La gran resurrección
Twitter es la lección que todos necesitábamos y el ‘trailer’ de lo que está por venir


Ni yo era realmente consciente de la degradación de Twitter como fuente de noticias hasta el pasado diciembre, cuando hubo un golpe de Estado en Corea del Sur y no me enteré. A pesar de seguir a todos los medios internacionales y revisar mi timeline cada vez que cojo el teléfono (probablemente una vez cada hora, y a menudo dos o tres) tardé dos días en enterarme de que el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, había declarado la ley marcial para doblegar la resistencia del Parlamento. Corea del Sur es como España. No había pasado algo así desde el fin de la dictadura en 1987. Cuando me enteré, el golpe se había acabado. El ejército ya había vuelto a casa, la oposición ya había presentado la moción de destitución y Yoon ya estaba atrincherado en su casa, suspendido de su cargo presidencial. Ni siquiera me enteré por Twitter. Fue por Bluesky.
Pensaba en eso mientras veía cómo la ola de protestas masivas de los estudiantes serbios contra la corrupción y el autoritarismo de su Gobierno prorruso y autoritario se expandían a Macedonia y Turquía sin que llegaran los titulares a mis redes sociales, o alguien dijera #BalkanSpring, como ocurrió “espontáneamente” en 2010. Lo pienso mientras busco las publicaciones de mis valientes amigos de One Land For All en Tel Aviv porque nunca me llegan solas, aunque los sigo con creciente ansiedad. Lo pensaré mañana (hoy lunes para los lectores) cuando comparta esta columna en mi cuenta de Twitter, sabiendo que voy a perder 300 seguidores de golpe, como ocurre cada lunes desde hace medio año y que, de los 45.000 seguidores que aún me quedan, no la verán más de mil.
Imaginemos un país donde existe la prensa libre pero funciona por suscripciones y el servicio de correos es el encargado de su distribución. Nadie sabe que, en lugar de repartir el periódico íntegro, recorta las noticias para reordenar la información. Fabrica un periódico único para cada persona porque, para mantener los costes de distribución bajos, se ha metido en el negocio de la publicidad, y algunas noticias generan más publicidad que otras. Al cabo del tiempo, esas noticias empieza a recibirlas muchísima gente, incluso los que no están suscritos, mientras que otras noticias sobre ciertos temas, publicadas en ciertos medios o firmadas por determinados periodistas, se van publicando cada vez más atrás. Nadie se da cuenta de que no recibe el periódico original, pero todos se sienten más informados que nunca porque el periódico lleva más noticias que nunca. Tantas, que es imposible acabarlo antes de que llegue la nueva edición. Las noticias que se quedan en cola dejan de ser publicadas porque parece que nadie las lee. Son acontecimientos reales que dejan de existir.
Hasta ahora pensábamos, quizá generosamente, que la degradación de los sistemas de búsqueda, de la calidad de los contenidos y los sistemas de recomendación de noticias eran la consecuencia de una ingeniería algorítmica optimizada para servir el imperativo de la publicidad. Twitter es la lección que todos necesitábamos y el trailer de lo que está por venir. Está al servicio de la reconstrucción de un mundo que creíamos haber enterrado, pero ha resucitado sin demasiada dificultad. Hoy supe que el jefe de la empresa de análisis de datos Palantir en Inglaterra es Louis Mosley, primer nieto de Sir Oswald y Lady Diana Mosley, el líder de los camisas negras británicos y la más bella de las hermanas Mitford, casados en la casa de Joseph Goebbels en 1936.
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