Una guía para comer ‘hot cakes’ esponjosos y originales
Parecían un postre del pasado, pero nunca se han ido y están de moda
En los últimos meses, un hot cake apareció en todas las redes sociales y está en Bobo Café, con sucursales en la Roma Norte, Condesa y Narvarte. Bobo está abierto todo el día, pero al pasar de las horas cambia de menú; por la tarde la estrella son sus hamburguesas —y cambia de nombre a Bobo Burgers— y en la mañana, antes del mediodía, la gente hace filas para probar su hot cake grande y esponjoso, con mucha mantequilla y un jarabe secreto que le da un sabor dulce y un poco salado a la vez. Tan especial que merece su fama.
Este platillo es el resultado de seis meses de pruebas en las que el equipo de Bobo mezcló recetas, técnicas de cocción, combinaciones de jarabes y mieles y de pronto sucedió algo. El chef Ricardo Ríos explica que, “fuimos tripeándole y nos clavamos en perfeccionarlo. Aquí hacemos torneos de recetas para empezar a probar y cada quien hace su versión. O sea, los torneos son el alma de Bobo. Cuando probamos este lo sabíamos, nos volteamos a ver la cara y fue de: ‘¡Es esto, güey!’. Nos volvimos locos todos”.
El hot cake de Bobo es específicamente un pancake porque se hace en una sartén de hierro, no sobre la plancha, por eso su forma circular perfecta. El nombre corresponde al método de cocción u horneado —algunas veces como en Bobo se terminan en el horno—, pero la receta base de estos panqueques, como también se les llama, es similar y tiene el mismo origen: fue creada por los inmigrantes europeos en Estados Unidos.
Estos panecillos se hicieron tan populares entre la población estadounidense, que en 1889 la compañía Quaker Oats industrializó la harina y la empaquetó en una cajita con la imagen de una mujer con pañuelo atado en la cabeza, bautizada como Aunt Jemima: la modelo era una mujer real llamada Nancy Green, quien fuera cocinera y esclava, y una activista importante por los derechos de la comunidad afroamericana. Si ya no encuentras en el supermercado estas icónicas cajitas es porque la marca desapareció tras la muerte de George Floyd y desde 2021 es Pearl Milling Company.

Aunt Jemima, la que todos recordamos, llegó a México en los años setenta y miles de niños caímos bajo el encanto de esos panecillos con mantequilla derretida y chorreando jarabe de maple. Para Ríos ahí reside la magia de los pancakes: “es un tema nostálgico. Yo veo cuando llega (a la mesa) y la gente baila, mueve los hombros, como que es un momento muy de infancia, por eso decidimos hacerlo tan grande, es como un regalote”. Este postresote es para compartir o darse, como dice Ríos, un regalo muy monchoso.
Bobo, un proyecto de Carlos Salame y varios socios, está inspirado en los diners gringos, sin embargo, es más contemporáneo. Su cocina está capitaneada por Ríos, originario de Monterrey y cercano a la influencia de la comida fronteriza. Por eso, antes de llegar al pancake prueba el burrito con huevo, tocino y salsa verde o tatemada, y disfruta un desayuno muy completo.
En un árbol genealógico restaurantero se podría decir que el abuelito de Bobo es Klein’s, fundado en Polaco en 1962. Con mesas de formica y sillas icónicas tapizadas en color naranja; famoso por sus chilaquiles y unos hot cakes llamados “dólar”, acompañados de maple y cajeta artesanal. Son más pequeños y vienen en órdenes de cuatro u ocho, o puedes agregar los que sean necesarios para saciar tu antojo.
Los domingos son el día de consentirnos y saben a hot cakes por eso algunos lugares como el restaurante Cana, ubicado en la Juárez, los incluyen en su brunch dominical. Estos son crujientes en el borde y suaves por dentro, también porque pasan por el horno. Pídelos aunque hayan pasado las 12 del mediodía.

Los hot cakes también pueden ser diversos, hay quienes prefieren la combinación —muy gringa— de agregarles jamón o tocino frito, junto con huevos estrellados o revueltos. Un combo agridulce ganador. También hay quienes prefieren la miel de abeja al jarabe de maple o las mermeladas. En El Tigre Silencioso les dan un extra y los sirven con plátano fresco rebanado y una salsa de dulce de leche, además le agregan a la masa elote, entonces es un mix con nuestro amado pan de elote.
Y aunque este platillo es estadounidense, los japoneses crearon su versión, que roza el grado de perfección esponjosa. En Ciudad de México uno de los más populares está en Panya Sam, especializado en comida japonesa de cafetería. La orden incluye tres hot cakes; son casi unas nubes con crema de matcha, granola y arándanos (aunque suelen tener de otros sabores dependiendo de la temporada).
¿Tú cuáles prefieres, los que hacía tu mamá, los clásicos gringos o los super esponjosos?


