Caín toca la guitarra
Pedro Sánchez es un político al que hacen grande sus enemigos. Tal vez solo por ellos pasará a la historia


Debo confesar que más allá de la ideología me atrae la figura del presidente Pedro Sánchez como un personaje de novela, como un tipo duro enfrentado a su destino, entre el odio visceral que despierta en la derecha y su buena estrella que hasta ahora ha llegado siempre en su ayuda. Este es el caso de un político al que están haciendo grande sus enemigos. Tal vez solo por ellos pasará a la historia. En cuanto ganó las elecciones, Pedro Sánchez fue recibido por una pandemia que aprovecharon sus adversarios para echarle en cara los miles de muertos. Llegaron a llamarle asesino. Después le sobrevino un volcán; a continuación, llegó una guerra y este personaje con trazas de vaquero atravesaba la plaza del condado bajo una granizada de plomo disparada desde las cuatro esquinas tratando de derribarlo del caballo. Está por ver si lo van a conseguir esta vez. Mientras cacarea el infame gallinero de la política los científicos hacen ciencia, los albañiles construyen casas, los médicos curan en los hospitales, los maestros enseñan en las escuelas, los camareros atienden en la barra de los bares, la gente toma el sol en las terrazas, los jubilados echan migas a los pájaros en el parque. Solo los políticos están dispuestos a matarse en el Parlamento. El hecho es que, en plena primavera, mientras las abejas liban las flores, la extrema derecha ha convertido el odio en un componente atmosférico podrido, asfixiante. De vuelta de cualquier catástrofe me asomo a los telediarios y me pregunto por qué el presidente Pedro Sánchez despierta una inquina irracional no solo en sus adversarios ideológicos y en la barra mediática de la derecha, sino también en ciertos intelectuales e incluso en los viejos cuadros de su propio partido. Solo hay una explicación. Este es un país dinámico y creativo que lo tiene todo para ser feliz, pero por una maldición que se me escapa siempre busca y acaba por encontrar su desgracia. Aquí Caín es el amo absoluto de la guitarra.
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