Ir al contenido
_
_
_
_

Micheliny Verunschk, escritora: “La ficción da la posibilidad de dar voz a los enmudecidos”

La narradora brasileña presenta en México ‘El sonido del rugido de la onza’, conmovedor relato que narra la historia de dos niños indígenas arrancados de sus poblaciones en el siglo XIX por dos naturalistas europeos y exhibidos como curiosidades exóticas en Alemania

La escritora brasileña Micheliny Verunschk (Recife, 53 años) asistió en 2016 a una exposición en São Paulo dedicada a la historia de Brasil que la impactó. Se mostraban ahí imágenes de poblaciones indígenas y del pasado colonial de su país y, aunque como historiadora reconocía bien esa historia, no dejó de sorprenderse por el drama de un par de niños indígenas que fueron arrancados de sus poblaciones selváticas y enviados como seres exóticos a Alemania por un par de naturalistas alemanes que desembarcaron en el país sudamericano en 1817. “Habían sido llevados como parte de la fauna de Brasil. Esto me causó un gran malestar y no pude continuar en la exposición. Me fui para mi casa a buscar la historia para entender qué había pasado con esos niños. Abrí mi portátil y empecé a investigar y no conseguí nada y eso activó una cosa obsesiva en mí”, relata Verunschk en un dulce portuñol en una entrevista realizada en un café de la siempre bulliciosa Ciudad de México, donde está de visita para presentar El sonido del rugido de la onza (Elefanta editorial), la novela que cuenta la historia de aquellos niños indígenas.

La también poeta afirma que su primer objetivo no era escribir una novela, sino entender como historiadora lo que ocurrió en torno a aquellos niños. “Cuanto más investigaba, menos conseguía algo. Esto duró tres meses. La sensación era de que había un gran vacío, que estas dos vidas desaparecieron. Pensé que como no tenía respuestas necesitaba dármelas y el libro se dio por ese vacío, por esa cosa insatisfecha, de no conseguir entender lo que le había pasado a esos niños”, cuenta.

Se sumergió entonces en un trabajo creativo no exento de obstáculos, no solo por la falta de información, sino por la empresa que representaba entender la forma de vida de las poblaciones indígenas de su país. “Cuando comienzo a escribir, algunas cosas surgieron. Primero, lo que escribieron los naturalistas, que prepararon un gran relato llamado Viaje al Brasil, en el que hay un pasaje que habla de esos dos niños, aunque muy poco. Comencé a investigar los trabajos académicos y encontré pequeñas cosas. Estaba escribiendo y me volví a la antropología para entender los pueblos de estos niños. Cuando escribía un capítulo que cuenta cuando los niños van a un castillo, como no conocía Múnich, no quería una mirada de Google o YouTube, sino una mirada humana. Pedí en Facebook a amigos que vivieron en Alemania o en Múnich. Una amiga me respondió y me dijo que conocía la historia y que vive cerca del cementerio donde los niños están enterrados", explica. Esta amiga fue clave en la búsqueda de información.

El resultado es una novela de una prosa llena de poesía, un viaje al pasado que también salta al presente, un hondo cuestionamiento de la relación de Brasil con su historia de colonización, violencia y olvido de los pueblos originarios. La obra narra el viaje de aquellos niños arrebatados de su entorno por los naturalistas europeos Spix y Martius, que querían documentar la flora y fauna de Brasil. Como parte de lo que consideraban “botín científico”, tomaron a una niña de la etnia miranha (Iñe-e) y un niño de la etnia juri (Juri) y los llevaron a Múnich, exhibiéndolos como “curiosidades”. La novela también cuenta la historia de Josefa, quien vive en São Paulo y se enfrenta a su propio pasado, uno de negación de las raíces indígenas. Josefa, dice la autora, es la metáfora de un país que da la espalda a esa historia de mestizaje, un país aún muy racista. La obra, traducida hoy al español, ganó en 2022 el Prêmio Jabuti, uno de los galardones literarios más importantes de Brasil.

Pregunta. ¿Qué significó para usted restituir la voz de estos niños indígenas, cuya historia había sido silenciada?

Respuesta. Creo que es muy arrogante pensar que podemos restituir su voz, pero en alguna medida con la ficción tenemos la posibilidad de dar voz a los enmudecidos. Los niños fueron victimados por un gran borrado de su vida y de su palabra. El niño y la niña no hablaban la misma lengua, ella el idioma miranha y él juri, por lo que no podían comunicarse entre sí. Y tampoco hablaban portugués. Lo difícil fue cómo contar una historia a partir de una ausencia de la palabra. Uso el portugués para escribir esta historia, que es la lengua del conquistador. Soy poeta antes de escritora de prosa y pensé que la manera más eficaz sería borrar la lengua portuguesa. En el libro la lengua es atravesada por palabras del miranha, juri, palabras inventadas, cosas que hacen que el portugués sea diferente, una operación de mestizaje de la lengua.

P. ¿Por qué eligió narrarla desde la voz de la niña Iñe-e?

R. Pienso que los escritores, brasileños o hablantes de la lengua española fuera de España, no podemos escribir ficción histórica a partir del modelo europeo, porque acá la historia es otra; las cosas que nos pasan son diferentes. Inevitablemente, somos atravesados por muchas culturas, por otros modos de vida, de percepción del tiempo. No quería escribir esta historia a partir de la visión de estos científicos, porque su palabra ya está dada en sus diarios de viaje, en sus relatorías. Me interesaba contarla desde la perspectiva de estos niños, de la naturaleza, desde su cosmología y su percepción del tiempo, que son totalmente ajenas a la perspectiva europea.

P. La novela mezcla historia, mito y cosmovisión indígena. ¿Qué representa para usted la tradición indígena brasileña?

R. Es muy importante, bella y rica, pero aún muy desconocida. Tenemos muchos pueblos indígenas en Brasil y cada uno tiene su propia cosmología, su propia filosofía de vida, sus marcos culturales y por más que la academia se lance a investigarlos, hay mucho desconocimiento sobre ellos. Una cosa buena ha sido el crecimiento de la autoría indígena en Brasil, grandes nombres del pensamiento indígena que hoy son reconocidos, como Davi Kopenawa, que tiene un libro que considero sagrado para Brasil, La bajada del cielo.

P. Uno de los personajes de su novela es Josefa, que vive en la ciudad y se topa con la historia de estos niños y la conmueve. ¿Cómo se relaciona la gente de Brasil con ese pasado colonial?

R. Muchas veces me preguntan si Josefa soy yo, pero no soy. Le presto algunas cosas de mi vida a ella, pero ella es una metáfora del brasileño que no se reconoce, que no conoce su pasado indígena, que muchas veces se avergüenza de ese pasado. Hay un borrado muy grave de este pasado, lo que no ocurre con los ancestros africanos, porque el pueblo negro en Brasil muy temprano se organizó y protegió su memoria.

P. La novela denuncia formas de violencia, la física, la de la invasión, la del despojo. ¿Qué reacción espera del lector cuando la lea?

R. Que abra sus ojos respecto a su historia, nuestro pasado. No es un pasado que se limita a Brasil, sino que es común a nosotros en este gran continente. Las fantasías fascistas, imperialistas, continúan, por lo que pensar nuestro pasado es pensar nuestro presente. El primer motivo del libro es la belleza de la escritura, pero de segundo está hacer una reflexión sobre nosotros, nuestra historia y nuestro presente.

P. ¿Hay en Brasil un proceso real de revisión del pasado colonial?

R. Hay grandes luchas de pueblos distintos, hay grupos importantes que piensan este pasado, hay estudiosos, filósofos, que están permanentemente atentos y luchando por esto. Pero, por otro lado, están las fuerzas que son de oposición. Tuvimos un presidente y un vicepresidente fascistas y es muy curioso que el vicepresidente fascista era de origen indígena, pero niega esos orígenes.

P. ¿Persiste el racismo en Brasil?

R. Sí, de todas las formas. Tanto para los indígenas como para los descendientes de pueblos africanos. El racismo es una cosa muy grave en nuestro país y todos los días tenemos en los medios noticias sobre esto. Hay cosas muy terribles aconteciendo, pero hay más luces sobre el racismo contra descendientes de los pueblos africanos, mientras que con los indígenas menos. Es una violencia más ligada a la propiedad de las tierras ancestrales.

P. Menciona al Gobierno de Jair Bolsonaro y su posición racista y de negación, ¿ha cambiado esta situación con el presidente Lula da Silva?

R. Pienso que sí. Tenemos un Gobierno que es más sensible. Fue creado un ministerio para los pueblos indígenas, que está muy limitado en sus acciones, pero que es un gran avance. Tenemos grandes líderes indígenas jóvenes en espacios de poder, lo que también es muy importante para como sociedad poder avanzar.

P. ¿Cuál cree que es el papel del escritor cuando trabaja la memoria?

R. El de la memoria es el tema de Brasil, no solo de los escritores, sino de los artistas, de los creadores. La más reciente película de Kleber Mendonça Filho, que está ahora en Ciudad de México, nos cuenta cómo el régimen de excepción durante la dictadura afectaba a todo el pueblo. Tenemos escritores como Maria Valéria Rezende, quien escribió sobre las mujeres en la colonia, el silenciamiento, el borrado de las mujeres y sobre la resistencia en los sitios rurales a la dictadura militar. Hoy tenemos una gran pluralidad de voces y eso es una cosa muy bella y fuerte, porque el escenario de la literatura brasileña es hoy más diverso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de EL PAÍS México. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica, temas de educación, cultura y medio ambiente.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_