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Ernestina Godoy
Columna
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Palabras en desuso

La palabra autonomía fue mandada de vacaciones, una palabra desgastada en el llamado neoliberalismo

Ernestina Godoy
Juan Ignacio Zavala

Como es natural, cada Gobierno quiere utilizar sus propias palabras y conceptos, desde meros eslóganes propagandísticos hasta diseño de políticas públicas y lo que se conoce pomposamente como “narrativa”. Es una apuesta a no perderse en el vertiginoso paso de la historia que todo lo arrastra, desde plazas llenas, arengas y consignas, hasta votos y logros. Se sabe: el populismo estira hasta donde se pueda palabras como enemigo, oligarcas, conservadores, nacionalismo, privilegios y un surtido etcétera.

También por desgaste, o por distanciarse, salen del uso corriente otras palabras y conceptos. Vocablos que no vienen al caso o que ya no se acomodan a la realidad. En la cuarta transformación podemos hablar de varias, pero me referiré concretamente a dos palabras que ya no tienen ningún sentido en nuestro país en los días que corren: izquierda y autonomía.

En México la izquierda ha desaparecido del mapa político gracias a la dedicación y esfuerzo de Morena. Si bien es cierto que la presidenta está formada en las filas de la izquierda mexicana, lo cierto es que sus operadores y los liderazgos, los gobernadores de ese movimiento en su mayoría son expriistas y han mandado al rincón a los izquierdistas que se sienten invitados incómodos en la que debiera ser su casa. Eso no es nuevo. Sucedió desde hace años cuando los priistas tomaron como suyo el partido de la izquierda que culminó en el PRD y luego en el morenismo.

No puede ser de izquierda un Gobierno que obliga a los jóvenes al servicio militar, tampoco uno que tiene militarizado el país; no puede ser de izquierda un gobierno que le escamotea el agua a los campesinos o que los utiliza con aquello de “sin maíz, no hay país” para no pagarle sin lo justo por tonelada; no es de izquierda un Gobierno que reprime y amenaza a su juventud. La izquierda en México es un recuerdo, una canción, un par de cubículos en algún instituto y nostálgicos artículos de prensa. Nada más. Lo demás es populismo, y un priismo renacido.

La palabra autonomía también fue mandada de vacaciones. Ciertamente, una palabra desgastada en el llamado neoliberalismo que, para quitarle poder al presidente turno, los partidos se repartían el poder de decisión en órganos autónomos que se multiplicaban como conejos. De haber seguido esa tendencia, el titular del Ejecutivo estaría ahora limitado a actividades protocolarias. Lo mismo daba cualquier ámbito: tribunales, energía, corrupción, auditorías, evaluaciones, de todo había. Estas autonomías eran impulsadas por los partidos para hacerse de poder transexenal y chantajear al Ejecutivo, y eran defendidas a capa y espada por la comentocracia del momento como la megalómana vociferante Denise Dresser o timoratos despreciables como Claudio X. González, falsos representantes de la sociedad de la mano de una horda de “progres buena ondita” del CIDE que con una mano ordeñaba al Gobierno en funciones y con la otra lo señalaba como culpable de todos los males.

El nombramiento de Ernestina Godoy fue una farsa innecesaria. Nadie quería ya una autonomía inexistente como la de Gertz. Debieron reformar la ley para que el fiscal fuera nombrado por la presidencia. Será completamente natural que la señora Godoy le reporte a Sheinbaum y se le deben exigir cuentas a doña Ernestina, sí, pero también a la presidenta por la designación que hizo. Lo demás es simulación. Las celebraciones del claudismo sorprenden por su candor. Ahora sí, dicen, la presidenta está haciendo sus nombramientos de manera estratégica, ya que estaba limitada por fuerzas oscuras. Qué bueno que se dio cuenta al año de estar en el poder que podía, y debía, nombrar otro fiscal. La falsa autonomía de la fiscalía revela algo que no pueden esconder los porristas presidenciales: el tremendo fracaso del lópezobradorismo en materia de justicia.

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Sobre la firma

Juan Ignacio Zavala
Consultor en comunicación política y analista de la vida política mexicana. Ha participado en diversos medios de comunicación como polemista y comentarista. Ha sido responsable de comunicación de instancias como el PAN, la presidencia de la República y la FGR. Es autor de varias novelas, entre ellas 'Polarizados, una guerra'. íntima".
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