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Columna
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La patente del amor

Sería un error huir de los excesos de la izquierda cayendo en los cantos de sirena de los fundamentalistas

Riot police prevent LGBT
Najat El Hachmi

Que la potencia más importante del mundo esté capitaneada por un reaccionario liberticida tiene consecuencias globales. Con Trump en la Casa Blanca, muchos jefes autoritarios y represores se sienten legitimados para sostener con más vehemencia su odio hacia aquellos que creen que ni siquiera deberían existir. El juego de la geopolítica influye en ellos aunque sea en las apariencias, y cuando son opciones liberales o progresistas las que lideran y difunden sus valores, los conservadores se ven obligados a jugar al juego de la democracia abierta aunque sea con una hipócrita máscara de disimulo. Hoy parece que los dictadores de todo el mundo se han envalentonado con el ascenso de Trump. Son tendencia, están de moda y no se muerden la lengua a la hora de defender ideas que ya creíamos desterradas por ir en contra de los derechos humanos.

Erdogan, no hace mucho, arremetía contra el colectivo LGTBI, lo calificaba de plaga y afirmaba que “estas personas son enemigas de la humanidad, de las mujeres y de los niños. La lucha contra la desviación LGTB es también una lucha por la libertad, la dignidad y la salvación del futuro de la Humanidad”. Achacaba a los homosexuales la baja natalidad en Turquía por culpa de lo que él llama “neutralidad de género” (en línea con la invención de la “ideología de género” por parte de la Iglesia).

Por su parte, el flamante Papa de Roma, venido a convertirse para algunos en un faro ético y moral a pesar de presidir un Estado teocrático, absoluto y patriarcal, salió a decir que “el matrimonio no es un ideal inalcanzable, sino el modelo concreto del amor entre el hombre y la mujer. Ese amor, al hacerlos ‘una sola carne’, los capacita para dar vida, a imagen de Dios”. Digo yo que con la de estudios y conocimiento del mundo que tiene León XIV, ya debe de saber que el amor no es patrimonio exclusivo de las parejas heterosexuales y que por suerte hay muchas formas de hacernos “una sola carne”.

Estos señores, aunque desde sitios tan distintos y tradiciones culturales aparentemente alejadas las unas de las otras, tienen en común la necesidad de devolvernos a otras épocas marcadas por la persecución de cualquiera que se tenga por diferente y contrario al orden moral correcto, casi siempre basado en religiones monoteístas que tan útiles han sido para controlar a las masas y doblegarlas en nombre de Dios. Sería un error a estas alturas dejarse seducir por los cantos de sirena de estas voces roncas y obsoletas huyendo de los excesos de la izquierda. Ni tienen la patente del amor ni derecho a inmiscuirse en nuestras libertades individuales.

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Sobre la firma

Najat El Hachmi
Escritora catalano-rifeña, nacida en Beni Sidel (Marruecos) en 1979. Licenciada en filología árabe por la UB, ganadora del premio Ramon Llull con 'El último patriarca' (2008) y del premio Nadal con 'El lunes nos querrán' (2021). Autora del ensayo 'Siempre han hablado por nosotras'.
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