Café Arixi, un sitio imprescindible para los fanáticos de los martinis
El martini es como la marea, sube y baja, pero nunca desaparece. Celebramos el día internacional de esta bebida con los clásicos y los de la casa


Maura Lawrence Milia echa dos cubos de hielo en una coctelera, ginebra, vermut y gira con un mezclador. Coge una copa, la mira a detalle, luego vierte la mezcla, corta la cáscara de un limón amarillo y la acomoda con cuidado en la bebida, que pone sobre la barra de Café Arixi. “Un martini clásico”, dice Maura, copropietaria de Café Arixi, en la colonia Roma.
Este cóctel lleva en el nombre su principal cualidad, “el martini es tan clásico porque tiene una identidad muy fuerte. Para mí nunca va a pasar de moda, es un timeless cocktail, como dicen en inglés. Es tan sencillo que tiene que estar muy bien hecho para que sea bueno”. El martini es como la marea, sube y baja, pero nunca desaparece; tiene fanáticos en todo el mundo y constantemente están en busca de los más ricos. En su lista de la Ciudad de México tienen que estar los de Café Arixi.
Para Maura, preparar un martini es simple y complejo a la vez. Insiste en que se debe escoger una buena ginebra, un gran vermut y siempre, siempre, siempre se debe mezclar, no batir: “Es más elegante, menos agresivo y es lo tradicional. Si lo bates, el hielo se rompe en mil pedazos y se diluye; lo que quieres es sentir la textura en tu paladar y los aromas, que sea balanceado”.

Esta simple complejidad incluye casi una maestría sobre el hielo. Quien ha intentado hacer un martini casero y no entiende por qué no logra la perfección de un bar es, en ocasiones, solo porque no tiene el hielo adecuado. Maura está detrás de la barra, enfrente de varios contenedores con hielos, unos cúbicos casi traslúcidos, otros comunes redondos con un hueco en medio, otros quebrados. “Debe ser este (apunta a los cúbicos), que no tiene burbujas”, explica. Este hielo se vende a los bares con la etiqueta de “gourmet”. Sigue siendo agua purificada congelada y, según Maura, podrías hacerlo en moldes cuadrados. “Solo le quitas la capa de arriba, como las impurezas”.
La exactitud martinera de Maura es resultado de años preparando esta bebida y muchas otras. Originaria de Arixi, un pueblo pequeño de Cerdeña, en Italia, comenzó su carrera en Florencia y Londres, ciudad donde se consolidó al mando del The Connaught Bar, dentro The Connaught Hotel, uno de los principales destinos de la capital británica. Luego —como le ha pasado con muchos otros extranjeros— en una visita a México se enamoró del país.
Tras unos meses de planeación, en enero de 2025 abrió Café Arixi —Ariyi, como se pronuncia—, un restaurante especializado en coctelería y gastronomía italiana. Este proyecto es resultado del encuentro de tres apasionados de la hostelería: Maura, su esposo Alex Lawrence Milia y Walter Meyenberg. Maura se siente feliz con este proyecto y afirma: “Algo que amo de Café Arixi es la idea de crear un ambiente como de familia, en donde la gente se sienta como en casa, y para mí todos son como mis invitados”.

Arixi poco a poco ha ido atrayendo a vecinos y a los turistas que deambulan por la Roma, formando una familia diversa. Es italiano y local. El Arixi Martini reúne ambas identidades: gin, destilado de laurel y aceites Arixi. Este trago de la casa tiene un toque picante, es ligero y sedoso. Maura cuenta cómo lo crearon: “Fuimos a las chinampas a descubrir un poquito todos los productos mexicanos y el laurel era uno de los ingredientes que más nos impresionó. Obviamente, porque es muy aromático y también tiene conexión con Cerdeña”.
Arixi es muy personal. Se nota en el menú de alimentos enfocado en la gastronomía italiana, sobre todo de la isla de Cerdeña. Maura explica: “El malloreddus es un platillo especial, es una pasta fresca que mi mamá le enseñó a hacer a nuestro chef”, servida con un ragú de salchicha y pecorino sardo (queso de leche de oveja tradicional de Cerdeña). También se hace evidente porque la coctelería está a la par de los alimentos, pues la pareja conformada por Maura y Alex Lawrence Milia a lo largo de su carrera ha acumulado premios relacionados con la mixología.
La copa de martini comienza a mostrar unas gotas de condensación y Maura se apresura a cambiarla. “Nunca debe verse así porque el martini se debe tomar muy frío, dicen que en tres tragos”, explica. En tres tragos uno puede sentir alegría por comenzar una buena comida o terminar un día laboral. Para el segundo martini, a esa velocidad comienza el mareo. Mi regla de los martinis —y de los negronis— es no tomar ni menos de uno, ni más de dos. Maura tiene una solución más simple para evitar una borrachera: acompañarlo con alimentos. “Un ostión con salicornia refina el sabor. También unas almendritas saladas y, por qué no, con un poquito de focaccia y mortadela”. Todas estas opciones están en la carta, así como el martini sucio —ginebra o vodka, vermut seco y salmuera de aceitunas—, servido con un par de aceitunas aparte, como un pequeñísimo y carnoso aperitivo.
El empeño por ofrecer buena coctelería incluye recetas sin alcohol. En Arixi los mocktails no son agüita de pepino con agua mineral; son casi idénticos a sus pares embriagantes, se sirven en los mismos vasos y con las mismas decoraciones (garnishes). “Lo hicimos así porque estos cócteles son igual de importantes, además mucha gente no bebe y no quiere dar explicaciones de por qué no lo hace, así evitan las preguntas”, dice Maura.
Mi vecina se para y deja su copa sobre la barra. Una persona del equipo de Arixi la retira y deja en su lugar un portavasos con la leyenda: “Estoy en el refri”. Maura explica: “Muchos se asustan cuando no ven su bebida, hacemos esto para mantenerla fría. Aquí está guardada en nuestro refrigerador”.

El nivel de detalle va de los espirituosos, destilados y bitters —muchos que ellos mismos hacen—, a los hielos y a que tu trago no se convierta en un té aguado mientras sales a fumar o vas al baño. Detrás de esos guiños constantes está Maura, que da vueltas por el lugar. “Los chicos son los protagonistas de la barra. Ellos son los que ponen toda la energía necesaria. A mí algo que me encanta es conectar con los clientes del otro lado. Sentarme a la mesa, hacer una charla, pasar de persona a persona”, dice gesticulando a la italiana. Luego se acerca a Alex para abrazarlo.
La pasión de Maura es el servicio y hacer martinis perfectos: “mezclados, no batidos”. No le importa darle la contra a James Bond, el bebedor de martinis más célebre, que siempre lo pide seco —ginebra, vodka y Lillet Blanc— y “batido, no mezclado” (“shaken, not stirred”). Bond será inmune al peligro, pero ni tan elegante, ni tan conocedor.
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