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Columna
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Crimen sin víctimas

Pornografía infantil generada a través de la IA: niños que no existen siendo víctimas de agresiones sexuales por parte de adultos inexistentes, pero con impacto real

Registro de una vivienda en búsqueda de pornografía infantil.
Manuel Jabois

Hace unos meses, la Europol detuvo a 25 personas por producir pornografía infantil generada exclusivamente a través de la IA. Esto es: niños que no existen siendo víctimas de agresiones sexuales por parte de adultos inexistentes. “El contenido es totalmente artificial y no aparece ninguna víctima real, pero contribuye igualmente a la cosificación y sexualización de los niños”, dijo la Europol. Harshita K. Ganesh, especializada en derecho penal, tecnología y ética, con especial interés en la regulación de IA y la protección de menores en entornos digitales, publicó en 2022 un ensayo repleto de ángulos interesantes, tanto como inquietantes (por ejemplo: un porcentaje alto de estadounidenses cree que no es inmoral el consumo de pornografía infantil generado artificialmente).

En otro de esos enfoques, la autora, asumiendo se trata de una postura polémica sujeta a debate profundo, sugiere que la pornografía infantil generada por IA podría llegar a reducir la demanda de la real. Si bien ella misma aclara que, aunque hay estudios que concluyen que muchos de esos consumidores de esta pornografía no llegan a delinquir físicamente, existe riesgo de que lo hagan.

Hay otras dos vertientes: la del tipo que crea esta pornografía y la vende a otro para extorsionarlo, y la del que la puede usar para cazar a posibles pederastas.

“El porno, incluso el sintético, no se ve para pensar, se ve para excitarse”, me escribe el investigador en el MIT, y profesor del IE, Miguel Alexandre Barreiro. “Cuando eso se basa en cuerpos de niños, aunque sean inventados por IA, se está reforzando un deseo peligroso, no cuestionándolo. Es alimentar una fantasía. Y el deseo funciona por repetición: lo que excita, se normaliza; eso no es inocente”.

El consumo de porno legal, sobre todo a edades tempranas, tiene (depende del consumo, como todo) efectos nocivos cuando el sexo se desplaza de la imaginación a lo real (se pretende imitar lo que se ve, como el trato vejatorio a la mujer). Es comprensible entonces sospechar que un pedófilo que consuma pornografía infantil, y lo haga de forma compulsiva y no culpable porque es generada por la IA, acabe teniendo ganas de más, bien con pornografía real o con agresiones reales. El deseo trastornado, como el deseo, tiende a crecer con la repetición y la fantasía. Y aunque otras investigaciones adviertan de que el porno con IA puede funcionar como cortafuegos, la ley debe proteger al vulnerable, debe seguir castigando el crimen sin víctimas.

Excepcionalmente, por si las hubiera.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
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