“Los corridos ocurren al final de la violencia. Son un resultado estético de la realidad”
Diego García, compilador de ‘El corrido también es parte del paisaje’, busca que este libro propicie un debate en torno al género musical, cuestionado social y políticamente


Diego García cursaba un taller de ensayo literario en 2019, en Ciudad de México. Le dejaron un ejercicio de escribir la contraportada de un libro que no existiera. En ese entonces, comenzó a sonar el subgénero de los corridos tumbados, en la voz de Natanael Cano, e inició la controversia. Tiempo atrás, había leído el libro Las carreteras forman parte del paisaje, de John Brinckerhoff, que le abrió la mente a considerar que la descripción de un paraje no era solo árboles, montañas o ríos, sino también la narración de una gesta o una situación, como lo han hecho los corridos desde antes de la Revolución mexicana. Como un “acto de provocación”, en este ejercicio especulativo, se le ocurrió el título El corrido también es parte del paisaje.
Sin embargo, tuvieron que pasar casi cinco años hasta que lo que inició como una tarea, se convierta en un propósito. En Guanajuato es donde García y Fabiola López, fundadores del Colectivo Preciosa Sangre, se han atrincherado para la publicación de un compilado de ensayo, crónica, cuento, poesía, haikus, entre otros —que nacen de una convocatoria abierta y pública—, con el mismo título que el activista imaginó años antes. El corrido también es parte del paisaje (Preciosa Sangre, 2024) surge en busca de la pluralidad de voces y que la conversación no se enfocara simplemente en hablar de los narcocorridos y la defensa de los mismos, sino que también se exploren desde referencias culturales, históricas y vivencias personales.
“Queremos abrir la conversación a una postura que sea más compleja, más diversa y que no simplemente se estructure en esa polaridad que existe en el discurso público, de defensa absoluta o censura completa”, explica García, de 30 años y originario de Yuriria, Guanajuato, a través de una videollamada.
El libro, que tuvo un primer tiraje de 800 copias y que se encuentran agotadas —aunque ya se encuentran trabajando en una reedición—, agarró relevancia en medio del torbellino político y social en el que se han visto inmersos los últimos meses los corridos tumbados.
La turbulencia social y política en la que se encuentra inmersa el narcocorrido comenzó a finales del pasado mes de marzo, cuando Los Alegres del Barranco proyectaron imágenes que enaltecían al Mencho y al Chapo durante una presentación en Guadalajara. A una hora del lugar, a poco más de un mes, se hizo público el hallazgo del rancho Izaguirre, en Teuchitlán, donde presuntamente el CJNG secuestraba, torturaba y asesinaba personas. Desde ese momento, 10 de los 32 Estados han prohibido los narcocorridos. A pesar del discurso a nivel federal de la presidenta, Claudia Sheinbaum, quien afirmó en pasado abril que “no los prohibimos, sería absurdo”.

García es crítico con la postura federal y estatal que tipifica a los corridos tumbados como uno de los detonantes de la violencia que asola al país. “Se está queriendo controlar la narrativa. Se quiere hacer creer al público que se están tomando acciones concretas contra la violencia estructural, lo cual no es el caso. Los corridos ocurren al final de la violencia. Son un resultado estético de la realidad. Ante la censura y la persecución, es más importante andar en la perspectiva crítica. En complejizar los discursos de todas partes y principalmente dar herramientas a las personas para que puedan tener un análisis y una comprensión más profunda”, explica.
El Gobierno incluso ha ideado un concurso de música por la paz, México canta y encanta, donde intérpretes y compositores promocionen nuevos valores que pasen la exitosa página de un género que ha dado la vuelta al mundo presentando la cara más amarga del país. García lo ha calificado como un “montaje televisivo”, a la manera de los programas de La Academia, de TV Azteca o de Televisa. Ve un momento histórico “bastante complejo y complicado” en cuanto al estado de la libertad de expresión.

“Me parece extremadamente delicado, porque hablar de querer cambiar la narrativa sonora del país, te habla que quieren cambiar el discurso. Quieren cambiar y controlar lo que se está hablando. Para mí el corrido siempre es esa voz que puede cantar y hablar de lo que se supone que no deberíamos estar hablando. No importa cuántas tensiones, criminalizaciones y trabas se le ponga, siempre va a encontrar la forma de seguirse expresando”, agrega.
Incluso Estados Unidos, que ha declarado a los carteles como organizaciones terroristas, se ha visto inmiscuido en la tormenta al restringir el permiso de viaje y trabajo a artistas como Los Alegres del Barranco, Julión Álvarez y Grupo Firme, quienes recientemente anunciaron su alejamiento del género de los corridos. Para García, estas acciones son parte de ese intento de blanqueamiento de discurso.

“El corrido es un género transfronterizo que existe antes del concepto de nación mexicana como lo entendemos. Nace en un lugar donde las fronteras se estaban disputando. No podemos hablar del muro, como lo conocemos, y que sea clasificado como parte de una nación o de otra. Existe en esa dualidad. Sigue siendo la expresión de donde nació, que es la voz del pueblo, que narra lo que el pueblo siente, ve, escuchar y cómo lidia con la realidad”, dice García.
Concuerda con distintos especialistas que afirman que el corrido o los narcocorridos han quedado dentro de una homogeneización, por cómo la industria musical los está produciendo, con canciones a la exuberancia, a las marcas, al poder, al despilfarro, “a esta experiencia muy barroca de derroche, pero a la vez de mucha soledad”.
“Se están quedando afuera otras voces. Hay muchos corridos pendientes. Dónde están los corridos de las madres buscadoras, de las víctimas del narcotráfico, de los activistas, de los defensores del territorio. Corridos abiertamente homosexuales o bisexuales. Siento que el corrido es una estructura estética en la que debería ser narrado todo ahí. Es el momento de poder encontrar un espacio para que se cante todo lo demás, que los artistas hagan resistencia. Hay una oportunidad histórica de abrir un espacio para que haya nuevas voces”, finaliza.
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