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Un verano con lluvias récord en Ciudad de México

El Gobierno asegura que solo durante el mes de julio la capital mexicana recibió 289 milímetros de agua, el doble de su registro histórico promedio del mes

Trabajadores de Sacmex desazolvan una coladera del Cetram Indios Verdes.
Erika Rosete

Nunca antes, como este mes de julio, llovió tanto en Ciudad de México, una de las capitales más grandes e importantes de América Latina. Las principales avenidas y calles que mantienen interconectada a la ciudad —con más de 9 millones de habitantes— se han convertido en los últimos días en ríos caudalosos de agua de lluvia y aguas negras. Vehículos con personas encima de ellos, atrapados por las fuertes corrientes; calles totalmente inaccesibles; el transporte público ha quedado detenido por filtraciones y por la imposibilidad de moverse entre las fuertes corrientes de agua que no cesaba de caer. Decenas de árboles y postes de luz, derribados. El peor de esos días fue este jueves, el último del mes de julio, considerado por el Gobierno local como el día más lluvioso en lo que va de la temporada, y en el registro histórico: más de 38,1 millones de metros cúbicos de agua cayeron entre la tarde y noche de este 31 de julio.

Además, durante todo el mes en promedio llovieron 298 milímetros de agua, un total que rebasó el registro histórico de 150 milímetros de lluvia promedio durante otros meses de julio anteriores, en pleno arranque de la temporada. La jefa del Gobierno de Ciudad de México, Clara Brugada, informó este viernes sobre las afectaciones y el trabajo que requirió la ciudad para tratar de volver a la normalidad: “Estamos sufriendo lluvias muy grandes, desmedidas. Ni siquiera las del 2 de junio, que estuvo bastante difícil, fueron como las de ayer”, apuntó en una conferencia de prensa. “Estamos preparados para seguir enfrentado los problemas que esto causa”, se apresuró a tranquilizar.

La cantidad de agua que ha caído sobre la tierra de Tláloc, el dios mexica de la lluvia, se ensañó, sobre todo, con las alcaldías ubicadas hacia el sur de la capital: Tláhuac, Xochimilco, Tlalpan e Iztapalapa (también las más empobrecidas y vulnerables). Las autoridades locales, coordinadas con las de los vecinos Estado de México e Hidalgo, trabajaron la noche de este jueves con un drenaje profundo “saturado”, a su máxima capacidad, desfogando más de 130 metros cúbicos por segundo. Se atendieron socavones que aparecieron en el asfalto, daños en la infraestructura urbana, como caída de bardas o locales y casas inundadas. Y el desbordamiento de ríos y aumento de niveles de otros canales.

Inundación en Periférico sur, el 31 de julio de 2025.

Aunque, como pasa la mayoría de las veces, las colonias más afectadas han sido también las más vulnerables y las más pobres, esta vez, puntos cercanos a las avenidas principales como la de Los Insurgentes o la emblemática Paseo de la Reforma, quedaron inoperantes en algunos puntos, inundados en otros, e inhabilitadas para poder dar paso a vehículos particulares y del transporte público. En Ciudad de México y su área Metropolitana —la zona conurbada de la capital que hace que la población total de la región supere los 22 millones de habitantes— más de 5 millones de personas usan el metro cada día, de ahí el impacto del colapso de los servicios tras las lluvias, en las vidas cotidianas de personas que pasan hasta cinco horas en transporte público para trasladarse desde sus hogares al trabajo.

Especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han informado que el régimen de lluvias en la capital mexicana es determinado por varios factores que se relacionan entre sí, como el cambio climático, la expansión urbana y la pérdida de áreas verdes. Apuntes de esta universidad mostraron, durante las primeras lluvias atípicas de la actual temporada de lluvias, que entre 1920 y 2014 la temperatura promedio anual en Ciudad de México aumentó de 8 a 12 grados centígrados y la máxima de 23 a 25.

Además, los aguaceros extremos también aumentaron su frecuencia: pasaron de ser menos de diez al año, durante el siglo XX, a más de 25 en el siglo XXI. “Este fenómeno está directamente relacionado con el proceso de urbanización acelerada y con los efectos del cambio climático global”, explicaron, desde 2021, Ana Cecilia Conde y Telma Castro Romero, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.

Antiguos ríos que hoy son carreteras

La doctora Elda Luyando López, del Departamento de Ciencias Atmosféricas de la UNAM, explicó en un boletín informativo de la gaceta universitaria en junio pasado, que el centro de Ciudad de México, al no contar con áreas verdes ni cuerpos de agua “se comporta como una zona desértica, lo que propicia el calentamiento superficial, la formación de islas de calor y la intensificación de lluvias convectivas, típicamente de corta duración pero gran intensidad”.

Y apuntó: “La ciudad creció sobre antiguos lagos desecados, donde antes había canales y acequias, hoy hay planchas de concreto que impiden la infiltración. Sobre esas planicies lacustres se extiende la Zona Metropolitana del Valle de México, en la que habitan más de 20 millones de personas”.

Eso por eso que algunas de vialidades más importantes de la capital tienen nombres como Viaducto Río de la Piedad, Río Churubusco, Río Becerra, Río Magdalena, o Río Consulado, solo por mencionar algunas de las vías que garantizan que una urbe del tamaño de Ciudad de México no colapse más de lo habitual.

Muchos de esos antiguos ríos, que rodearon en el pasado a la gran Tenochtitlán, están ahora debajo de la ciudad, entubados, y encima de ellos transitan todos los días miles de vehículos en todas las direcciones.

Bomberos rescatan a los automovilistas varados en Viaducto el 2 de junio de 2025.

Durante la campaña electoral de 2024 en México, algunos candidatos a gobernar la capital llevaron a la mesa una propuesta que pocos esperaban: recuperar el curso natural del río de la Piedad, hoy viaducto de la Piedad, que cruza la ciudad de oeste a este. La obra, plantearon, podría tener un gran impacto ambiental y social para la ciudad, a un precio bastante elevado y que dependería de la voluntad política de quien sostuviera las riendas de la ciudad. La idea llevaba años en la mente del especialista en arquitectura regenerativa Elías Cattan: “Es un problema que nadie ha querido afrontar. Lamentablemente, nadie le da el seguimiento real”, dijo en una entrevista en mayo de ese año.

Entre 1940 y 1950 el Gobierno decidió entubar los cauces por la contaminación que transportaban y para construir sobre ellos las grandes avenidas que hoy se conocen.

El pronóstico de lluvias para la capital mexicana apunta a que todavía viene lo peor. En los registros de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) agosto es el mes en el que históricamente más llueve en la ciudad. Las autoridades locales se han apresurado a dar ese dato cuidadosamente, no sin antes de asegurar a la población que están preparados y alertas para lo que pueda surgir.

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Erika Rosete
Es periodista de la edición mexicana de EL PAÍS.
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