No sabría decirles
Eso que la música nos agita se puede describir y explicar pero no está claro que lo vayamos a entender nunca por completo

No sabría decirles ni explicar con la razón por qué me atrapa la voz de Valeria Castro ni adónde me lleva su música, ni los mundos que se me abren al escucharla. Debe de haber una explicación química y deben de producirse, en solo un instante, millones de cruces en las neuronas para que se genere eso que a mí me parece un pellizco y que depende de cada uno, porque a cada uno nos emociona una música o un cuadro o un plato o un gol de una manera y con una intensidad distinta. Yo lo que sé es que podría escuchar Cuídate, de Valeria Castro, y pedirle que no dejara de cantarla nunca.
Tampoco les sabría decir por qué hay una canción del grupo Oques Grasses que me lleva al recuerdo de los días que viví hace ya muchos años. Desconozco por qué es esa canción en concreto, que se titula La gent que estimo, la que toca una fibra que no tocan las demás. “Entre el miracle i el desastre és on vivim”, dice la letra.
Quizá todo sea por contagio del cine y de genios como Ennio Morricone, que nos demostraron que se puede ir por la vida con un lápiz y una partitura, y que pareciera natural que a las cosas que nos pasan se les pudieran poner sinfonías que nos hicieran sacar afuera una emoción, que puede ser la pena pero también la alegría. La vida no es el cine, claro, pero a veces el cuerpo nos pide una canción porque quiere decirnos algo aunque sea con las músicas que otros hayan compuesto.
Hay en ese proceso un misterio, porque eso que la música nos agita se puede describir y explicar pero no está claro que lo vayamos a entender nunca por completo: qué tienen algunos acordes o algunas voces que parecen transcribir pensamientos tan íntimos que no le hayamos contado jamás a nadie. Son enigmas de los que no sabría decirles y que, en el fondo, tampoco quiero entender del todo. Me basta con el nudo en la garganta o con las ganas de saltar y con saber, al levantar la vista, que en esta emoción no estamos solos, sino que ese escalofrío es compartido. Y que puede que les pase lo que a mí me pasa y a lo mejor ustedes tienen lo que a mí me falta: una explicación.
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