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Simón Levy
Columna
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Simón Levy, la farsa tiene permiso

La presidenta cedió el escenario a quien para la gran mayoría de los actores de la vida pública es un payaso sin oficio ni beneficio

Juan Ignacio Zavala

El señor Simón Levy es un personaje muy menor de la vida pública nacional. Es el típico grillo improvisado que con la Cuarta Transformación se ha multiplicado de manera escandalosa. A su crisis de identidad responde con un despliegue narcisista verdaderamente enfermizo. Sin asideros intelectuales y mucho menos morales, se desplaza de un lado a otro de la discusión pública aprovechando la flexibilidad de las redes sociales. Se trata de personajes que en la política real son unos buenos para nada, pero sienten que tienen autoridad para cuestionar no solo políticas públicas sino también a personas probas. Son los nuevos fariseos, que viven a costa de recargarse en la popularidad de los demás y de inventar historias en las que son protagonistas sin que a nadie se cuestione la veracidad de lo que dicen. Lo mismo presumen de saber qué pasa en Palacio Nacional que las decisiones de visado en Estados Unidos. Su mitomanía hace que estas personas aseguren sus fantasías sin remordimiento alguno y, peor aún, se convierten rápidamente en figuras mediáticas por la desproporción de sus babosadas. En épocas medianamente civilizadas, se les conocía como farsantes.

Para la gran mayoría de los actores de la vida pública, el señor Simón Levy es un payaso sin oficio ni beneficio. Lo mismo discurre sobre inversiones en China que sobre actos delictivos de uno de los hijos del expresidente López Obrador. Una boca floja llena de disparates cuyas redes sociales no descansan. Para nadie tiene relevancia. O eso creíamos hasta que resultó ser que las andanzas del señor Levy merecen comentarios de la presidenta de la República en sus conferencias matutinas. La presidenta Sheinbaum decidió anunciar que el Simón Levy había sido detenido en Portugal.

¿Por qué decidió la presidenta hacer eso? No lo sabemos ¿Qué llevó a su equipo a considerar que ese acto policíaco merecía una mención presidencial? Lo ignoramos. Pero a Levy le fue muy útil para armar otra de sus farsas: dio entrevistas, aseguró estar en otro país, afirmó que se había salvado de un atentado mortal, que vivía en distintas ciudades y que no había sido detenido, pues conservaba su pasaporte. Todo esto amparado en la mención de Sheinbaum. La presidenta cedió el escenario al farsante.

Para varios analistas y críticos gubernamentales, el asunto de Levy se manejó intencionalmente como un distractor de la amplia problemática nacional. No lo creo. El tema y el tipo no dan para tanto. Por eso sorprendió la mención de la presidenta. Sin embargo, el asunto es revelador de algo más grave: en las conferencias de prensa de la presidenta no hay prioridades. Lo mismo les da que se mencione una llamada con Trump sobre los aranceles que las aventuras de un desquiciado, con el problema de que la propia presidenta ha generado confusión por no estar debidamente informada. Fue el caso de un exfuncionario de Pemex detenido por autoridades migratorias en Estados Unidos y del cual Sheinbaum anunció su inminente regreso a enfrentar la justicia mexicana, cosa que nunca sucedió. En la frivolización de las mañaneras, Sheinbaum tuvo que escuchar los dichos misóginos y despreciables de otro de sus compañeros, el señor Taibo. A la presidenta no le quedó de otra más que reírse de las ocurrencias del pelafustán y no dijo nada ni como mujer, ni como mexicana, ni como presidenta. Taibo sabe que en ese escenario palaciego se puede decir cualquier cosa y nada pasa.

El asunto Levy es la muestra de que los farsantes ocupan un lugar en la preocupación del equipo presidencial. La farsa tiene permiso en el templete matutino que se supone nos informa de los retos, soluciones y problemas que ve Sheinbaum en la coyuntura nacional e internacional.

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Sobre la firma

Juan Ignacio Zavala
Consultor en comunicación política y analista de la vida política mexicana. Ha participado en diversos medios de comunicación como polemista y comentarista. Ha sido responsable de comunicación de instancias como el PAN, la presidencia de la República y la FGR. Es autor de varias novelas, entre ellas 'Polarizados, una guerra'. íntima".
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