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Xochimilco, la memoria del agua y la persistencia de la tierra

En un rincón donde el lago resiste a la ciudad, un grupo de voluntarios de Iberdrola México dedica una jornada al cuidado de las chinampas, comprendiendo que proteger el entorno es también una forma de conservar lo que queda de nosotros

Eduardo Luis Hernández

A orillas del canal, la ciudad parece un rumor distante. Entre los canales del Lago de Xochimilco todavía se respira la memoria de la cuenca que sostuvo a la Ciudad de México antes del asfalto y la expansión. El agua no es un paisaje sino una advertencia: lo que queda en Xochimilco es, en buena medida, lo que permite que la ciudad siga viva. En medio de ese sistema lacustre sobreviven las chinampas, parcelas construidas con barro y vegetación que representan uno de los métodos agrícolas más antiguos y sostenibles del continente.

La conservación es fundamental. Un grupo de voluntarios de Iberdrola México llega muy temprano a la Chinampita de Rodrigo, en Xochimilco, para participar en una jornada de trabajo agroecológico. La actividad forma parte de la Semana Internacional del Voluntariado de Iberdrola, celebrada en los países donde opera la compañía.

La Chinampita de Rodrigo es una chinampa productiva, parte del sistema agrícola tradicional de Xochimilco, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Su equilibrio depende de una dinámica precisa entre agua, vegetación y trabajo humano. Aun con la presión urbana, los agricultores locales mantienen vivo un modelo de cultivo que combina saberes prehispánicos y sostenibilidad contemporánea.

La actividad se enmarca en el programa de voluntariado de Iberdrola México, activo desde 2011. En estos catorce años, más de 20.500 personas entre colaboradores, clientes y proveedores, han participado en acciones sociales y ambientales. Solo en 2024 se realizaron 71 actividades, con 3.350 voluntarios, en beneficio de más de 31.000 personas.

Lourdes de Anda es parte del equipo de El Buen Campo, una tienda online de alimentos orgánicos provenientes de las chinampas xochimilcas. “Estos voluntariados corporativos tienen el objetivo de que las personas se sensibilicen sobre las labores del campo, que conozcan Xochimilco y que conozcan este gran legado prehispánico que tenemos”.

Karina Gómez, coordinadora de Responsabilidad Social Corporativa de Iberdrola México, resume así el sentido de la experiencia. “Estar aquí nos permite impactar positivamente en el medio ambiente, pero también sensibilizarnos como colaboradores y colaboradoras para alinear nuestras acciones diarias con el compromiso de la compañía de luchar contra el cambio climático”.

Lo que enseña la tierra

La jornada transcurre entre el olor a tierra húmeda y a cempasúchil. Las instrucciones son simples, pero un fiel reflejo de la vida en el campo y la tenacidad de quienes trabajan en él con técnicas tradicionales de siembra en chinampas: retirar la maleza, mezclar la composta, preparar los surcos para las plántulas, sembrar y cosechar. Todo se acompaña de una explicación para hacer de la actividad una herramienta didáctica que sirva de ventana al mundo agrícola. El encuentro termina con una comida elaborada con productos locales.

Andrea Torres García, becaria de Auditoría Interna y Riesgos de Iberdrola México, lo cuenta con franqueza. “Conocimos otra cara de Xochimilco y valoramos el trabajo agrícola. Participar en la siembra y el compostaje me permitió entender el esfuerzo que implica mantener estos espacios”.

Eder Beltrán Montiel, analista de Cumplimiento de Iberdrola México, añade: “Aprendí el valor ecológico y cultural de las chinampas. Todos podemos contribuir a conservar estos espacios únicos para que no desaparezcan”.

La jornada forma parte de una estrategia más amplia de responsabilidad social de la energética, que vincula gran parte de su iniciativa local con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU a través de programas como DestElla, que promueve el empoderamiento femenino a través del deporte; Impulso STEM, que incentiva que las jóvenes estudien carreras científicas y tecnológicas; o Luces de Esperanza, que brinda acceso a la energía eléctrica en comunidades vulnerables.

En Xochimilco, el voluntariado se vuelve una práctica tangible: manos sobre la tierra, agua que se mueve lenta, comunidad que se organiza. Una manera de recordar que los ecosistemas no se sostienen solos, y que cuidar el entorno, a veces, es la forma más concreta de cuidar el futuro.

Sobre la firma

Eduardo Luis Hernández
Es branded content analyst para EL PAÍS México. Es productor y conductor en Radio UNAM. Antes trabajó en Grupo Milenio y Unión Radio Venezuela. Es licenciado en Periodismo Audiovisual por la Universidad Santa María en Caracas y actualmente vive en Ciudad de México.

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