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Laura Esquivel: “El sistema quiere consumidores, no le interesa para nada la imaginación”

La escritora mexicana reedita ‘Estrellita Marinera’, una hermosa fábula que apela a la solidaridad, la compasión y la felicidad en tiempos recios

Laura Esquivel en Ciudad de México, el 14 de agosto del 2025.
Carlos S. Maldonado

Cuenta la escritora Laura Esquivel que en Estados Unidos no han querido traducir al inglés su fábula Estrellita Marinera (Alfaguara) porque la consideran violenta. “¡Violenta!“, exclama con una mueca de ironía. ”Violentas son las imágenes de Gaza“, agrega para dejar entrever la hipocresía que domina la sociedad estadounidense, donde se puede comprar un arma en un supermercado, pero la historia de una mujer de dos cabezas, de una cabeza cercenada del cuerpo y parlanchina o de un niño deformado por su padre a punta de locos experimentos pseudocientíficos puede herir sensibilidades. Así son los personajes de este libro ilustrado: grotescos, violentos a veces, pero entrañables; creados para demostrar que aun en lo feo, en el horror, la belleza de la vida, la solidaridad, el bien común y la compasión resurgen como las plantas tras un incendio en el bosque.

Esquivel (Ciudad de México, 75 años) reedita en un 2025 caótico una fábula que apela a la imaginación, a la importancia de la felicidad y contra el individualismo en nuestras sociedades modernas, marcadas por el consumo, el capitalismo más brutal, el egoísmo que borra al otro y en las que los poderes económicos (y políticos) parecen querer seres enajenados, meros acumuladores de mercancías. “Al sistema no le interesa para nada la imaginación”, afirma la autora de Como agua para chocolate.

La fábula, que originalmente fue publicada en 1999, cuenta la historia de María y Facundo, dos niños huérfanos que reciben herencias particulares: ella, acostumbrada a la dura vida de la calle en la gran ciudad, vendiendo chicles, hereda la propiedad de un circo, la Carpa Polifemo, un mundo habitado por la Mujer Araña, el Cuatrobrazos, el Hombre Rana, el Jorobado y una pareja de sirenos, la gran atracción de la carpa. La herencia de Facundo es algo más siniestra: la cabeza de su madre, cortada por su abuelo, Paco, un gran alquimista, que la cercenó al morir su hija. Paco utilizó todos sus conocimientos para mantener esa cabeza en buen estado, hasta el día en que cobrara vida de nuevo. Pero eso solo podía ocurrir cuando la bañaran con lágrimas de una madre que acabara de perder a un hijo. Esa es la misión de Facundo.

Así comienza una aventura que es un llamado a volver a la tribu en la búsqueda de la bondad, la sabiduría, la compasión y el amor. “El amor, cuando es amor verdadero, no impone límites ni condiciones”, escribe Esquivel en el libro, bellamente ilustrado con dibujos del argentino Francisco Meléndez. “No hay mayor felicidad que la de dar felicidad”, narra la escritora. María descubre en su viaje exótico que “dar amor era la verdadera felicidad y nadie se la podía quitar”. Toda una declaración de intenciones en momentos en que la humanidad se asoma otra vez al abismo.

Laura Esquivel con su nueva publicación.

Pregunta. ¿Cómo espera que reciban los lectores esta obra más de dos décadas después de publicada originalmente?

Respuesta. Esa duda la tenía. Yo tengo una sobrina que es pedagoga y tiene una escuela sensacional y entonces le dije: ‘Oye, tengo la inquietud de saber cómo sigue funcionando esta historia para niños’. Y se las dio a leer, desde jardín de infancia hasta primaria, y no sabes qué bello. Hicieron hasta un video con las opiniones y me encantó.

P. ¿Qué dijeron?

R. Les encantó y me dijeron, como ya es esta generación de las sagas: ‘Oiga, ¿va a haber una continuación, vamos a seguir viendo a la Estrellita?’ Les gustó mucho. Me encantó, precisamente, por los tiempos que estamos viviendo, por temas de interés como esta preocupación por la naturaleza.

P. Es un asunto que usted aborda en el libro, justo en momentos cuando la mitad del planeta se incendia y la otra mitad se inunda. ¿Es por eso que conecta con el público joven?

R. Obvio, porque los niños se han de sentir inseguros, sienten que el planeta está en riesgo y la vida misma. Eso me confirmó que la idea y la historia siguen conectando con un interés que nos compete a todos.

P. La fábula resalta valores como la compasión y la sabiduría. ¿Por qué considera importante focalizar estos valores en un libro para niños?

R. Es un libro para todos los lectores, no importa la edad. Es importante enfatizar esos valores en este modelo que rige la vida de muchos de nosotros a nivel global, un sistema basado en la competencia, en el individualismo, en buscar bienes materiales antes que preservar la vida. Yo quería que la carpa Atracciones Polifemo fuera uno de esos espacios donde sí es posible encontrar esta solidaridad, este otro tipo de visión y organización y de funcionamiento de un grupo humano. Sí, hay mucha fantasía, pero también es un mundo donde hay algo más allá de la de la mera materialidad que rige el comportamiento.

P. Escribe que lo primordial es formar parte del círculo y no la posición que uno ocupa en él. ¿Cree que estamos en una sociedad egoísta, que no transfiere valores como la bondad a las nuevas generaciones?

R. Por supuesto. Hay un 1% que cree que es el dueño del planeta y que toma estas decisiones totalmente suicidas y depredadoras en contra de todos los demás. Si tú te paras en la mitad del círculo, estás a la misma distancia de cualquier punto dentro del círculo, pero eso no te lo enseñan, te dan una visión piramidal, en la que quien está arriba es quien da las órdenes y de ahí para abajo todos a obedecer. Ahí es donde tenemos que ejercer nuestra capacidad de razonar y de desobedecer pacíficamente.

Laura Esquivel, escritora, en Ciudad de México.

P. Es un buen mensaje teniendo en cuenta que el mundo está bastante complicado, los extremismos están tomando el poder, Donald Trump está criminalizando en Estados Unidos a los migrantes. ¿Cree que obras como Estrellita Marinera pueden inocular la idea de una sociedad más solidaria?

R. Totalmente. Debemos tener el empeño de poner sobre la mesa otras visiones, que no sea la de buscar el bienestar meramente individual, sino el bienestar de toda una comunidad, porque tu bienestar personal es inversamente proporcional al bienestar de tu vecino. No es reprimiendo al vecino ni echándolo de ahí que tú vas a estar seguro. Mientras ese vecino tenga que comer, que vestir, lleve una vida digna, yo puedo establecer una relación de iguales.

P. Lo fundamental en la vida sería vivir, escribe. ¿Cómo enseñar a los niños que ganar o perder no lo es todo?

R. El vivir no es individual. Ahorita tú y yo estamos compartiendo el mismo aire. Mi vida no está separada del bienestar de los árboles, de la ciudad, del agua. Eso es lo que también hemos olvidado. Creemos que mientras más dinero acumulemos, más seguros vamos a estar. El bienestar y la felicidad vienen del bien compartido.

P. Otra cita: “No hay nada mejor o que te haga más feliz que dar felicidad y amor”. ¿Puede la literatura ayudar a formar una generación mejor?

R. Yo creo que el arte en general, no solo la literatura, porque a este modelo, a este sistema que rige la vida de todos nosotros, no le interesa para nada la imaginación. Quiere seres a los que se les dicte, desde niños, qué van a comer, qué van a estudiar, dónde van a trabajar. Consumidores, van creando consumidores. Lo único que nos queda como recurso es la imaginación.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de EL PAÍS México. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica, temas de educación, cultura y medio ambiente.
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