febrero del año pasado, el mejor retrato del personaje lo escribió Iñigo Salvoch en el Diario de Navarra. En una galaxia muy lejana, a finales de los ochenta, se decidió ubicar un vertedero en una zona del valle de Aranguren donde debería tratarse la basura de Pamplona y su comarca, pero los vecinos opusieron resistencia. A principios de abril de 1990, cruzaron camiones en la carretera y colocaron pacas de paja para impedir el acceso de la maquinaria y parar así el inicio de las obras. La Guardia Civil les disparó balas de goma a bocajarro, algunos fueros detenidos y, finalmente, el 10 de abril empezaron las obras.
Uno de los vigilantes de la construcción fue Koldo García, contratado por una empresa de seguridad privada. Tenía 20 años y entonces ya propinó sus primeras palizas, con multa y condena incluida. Luego vendría su carrerón. Escolta y chofer de Nicolás Redondo, portero de un club de alterne, miembro de seguridad del estadio de El Sadar o trabajos puntuales para el PSN en mítines. Hasta que en enero de 2011 fue parte del grupo fundador de la agrupación socialista de Huarte ―una localidad con fuerte implantación nacionalista―; en la presentación pública explicó que su propósito era “ayudar a los demás”. Poco a poco, se fue ganando la confianza de la dirección de los socialistas navarros, también la de Santos Cerdán. Cuando en 2017 Pedro Sánchez ganó las primarias, su secretario de Organización José Luis Ábalos lo contrató como chófer. Los chóferes son grandes personajes literarios. Sé de lo que hablo.
Desde ese momento Koldo sería la sombra de uno de los hombres claves del sanchismo. Cuando Ábalos se sentó en el Consejo de Ministros, y se dormía, esa sombra fue contratado por el ministerio además de ser nombrado consejero de Renfe Mercancías y vocal de Puertos del Estado. Hasta el 10 de julio de 2021 y aquella frase protocolaria en el BOE: “Vengo en disponer el cese de don José Luis Ábalos Meco como Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, agradeciéndole los servicios prestados”. El 12, el número dos del PSOE dejó la Secretaría de Organización, Santos Cerdán tomó el relevo.
Ahora sabemos que aquel fue un momento crítico de la presidencia de Sánchez porque arriesgaba el fundamento ético que había justificado la moción de censura de 2018: la corrupción. El error fue mayúsculo. Su incomprensible silencio ahora se le gira en contra por dos motivos. Porque no dio explicaciones convincentes sobre el cese. Porque no adoptó las medidas de prudencia necesarias para saber si podía confiar en la persona que designó para pilotar el PSOE. No importa que hubiese una campaña maníaca contra el sanchismo. “El buen sentido hubiese permitido desde el primer momento discriminar dentro de esa campaña las burdas calumnias de las denuncias fundadas: la resistencia de los socialistas a escuchar las acusaciones y a examinar los datos contribuyó a que las prácticas corruptas siguieran creciendo al amparo de la defensa incondicional de los gobernantes y los dirigentes del PSOE hecha por sus seguidores y electores”. Lo que escribió en 1994 Javier Pradera, y no publicó, sirve para hoy. Cuando hace casi un año y medio detuvieron a Koldo García en una de sus cinco propiedades en Alicante, tenía 9 armas de fuego, 12 discos duros y 23 teléfonos móviles.
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