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El Congreso español rinde homenaje a las víctimas del nazismo
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Auschwitz es el nombre de un lugar concreto y de un episodio del pasado, pero también es una posibilidad, el recordatorio y la advertencia de lo que unos seres humanos pueden hacerle a otros; de que ni la cultura, ni las buenas maneras, ni la sólida educación le impiden a nadie convertirse en verdugo, en obediente ejecutor de un proyecto de exterminio.
Diez mil españoles de los muchos que perdieron la Guerra Civil huían por Francia de las cárceles de Franco y fueron a caer en alguno de los campos de concentración que los nazis desplegaron por los territorios ocupados. Uno de ellos, Enric Marco, presidente de la asociación Amical de Mauthausen, lo vivió.
Laurence Rees, escritor y productor de la BBC, es autor de una serie de televisión y de un libro sobre el nazismo y la persecución de los judíos. Para él, Auschwitz no nació en un día y de la nada, sino que fue un proceso surgido del odio, del racismo y del silencio consentido de todo un pueblo.
El 27 de enero de 1945, el campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia, fue liberado. Luego lo serían los de Buchenwald, Dachau, Mauthausen Allí se descubrió la evidencia del mayor horror vivido en Europa en su historia: una verdadera fábrica de la muerte ideada y construida por el nazismo. Seis millones de hombres, mujeres y niños judíos y muchos otros gitanos, homosexuales o minusválidos fueron asesinados a conciencia bajo el mandato de Hitler desde 1933 hasta 1945. Han pasado seis décadas. Los testigos van desapareciendo, pero los efectos de todo aquello aún se sienten en lo político, en lo social, en los conflictos que asuelan el mundo.
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